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—¿Cómo que qué hago aquí?—. Me regaña—. ¿Acaso no puedo venir a visitar a mi hijo?

—No es eso, es solo que me tomaste por sorpresa.

—Bueno, miren la hora, ya la cena debe estar servida, ¡vayamos a comer!

¿Por qué la gente últimamente llegan sin avisar?

Llegamos al comedor, la comida estaba servida ya, y Lairet estaba sentada, tal vez esperándome.

—Su majestad—. Se levanta para saludar a mi madre.

—¿Qué haces aquí Lairet?—. Pregunta.

—Yo solo quería visitar a Jack unos días—. Me mira, y luego vuelve a mirar a mi madre—. ¿Qué haces tú aquí?

—Yo también vine a visitar a mi hijo por unos días, y a su esposa—. Le da una sonrisa a Daphne, esta se la devuelve—. Pero tengo hambre, vamos a comer.

Nos dirigimos a la mesa, yo me siento donde siempre, mi madre se sienta a mi izquierda y Lairet a mi derecha, Daphne se sienta al lado de mi madre.

—¿Dónde están las criadas?—. Pregunta mi madre.

—Es que les dije que no las necesitábamos hoy, si quieres voy y las llamo…

—¡OIGAN, TENEMOS HAMBRE VENGAN Y SIRVANOS!—. Hace una pausa—. ¡POR FAVOR!

—Madre no tienes que gritar—. Pongo mi mano en mi frente.

En pocos segundos llegan las criadas, hacen una reverencia y comienzan a servirnos.

—Mm, algo esta mal—. Piensa detenidamente, luego voltea a ver a Daphne—. Querida ¿qué haces aquí?

—¿Perdón?

—Ay tontica eres la esposa de mi hijo, tienes que sentarte a su lado—. Voltea a ver a Lairet—. Lairet, ¿qué haces allí?, levántate y deja que Daphne se siente hay.

El ambiente se vuelve tenso, pero luego de unos minutos Lairet se levanta al igual que Daphne e intercambian puestos.
Mi madre tiene una sonrisa de triunfo en su rostro y empieza a comer. Volteo a ver a Daphne, ella igual tiene una sonrisa en su rostro.

Después de terminar de comer, mi madre empieza a contar historias de su vida, algo que ya después de oír más de un millón de veces empiezan a aburrirme, al igual que Lairet, la única interesada es Daphne.

—… entonces le dije que dejará de ser tan tonta, que por ser tan hipócrita se iba a ir al infierno, y no iba a reencarnar.

—¿No cree en la reencarnación?

—Para mi eso es pura mentira, ¿tú si crees?

—Hm… bueno, si—. Se detiene para pensar un momento y luego agrega—. He leído libros sobre eso, hace que se sienta real.

Se queda mirando sus manos que estaban encima de la mesa, su sonrisa se esfuma, parece que le preocupa algo.

—Bueno, ya me quiero ir a dormir. Así que yo me retiro primero—. Me levanto y miro a mi madre—. Tú también deberías, bueno, todos deberían.

Ella responde con un “tienes razón” y les dice a Daphne y a Lairet que hagan lo mismo, ambas obedecen.

[…]

Bajo a desayunar ya mi madre y Lairet están sentadas.

—Buenos días—. Les digo.

—Buenos días—. Me responden ambas.

Me siento y las criadas empiezan a servir.

—Falta Daphne, ¿dónde está?

—Debe estar por ahí, curioseando—. Le respondo.

Al terminar de desayunar mi madre sale a buscar a Daphne, y yo me quedo a solas con Lairet.

—¿Hacemos algo juntos hoy?—. Se sienta en el puesto que ocupaba mi madre hace unos minutos.

—Tengo trabajo, ve y recorre el castillo.

—Eso estaba haciendo haces unos días, pero tu “mano derecha” me prohibió tocar las rosas—. Dice frustrada.

—Fue una orden mía—. Le respondí, luego me levante de mi silla y me fui, pero Lairet comenzó a seguirme.

—¿Por qué diste esa orden?

—Porque soy el rey y si digo que no toques las rosas no las tocas.

—Es injusto—. Murmura—. ¡Jack! Mira, mira, mira—. Señala la venta que tiene vista al jardín. Me asomo y veo a Daphne, rociando las rosas—. Dile que no las toque.

Volteo los ojos.

—Tengo mucho trabajo ahorita Lairet, no me distraigas más.

—Pero dijiste que nadie podía tocar las rosas.

—Nunca lo dije de ese modo.

—¡Así lo entendí yo!—. Chilla.

Doy un suspiro. En ese momento aparece Kathrine, hace una reverencia.

—Que bueno que llegas—. Le digo—. Escucha da esta noticia a todas las personas  que se acerquen al jardín, a todo el castillo si es necesario—. Tomó un respiro—. Diles que nadie, ni siquiera yo, pueden tocar las rosas del jardín, a excepción de una persona, que es Daphne, ¿entendiste?—. Kathrine asiente con duda. Vuelvo a mirar a Lairet—. ¿Ya entendiste te lo tengo que deletrear?—. Le digo molesto—. Ahora, voy a subir a mi oficina y no quiero que nadie me moleste.

Paso por el lado de Kathrine, y subo las escaleras.

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Hello

Iba a subir el capítulo hace rato y se fue la luz KSKSKSKS

En fin, no he tenido imaginación, espero y les guste este capítulo.

Un Demonio Como EsposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora