4. El sentimiento

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¡Ouch! — Min-seok bota la cuchara en el plato, su lengua al aire — eta cadiente, hyun.

La sopa que le había servido, recién terminada de cocinar y emplatar, Min-hyeong resiste el impulso de rotar sus ojos y soltar un rotundo "duh". Un desastre, pero uno pequeñito, le había dicho Hyeon-jun. Pero un desastre al final del día.

— Debe soplar antes de comer, Min-seok — Ugh, no puede creer que tenga que decir cosas tan obvias. ¿Quién crió a este chico? No importa, mientras esté en su turno, bajo su cuidado, debe ser su niñero.

— No puedo, dele legua — Apunta a su lengua aun al aire. Mocoso. No puede creer lo que va a hacer. Sus ojos ruedan contra su voluntad. La paga, se recuerda como un mantra, la paga es buena.

Toma la cuchara olvidada en su plato, la llena con líquido y pedacitos de verduras, y antes de continuar toma un respiro profundo. La paga. Y sopla, suave, hasta que ya no hay vapor caliente emanando de ella, y la acerca al rostro de Min-seok.

Su mirada lo dice todo, se ríe de él, de la situación, de que puede hacer al alfa hacer esto por él. Espera que esto no despierte nada en el omega. Ruega que esto no marque precedente en su dinámica. Su boca envuelve la cuchara, sus labios aun en una sonrisa.

Hmm~ — Expresa tapando su boca, Min-hyeong mentiría si dijera que el sonido no hace algo en su interior — está rico, hyung~

Su alfa no está acostumbrado a recibir cumplidos, menos tantos en un solo día provenir de la misma criatura que lo despierta de su sueño. Pero su conciencia está al tanto, sabe cómo actuar, sabe mantenerlo a raya. Y a la vez se pregunta si es así con Oner, con todos, con otros alfas, o si es solo con él. Guarda en lo más profundo de su alma ese pensamiento, ese deseo de ser el único.

Su propio plato se enfría, mientras se enfoca en alimentar al menor. Sabe que en un punto la comida ya no está caliente, está seguro que en ningún momento realmente era necesario que le diera de comer él mismo, pero lo que le termina preocupando al final del día, no es si Min-seok lo ha hecho a propósito, ni que sí puede justificarse a sí mismo sus acciones. No. Lo que le preocupa, lo que lo mantendrá despierto está noche es que le gusta.
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Min-hyeong nuevamente se encuentra siguiendo los pasos del menor en dirección de su habitación. Ésta vez mentalizandose para confrontar el aroma a omega que lo esperaba. Ésta vez no lo encontraría desprevenido.

En su habitación, Min-seok se ve más agusto. Cualquier incomodidad residual de la conversación en la cocina ya no se ve en su rostro. El alfa lo observa desde su posición, su espalda contra la puerta cerrada. Lo ve merodear buscando una muda de ropa, entrar y salir del baño ahora con un suave olor a menta fresca y usando su pijama. Así como también lo ve sentarse frente al tocador y encender las luces LED del espejo. Está de espaldas contra el alfa, pero éste lo mira a través del reflejo. Como lentamente se quita su maquillaje, aplica su rutina nocturna, lento pero seguro, como si lo hubiera hecho miles de veces. Por lo que fue inesperado verlo dudar.

Titubea un segundo antes de sacar una toallita desmaquillante. Sus ojos que se miraban a sí mismo fijamente, sin dejar pasar ningún detalle, ahora miran a Min-hyeong, apenado.

El desmaquillante corre por su cuello, lento, pausado, titubeando. Y ahí es cuando lo ve. Las marcas en su cuello. Manchas amarillas, azules y verdes adornan su garganta y cerviz. Cuatro marcas distintivas en su nuca, dos arriba de sus clavículas. Marcas de manos, manos que alguna vez ahorcaron su cuello.

Min-hyeong ahora comprende realmente cuál fue el altercado que tuvo Min-seok.

Sus ojos se cierran con coraje, no puede ver más, no necesitan ver más. Ahora entiende porqué está aquí. Porqué la agencia del omega los contrato. Seguramente los abogados y agentes llegaron al acuerdo de prestar vigilancia al omega a cambio de evitar que despidieran al alfa detrás del ataque. De por sí dejar ir a un alfa por lo que paso con "un omega" es bastante difícil, los medios y el público sólo encontrarían una forma de culpar a Min-seok del incidente, en especial si el atacante era más popular, y la agencia se vería en controversia independiente de a quien decidieran apoyar.

Min-hyeong lo entiende, comprende las políticas sucias detrás del mundo del espectáculo, no significa que le guste ni mucho menos lo respete. Tampoco significa que su alfa simplemente lo pueda dejar ir.

— Min-seok — Se oye a sí mismo hablar antes de que pueda siquiera pensarlo. Sus manos detrás de él, sus puños se cierran, sus uñas aprietan contra sus palmas. La mirada del menor lo evita — ¿Quien...

— No se si deba — Pero sus ojos lo evitan, dirigiéndose contra la toalla ahora sucia con maquillaje.

— Min-seok, no puedo obligarte a decirme nada, pero — Toma un trago de saliva, sus labios fruncidos de coraje intentan calmarse, su mirada busca la del omega en el espejo. Intenta respirar, no quiere estresarlo más de lo que seguramente está, un alfa furioso en su habitación después de haber sido atacado por otro, él lo entiende — Pero...

— Está bien — El menor se da vuelta en su asiento para mirarlo cara a cara. Sus ojos tristes, una sonrisa suave, sus manos en su cuello acariciando su piel dañada. — Ahora te tengo a tí.

Min-hyeong mentiría si dijera que escuchar eso no logró calmar a su alfa.

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El cuarto que le asignaron se encuentra al lado del de Min-seok, es la primera puerta que se encuentra frente al pasillo del elevador, si alguien quisiera ir donde el omega, primero tendrían que pasar por él. Aún así no es suficiente. Para su alfa que aún se encuentra pensando en las marcas dejadas en su carga, la distancia es demasiado. No cree que si quiera dormir en el piso al lado de su cama sería suficiente para apaciguarlo.

Es un sentimiento que le aterra.

Una cosa es que le guste sentirse necesitado por un omega. Otra cosa es necesitar estar al lado de un omega en particular. Y no uno cualquiera, uno que se encuentra en su protección. Ha sentido preocupación antes, por supuesto que sí, ¿Que clase de guardaespaldas de élite sería si no le importará la vida de sus cargas? Pero ¿Esto? Esto es completamente diferente.

No existe nada más alfa que querer ser útil para un omega. No hay nada más arraigado a su instinto que cuidar de un omega, que querer mantenerlo seguro, que velar por sus necesidades. O al menos así siempre ha sentido a su segundo género, su padre siempre insistió que así fue como el universo los creó, que los alfas buenos son los que usan su fuerza, su cuerpo, su naturaleza para cuidar de aquellos que no pueden por sí mismos. Que por eso existen hombres y mujeres alfas, que existen para proveer a los que proveen vida.

No puede resistir querer servir a un omega, lo que debería evitar es alimentar este sentimiento por éste omega. Sea como sea, es una afición que amenaza con disrumpir la rutina que tiene. Su trabajo. Su vida.


El Guardaespaldas (GuRia, ABO, R18+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora