1. La asignación

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Min-hyeong a veces odiaba su trabajo.

Tener que andar de niñera para idols engreídos y niñatos ingratos hijos de padres ricos no era particularmente su idea de diversión. Tener que acompañarlos a fiestas mientras comen y beben, se divierten mientras él hace su mejor esfuerzo para evitar secuestros y fans obsesionados. Para luego tener que limpiar el vómito que queda en su camioneta de trabajo porque ninguno de ellos debería estar bebiendo como lo hacen. Hmm, no. Definitivamente está lejos de ser el trabajo ideal.

Pero tiene sus regalías.

Conocer celebridades, ver el detrás de escenas, los regalos; no era malo. Pero la mejor parte era la paga, era demasiado buena para dejar de hacerlo. Por lo que sí tenía que despertar a las 3 de la mañana para conducir y acompañar al aeropuerto a alguna cantante que claramente no tiene ninguna intención de ser amable con él. Estaba bien. La paga lo valía.

Los horarios eran irregulares, por lo que su refrigerador rara vez tenía comida, un yogurt abierto, una botella de kétchup que debería haber botado hace meses, y un queso de dudosa frescura. Su cocina no veía algo salvo un paquete de fideos instantáneos esporádico, nada aseguraba que esa semana siquiera estaría en casa, no valía la pena gastar en comida. La mayoría de sus comidas las pagaba la empresa para la que trabajaba o el evento donde se encontrara.

Sus hobbies no podían ser muy complejos, su horario de trabajo no se lo permitía, quizá por eso terminó jugando League of Legends. Honestamente el juego es como un cigarrillo, mientras sus compañeros de trabajo necesitan un break para nicotina, Min-hyeong necesita jugarse una partida. Y él era bueno, muy bueno, quizá en otra vida podría haber sido jugador profesional, le hubiera gustado, tiene un primo que lo es. Ah, pero es para otro momento. Ahora mismo lo que importa es la partida, su último juego antes de ir a dormir, la mañana siguiente debe ir a presentarse para una nueva asignación, un idol de segunda, una empresa pequeña, nada muy loco. Cree que nunca ha escuchado una canción del chico en la radio.

Click. Tecleo. Tap, tap, tap. Sus dedos corren en el teclado mecánico y su mano desplaza el mouse con precisión. Hoy es una de esas partidas que puede disfrutar, su soporte un tipo que ya conoce, por su elo, los emparejan seguido. El chico es bueno, extremadamente bueno, es un gusto jugar con él en el carril inferior. El chico lo cuida, ofrece peel, lo espera para volver a base, y honestamente pareciera leerle la mente, sabía exactamente cuándo entrar y salir de una pelea. Ojalá todos los soportes fueran así en sus clasificatorias. Vale la pena soñar, supone. No les toma mucho tiempo llegar al nexo enemigo, el cartel de victoria en su monitor. "GGWP keria :)" teclea rápidamente. En la sala post-partida, un saludo de vuelta de parte del soporte. A veces piensa en agregarlo, enviar una solicitud de amistad, juegan tan bien juntos, ¿Pero que se supone que le diga? en el elo en el que se encuentran no les permite ya jugar en dúo, solo queda esperar que el algoritmo se apiade y los empareje nuevamente.

Un bostezo, y su cuerpo parece comprender que ya es hora de ir a dormir. Apaga su computador, probablemente la única pieza de su departamento en el que realmente ha invertido su sueldo, y decide comenzar sus rituales nocturnos. Se afeita, no deja un solo vello fuera de lugar, mañana comienza a trabajar con un personal nuevo y no puede dejar una mala primera impresión. Lava su rostro y ocupa la crema humectante que alguna vez una chica de maquillaje le recomendó en un set de grabación, era una maravilla, le gustaría poder recordar quién fue para agradecerle, pero en su línea de trabajo era normal conocer gente que jamás volvería a ver, honestamente, seguro que ella tampoco lo recuerda. Lava sus dientes, y ya está, listo para la cama.

Lo último que ve antes de comenzar a soñar es la hora en el reloj digital leyendo 1 A.M.

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Ryu Min-seok no es lo que esperaba.

Las estrellas que suele proteger tienden a ser... diferentes, por decirlo de alguna manera. No solo eran altos, hermosos, la epítome del canon de belleza coreano, sino que también tenían cierta actitud, una agilidad en sus movimientos, una gracia innata imposible de replicar. Min-seok... él no es así.

— ¡Buenos días! Mi nombre es Ryu Min-seok, es un gusto conocer- ¡ouch! — La primera cosa que hizo fue golpearse en la frente contra la mesa al hacer una reverencia para saludar al nuevo equipo de seguridad. Por cómo respondieron el resto del staff que lo acompañaba, parecía ser algo normal, sin demostrar mucha sorpresa e inmediatamente como sucedió, el equipo ya se encontraba aplicando un paquete frío en el área, pero sin realmente ponerle mucha atención, casi ignorando lo sucedido.

El chico tenía una sonrisa de idiota, no sentía verguenza, más bien le encontraba cierta gracia a la contusión. Eso es otra cosa que notó, su expresión era dulce, humilde, poseía una esencia tierna. Su estatura más baja que el promedio, la forma en la que se paraba, sus piernas temblando de nervios, no parecía un idol, más un chico cualquiera, más cercano a un fan que al prototipo de K-pop idol que Min-hyong había experimentado previamente. Honestamente, se pregunta por qué su disquera se está esmerando en conseguirle un guardaespaldas. Su jefe le había dicho que era un trabajo fácil, que no habían amenazas de muerte, ni muchos fans locos. Entonces, ¿Por qué estaban aquí?

La reunión de seguridad fue corta, el edificio de la disquera del chico era pequeño, claramente no era parte de las grandes dinastías musicales, les explicaron que personal iba a estar trabajando con el idol, sus horarios, su calendario, las fechas de presentaciones donde necesitarían más de ellos, pero que en el día a día bastaba con un solo escolta. Se le explicaron los procedimientos y sistemas de seguridad, las palabras claves. El chico parecía ponerle más atención de lo normal, la mayoría de sus clientes pasaban de la reunión, siempre en el celular. ¿Pero Ryu Min-seok? Cuando escucho el nombre del personal hizo su mejor esfuerzo para recordarlo, Min-hyeong lo vio haciendo muecas, sus labios tratando de repetir los nombres una y otra vez en voz baja para no olvidarlos. Quizá su jefe tenía razón, podría ser un trabajo fácil. Finalmente.

El Guardaespaldas (GuRia, ABO, R18+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora