Capitulo 26

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─ ¿Rebecca? ─ Freen preguntó mientras sacaba la llave de la cerradura y cerraba lentamente la puerta detrás de ella ─. ¿Amor?

El lento y melodioso sonido del piano se cortó y las notas se desvanecieron en el silencio. Freen se quitó las botas y se dirigió a las escaleras, el peldaño inferior crujió levemente y su mano rozó la barandilla barnizada mientras subía con su bolso colgado del hombro.

─ ¿Freen?

─ Sí ─ respondió ella, subiendo los últimos escalones y caminando por el pasillo.

La puerta de la sala del piano estaba abierta, una débil luz entraba a través de las ventanas abiertas, y Freen se apoyó contra el umbral por unos momentos, sonriendo para sí misma mientras miraba la espalda recta y el cabello castaño que caía sobre los hombros. La ventana dejaba entrar el olor del mar y el sonido de las olas, el cabello de Rebecca se agitaba con la suave caricia del viento mientras esperaba en silencio a que Freen se uniera a ella. Estaba de espaldas a la puerta, sentada en el banco acolchado del piano, y Freen podría haberse quedado allí todo el día mirándola, pero Rebecca finalmente se giró, con una expresión de exasperación en su rostro mientras lanzaba una mirada acusadora en dirección a la puerta.

─ ¿Estás acechando de nuevo?

─ Sí ─ rió Freen, entrando por fin a la habitación.

Caminó hacia el piano y tocó suavemente a Rebecca en el hombro, inclinándose para besarla en la frente. Arrastrando los pies para hacerle espacio, Rebecca le dedicó una sonrisa cansada, las sombras violáceas debajo de sus ojos delataban que aún no se había ido a dormir, y Freen se dejó caer a su lado, mirándola escrutadoramente. Extendiendo los dedos torpemente, Rebecca encontró el rostro de Freen y la atrajo hacia sí, sus labios se encontraron con un poco de torpeza que hizo a Freen sonreír suavemente mientras sus pestañas se cerraban. Cuando se apartó, con la frente arrugada por la preocupación, extendió la mano para acunar la mejilla de Rebecca, acariciando los círculos oscuros debajo de sus ojos.

─ Usaste la llave ─ murmuró Rebecca, con una lenta sonrisa dibujándose por su rostro.

El revoloteo en el pecho de Freen ante la expresión de alegría de Rebecca fue suficiente para que se sintiera feliz de usar la llave por primera vez, y no pudo evitar sonreír, mordiéndose el labio mientras agachaba la cabeza.

─ Lo hice ─ dijo Freen en voz baja.

─ Bien ─ respondió Rebecca, con un tono despreocupado pero con la cara radiante de felicidad por el simple gesto. Freen levantó su mano y besó el dorso, sus ojos brillaban de amor desenfrenado.

─ Aún no has dormido ─ señaló Freen en voz baja, jugando con un mechón suelto que caía sobre la cara de Rebecca y metiéndolo cuidadosamente detrás de su oreja.

Rebecca se encogió de hombros y sonrió a Freen con impotencia.

─ Mi ciclo de sueño no está sincronizado otra vez. Me distraje componiendo y perdí la noción del tiempo. No estaba lo suficiente cansada como para detenerme.

Dejando escapar un suspiro, Freen se puso de pie, su mano cálida en la de Rebecca mientras intentaba levantarla con ella.

─ Vamos, hora de dormir.

─ ¡Espera! ¿No quieres escuchar mi nueva pieza? ─ dijo Rebecca, sus labios se curvaron en una sonrisa mientras su mirada se desviaba hacia arriba, buscando ciegamente a Freen mientras arqueaba una ceja ─. Es para ti.

Su curiosidad se despertó, Freen se desplomó de nuevo en el banco, observando cómo una leve mirada engreída cruzaba el rostro de Rebecca y se giraba hacia las teclas, sus delgados dedos extendidos sobre la fila de marfil y ébano, y Freen aguardó expectante. La canción comenzó lenta, con una cadencia delicada que era suave y calmante, antes de que el suave ascenso y descenso de las notas se volviera un poco más audaz, creando una sinfonía relajante. Era diferente a las demás, las dulces notas hacían que la melodía fuera ligera, y Freen se sentía tranquila, encontrando paz en la suavidad de la canción.

Siempre nos hallamos en el mar  | FreenbeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora