XIX .- Capítulo

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Zamasu detuvo algunos golpes de parte del menor, sosteniendo el puño de Shin lo atrajo hacia él viéndose ambos. Shin le dedicaba una mirada de enojo y él simplemente se sonreía. Llevaban unos momentos luchando, Zamasu esquivando los golpes y ataques del menor.

—Eres un miserable Zamasu–dijo molesto Shin al ser frenado por él.

—Muchas veces me lo has repetido y creó que es verdad.

Zamasu soltó a Shin y el menor le propino un golpe en el rostro, pero eso no movió a Zamasu.

—No sabes cuanto deseo acabar contigo Zamasu.

—Y por qué no lo hacés.

—No me tientes Zamasu.

—Sabes que no eres capaz de hacerlo Shin, no puedes hacerlo como también no pudiste salvarla–dijo–Sabes la humana grito tú nombre antes de morir, que quede en tu conciencia que tú fuistes el responsable de que eso sucediera.

Shin se detuvo, no tenia fuerza para pelear, las palabras de Zamasu eran como arma que lo lastimaban lentamente. El lío en su cabeza aumento con gran magnitud cegándole el sentido como también un nuevo dolor se hizo presente.

—Ahora si tu acabas conmigo, si lo logras iras a prisión. Te convertirás en lo que tanto repudias de mi...un asesino.

—Callate!!!–le grito Shin y Zamasu sonrió.

—Vamos a intentarlo Shin...quien de los dos caerá primero–dijo y Shin lo miro con enojo–no me mires así, que culpa mía no es.

—Eres un ser despreciable, alguien que nunca mereció ser aprendiz.

Zamasu vio a Shin

—No es verdad Zamasu, que se siente ser un mal aprendiz que cayo por su misma culpa y su ideal de crear un mundo mejor te llevo a tú propia destrucción.

—...

—Al final no somos muy diferente Zamasu solo que a mi no me toco ser una manzana podrida en el árbol kaiju, yo tuve compañeros que si merecían ser supremos Kaiosamas solo que esa oportunidad no se dio y tu...te has puesto a pensar sobre ti.

—...

—Crees que realmente tus palabras insignificantes puedan lastimarme como lo hacia, Gowasu nunca mereció a un aprendiz como tú. Él merecía a alguien mejor, lástima que tú no supiste aprovechar lo que él te dio y vio en ti cuando te eligió, y tú estabas dispuesto a llegar hasta al punto de asesinarlo.

—Terminaste.. –Zamasu mantenía su vista en el suelo y en una de sus manos creo una espada de ki tenía la intensión de atacar a Shin solo que el menor se adelanto y esquivando el ataque de Zamasu perforo el corazón de este con su mano y lo que vino después fue un escupido de sangre que manchó su traje.

—Dijiste que me convertiría en un asesino... Sólo que yo Zamasu si tengo un motivo en especial y es ponerle un fin a esto para no verte jamas, nadie te recordada porque para todos tú ya estabas muerto.

Shin quitó su mano de Zamasu y este cayo al suelo aún votando sangre.

—Se acabó Zamasu, ya todo acabó tú perdiste y yo gane.

Shin vio por última vez el cuerpo de Zamasu y dándole una última mirada partió al planeta tierra creyendo encontrar a Sunme muerta, pero no fue así se sorprendió cuando al verla tomando un té en la sala mientras leía un libro ella al verlo lo invitó a pasar.

—Sunme estas bien?...–Preguntó aún conmocionado Shin al creerla muerta tal y como Zamasu le había asegurado.

—Sí por que lo preguntas–diría ella confundida al ver a su amigo.

—No por nada solo quería sabes si estas bien es todo.

—Ya veo, un tipo me dejo esto para ti–le enseñó una carta y Shin lo recibió agradeciendo para volver al planeta sagrado donde el cuerpo de Zamasu ha hacía inerte en el suelo.

Muchas veces la muerte no es la salida...
Pero creo que para mi lo es...
Y no digo que morir es natural en los dioses no ocurren eso
Y tampoco un perdón enmendan los errores
Solo lo intensifica...
Si yo te pido perdón no sería con palabras
Sería con hechos
Mi muerte tal vez te deje tranquilo y es lo único
Bueno que puedo hacer por ti Shin...

Shin estrujó el papel y llevando el cuerpo de Zamasu lo llevo a un lugar alejado donde cerca a un prado de flores escavo y enterró el cuerpo junto a esa carta.

Y dándole una última mirada se alejó, entonces ese miedo desapareció como también lo hizo ese mal sabor que sentía con la presencia de Zamasu, sonrió no de felicidad. Simplemente sonrió por que era libre por que el pasado ya había sido enterrado.

Entonces corrió por la verde pradera alzando su mano como si intentará volar, como si intentara demostrar que a pesar de todo el estaba ahí y libre...libre de todo lo que alguna vez lo martirizó.

Nadie podía ayudarlo
Pero se equivoco, si hubo
Él mismo pudo hacerlo

—Fin—

Nadie Puede AyudarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora