♤ Capítulo 21 ♤

21 3 1
                                    


● Extrañar lo insignificante ●

Acasia.

Extrañar ya no sirve de nada, llorar y hundirme en la mierda tampoco. Insignificante es, extrañar lo que no va a volver.

Keiran me mueve, quita y pone y me levanta, no me suelta al guiarme para de donde reconozco por los gritos con el recién inaugurado edificio.

El aire me golpea y capta la bulla.

—¡Acasia, Acasia!, ¿Tomarás el control de la empresa de tu madre, la hiena de Londres?—alguien grita y parece que los ignoro pero no, no sé de donde esta cada periodista.—, ¿Crees poder soportar todo el odio de Londres por lo que tu madre hizo?

Siguen gritando preguntas que no sólo lastiman la poca estabilidad que logre recuperar por el apellido de papá, sino que hieren mi ego y orgullo de sentirme hija de él.

Keiran me mete a un auto.

—Vámonos Martín, y mañana quiero demandas sobre los medios—oigo las órdenes y el rápido tecleo de Martín.—, todos tienen prohibido hablar de mi esposa, tampoco quiero acceso para Ariella en la empresa y casa. Ya no tiene mandato en ella.

—¿Ese fue el papel que te firmo?—le pregunto.

—No sólo para el mandato de todo lo tuyo, sino para revelar tu identidad, básicamente para joder aún mas tu vida.

—¿Y Berk?

—No te preocupes por él, lo ha preparado desde niño para ser un buen chivo expiatorio. La atención caerá sobre él al ser intocable tu. Ariella siempre te ha puesto sobre todo y sobre tu padre.

—Basta, es suficiente información—lo detengo—, quiero llegar a dormir.

Todo se queda en silencio, hasta Martín le ha quitado el sonido a su teclado, pero no ha parado de escribir. Ese mocoso respira a través de la tableta.

Llegando a la casa, me voy directo a la habitación, Keiran no se aparece para nada.

Y lo agradezco.

Semanas después.

Intento de nuevo para confirmar lo que apenas descubrí y no, no estoy loca. Puedo visualizar la sombra rápida de mi mano cruzando mis ojos.

Estoy recuperando la vista.

Salgo de mi habitación y logro vislumbrar las sombras de las cosas en el pasillo.
Poco a poco voy distinguiendo las cosas.

Escucho las voces de Keiran y Martín y me regreso a la habitación, no quiero que se entere de que estoy recuperando la vista. Su experimento esta caducando.

Me acerco al balcón antes de que toquen la puerta.

—¿Puedo pasar?—,Carly entra antes de preguntar con su voz chillona.

—Ya has entrado, Carly—escucho que deja una bandeja con comida—, retírate. Gracias.

—Claro, permiso—sus pisadas son suaves pero no imperceptibles, cierra la puerta con ambas dentro.

KarmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora