8.

4.3K 210 4
                                    

- A ver si me he enterado bien... - Comentó Violeta, frotándose las sienes. - ¿Acabas de decir uniformes de rugby? ¿Eso es lo que ha salido de tu boca? - Preguntó incrédula.

Su mánager asintió, convencido de su idea. Llevaban dos días de reuniones conjuntas, dándole vueltas a la mejor manera de presentar la canción. Habían ganado la batalla musical, consiguiendo que el tema se quedase en lo que ellas querían desde el principio: una balada melódica en vez de la propuesta más uptempo que le proponía el equipo de la discográfica. Les había costado, pero después de un par de interpretaciones con Chiara al piano y sus voces se acoplándose perfectamente, la pelota había caído de su lado.

Ahora, lo del videoclip estaba siendo otra historia. La pelirroja había perdido la cuenta de las horas que llevaban en aquel despacho, descartando ideas porque ninguna encajaba con lo que ellas querían transmitir. Le iban a salir arrugas de lo mucho que estaba frunciendo el ceño esa mañana.

- Y has comentado algo de un... ¿high school? - Cuestiono Chiara a su lado. Por el tono, Violeta interpretaba que ella tampoco daba crédito.

- Sí. - Respondió el hombre. - Nos imaginamos algo así como un vestuario, ¿sabéis? Con taquillas y ese rollo teenager. - Añadió, guiñando un ojo hacia la británica por haber utilizado una palabra en inglés.

La pelirroja rodó los ojos internamente y notó como su novia se tensaba a su lado.

- Pero... Nosotras no somos teenagers. - Replicó la balear, ajustándose las gafas y mirando seriamente al ejecutivo. - Y la canción no tiene nada que ver con eso tampoco.

Él les soltó un discurso de como eso encajaría bien entre el público objetivo de Violeta, como sería una garantía de visualizaciones en redes y plataformas de vídeo y blablabla.

La granadina puso una mano sobre la rodilla de Chiara bajo la mesa, para detener el movimiento nervioso que estaba haciendo. Eran las primeras tomas de contacto reales de la chica con la industria y su forma de trabajar. Ella estaba más acostumbrada, pero entendía que a la morena se le estaba haciendo difícil.

Acarició su muslo un par de veces, hasta que el movimiento paró y la mano de la menorquina encontró la suya sobre su pierna, entrelazándolas y destensando un poco los hombros.

Escucharon alguna propuesta más, que tampoco les gustó del todo, y Violeta pidió un tiempo para pensarlo y darle una vuelta tranquilamente. El hombre las citó al día siguiente por la tarde, dándoles casi 24 horas para reflexionar.

- ¿Tenemos algo más para hoy? - Preguntó Chiara ya en el coche, claramente frustrada con lo poco productiva que había sido la mañana.

- Nop. - Respondió la ex periodista, acentuando la 'p' del final. - Tenemos la tarde completamente libre para nosotras.

La británica resopló y se pasó una mano por el pelo. Violeta sabía lo exigente y perfeccionista que podía llegar a ser y notaba como esos días la estaban sobrepasando un poco. Sacó el teléfono y rechazó los planes que Ruslana le había propuesto para esa tarde. Quería descansar y, sobre todo, pasar un poco de tiempo con su novia sin tener que hablar de trabajo.

Chiara se fue directamente al teclado nada más entrar por la puerta. Violeta suspiró, ordenando los zapatos que la menor había dejado desordenados en el recibidor. Sabía que la música era lo único que podía desconectar la cabeza de la balear, por irónico que fuese en esa situación.

Se fue a la cocina y preparó dos sándwiches. No le apetecía cocinar y dudaba que la otra chica tuviese hambre, así que con algo ligerito les bastaba. Se tomó su tiempo, poniendo mimo en cada ingrediente y cada capa, sirvió dos vasos de agua y sacó de la nevera un par de yogures para completar el menú. El suyo de mango y el de la británica de lima limón, como siempre.

Against the worldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora