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Jack

Estaba en mi estudio leyendo algunas cartas que la gente del pueblo necesita. Habían cartas que decían que me querían fuera del Castillo, que me fuera lejos, que alguien como yo no puede gobernar.

Dejo las cartas encima del escritorio. Me recuesto sobre mi silla, y doy un pequeño suspiro. Luego, me levanto, y voy hacia la ventana. Al asomarme veo ese cabello negro.

Esta contemplando las rosas, esas mismas que hace unas semanas atrás no tenían vida. Y ahora, su color rojo es lo que más resalta del jardín.

Alguien golpea la puerta, asumo que es Kathrine, nadie a excepción de ella viene aquí.

—Pase—. Dije.

Al segundo entra Kathrine.

—¿Cómo estás?—. No le respondo, y sigo mirando hacia el jardín. Kathrine se acerca también a la ventana—. ¿Acaso no puede quedarse quieta? Esas rosas nunca han estado así de hermosas, y ahora que lograron florecer ella las toca como si fuera cualquier cosa—. Da un suspiro—. Iré a sacarla de ahí.

—No—. Pronuncié. Kathrine mi mira con confusión—. Déjala y retírate.

Ella hizo una reverencia y luego se marchó.

Yo seguía mirando por la ventana. Lo que dijo mi madre en la cena era cierto, Daphne era muy bella, pero siendo tan bonita, pudiéndose casar con el hombre que ella quisiera, ¿porqué firmó ese contrato?, ¿acaso no me tiene miedo, como los demás?

[…]

Mire el reloj, ya era casi la media noche. Decidí dejar hasta hay por hoy.

Salgo de mi estudio para ir a mi habitación, pero cuando abro la puerta lo primero que veo son esos ojos azules.

Ella me mira un poco sorprendida y asustada al mismo tiempo.

—Hola—. Ríe nerviosamente.  

—¿Qué haces aquí?— Pregunto.

Ella mira hacia todos lados. Al final da un suspiro.

—Se que no debería estar aquí, pero es que tenía curiosidad de ver tu biblioteca…

La miro fijamente. Ella comienza a jugar con sus dedos.

—Sígueme.

Es obediente y me sigue. Luego llegamos a la biblioteca

—¡Es enorme!—. Comienza a dar brinquitos.

Parece una niña pequeña

—Si quieres puedes tomar cualquier libro.

Voltea a verme, y sus ojos brillan más de lo normal.

—¿En serio?—. Dice algo emocionada. Comienza a correr por todo el lugar mientras la sigo… ¡¿por qué la estoy siguiendo?!—. No entiendo, si tienes tantos libros, ¿por que estabas en la biblioteca de abajo?

Oh, se refiere a ese día.

—Estaba buscando un libro que no encontré aquí.

—Ya veo.

Veo en su mano ya tiene un libro, y es un libro sobre como ser un buen líder.

—¿Por qué escogiste ese?—. Señalo el libro que tiene en su mano.

—Bueno, pues se supone que soy la esposa del rey ¿no?—. Hace una pausa—. Creo que sería bueno ayudarte para que no hagas todo tú solo. Eso es lo que hacen las parejas, se apoyan una a la otra…

—Vete.

—¿Qué?

—Que te vayas ahora—. Sentencio.

Sus ojos me miran un poco confundidos. Pero entiende, hace una reverencia.

—Que pases buenas noches, su majestad. Y gracias por el libro—. Pasa por mi lado. Escucho como abre la puerta y la cierra. Quedando sólo yo en la habitación.

¿Qué fue eso?, ¿por qué mi corazón se aceleró al escucharla decir eso?

Paso mis manos por mi cabello con frustración.

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Parece que a nuestro demonio le está empezando a gustar alguien.

Recuerden avisarme si ven algún error.

Nos leemos luego.

Un Demonio Como EsposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora