Capítulo 14

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Se vieron todos los días de esa semana, ya que no tenían otras obligaciones que cumplir, pero no hicieron mucho más que sentarse en la cocina de Rebecca o sentarse en su porche trasero, a tomar té y aprender más de la otra mientras bailaban en torno a sus sentimientos. El sábado había sido la noche acordada para su cita, porque, aunque ninguna de las dos tenía trabajo, a Freen le gustaba pensar que el fin de semana era un buen momento para tener una cita, pero si era sincera, una parte de la razón por la que lo había aplazado era para que se le pasara el moretón que tenía alrededor del ojo. No es que fuera particularmente vanidosa, pero ésta era su primera cita con Rebecca y quería verse bien, incluso si Rebecca no podía verla. Entonces, cuando finalmente llegó el sábado, Freen estaba encerrada en su habitación, rebuscando entre la escasa ropa que había traído, tratando de decidir entre el vestido azul o el traje informal mientras miraba el reloj. Todavía estaba un poco nerviosa por su conversación con Nun, al tener que explicar por qué quería pedir prestado su auto un sábado por la noche, sonrojándose cuando le dijo a su madre adoptiva que iba a tener una cita con una mujer. Nun disimuló bien su sorpresa y le dijo que se divirtiera. Freen todavía tenía las mejillas un poco sonrosadas por la conversación, su corazón latía un poco más rápido de lo habitual mientras estaba parada frente al espejo, sosteniendo los dos contra ella. Al final, se decidió por el informal traje negro con la camisa blanca.

A las seis, se puso las lentillas y se colgó un pequeño bolso al hombro, se detuvo en la sala de estar para despedirse de Nun y luego se deslizó en el asiento delantero del auto, con una apretada bola de nervios creciendo en su estómago mientras conducía hacia la casa de Rebecca. Era una noche fresca y Freen respiró hondo mientras caminaba por el sendero que conducía a la puerta principal. Rebecca había oído llegar el coche y ya estaba abriendo la puerta cuando Freen se acercó, de pie en la sombra mientras Freen entrecerraba los ojos en la oscuridad, tratando de vislumbrarla. Entonces Rebecca salió, y en la penumbra del atardecer, Freen sonrió al verla con un vestido negro, renunciando a sus gafas de sol por esta noche, y devolviéndole la sonrisa mientras salía y tanteaba la cerradura, cerrando tras de sí.

─ Hola ─ la saludó Freen en voz baja, sintiéndose un poco tímida, a pesar de la sensación de calma que la invadió al ver a Rebecca. Era tranquilizador y reconfortante, se sentía a gusto en su presencia ─. Estas... muy hermosa.

Agachando la cabeza mientras se quitaba el cabello castaño de la cara, Rebecca soltó una risa tranquila.

─ Gracias. Estoy segura que tú también.

Sonriendo, Freen tomó el brazo de Rebecca, sus dedos suaves pero firmes contra su codo, y comenzó a guiarla hacia las escaleras, lenta y cuidadosamente para que Rebecca no tropezara con los pequeños tacones que se había puesto para la ocasión. Freen no pudo evitar sonreír ante los indicios del esfuerzo que claramente también había hecho para su cita. Freen no podía dejar de mirarla furtivamente mientras caminaban hacia el auto, le abrió la puerta a Rebecca y la ayudó a entrar, antes de rodearlo y subirse.

─ Así que, el lugar al que vamos está a aproximadamente una hora de distancia, pero también hice reservaciones en un lugar diferente en la ciudad en caso de que no te gusten los autos.

─ Estoy bien con los autos... siempre que no conduzca yo ─ dijo Rebecca, volviéndose para dedicarle una sonrisa irónica.

Riendo bajo, Freen sacudió la cabeza y se alejó de la acera, poniendo la radio en una emisora de música clásica y dejando que el reconfortante sonido de un piano y un violín las inundara mientras pasaban por caminos bordeados de pinos, con racimos de flores y arbustos, iluminados por los faros amarillos, mayormente en silencio, pero con algún que otro comentario o pregunta sobre el día de la otra. Al acercarse a las vías del tren oxidadas y anaranjadas, Freen levantó ligeramente los pies de los pedales, con una leve sonrisa en sus labios mientras se volvía hacia Rebecca.

Siempre nos hallamos en el mar  | FreenbeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora