♤ Capítulo 19 ♤

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● Poder y Gloria ●

Keiran.

Me mantengo alerta cómo ella lo hace con la conversación que tengo con Milano y con su cliente potencial.

Sé  que algo sospecha por que su intuición se ha estado actualizando, mejorando para su propio final.

—Su esposa es una gran arquitecta—mencionan—, tiene mucho potencial para algo grande.

—Mi esposa no esta hecha para pasar desapercibida—respondo—, tiene potencial para esto y para más.

Ambos hombres solo asienten a mi respuesta y se centran en platicar entre ellos mientras yo sigo a mi esposa con mi mirada, su postura rígida, su sonrisa falsa, esos ojos fríos que no mostraron nada en el funeral de sus amigos. Mientras los demás se hundían en el dolor, ella observaba.

Ocultando su culpa.

No duramos mucho en el lugar y no asistimos al entierro, Acasia ya hizo lo que tenía que hacer y el clima de Italia no me gusta cómo a ella no le gusta el de Londres.

—Caballeros, los molesto—regreso al momento para mirar a mi esposa—, la fiesta esta por terminar y nuestro avión espera, Keiran.

Milano la mira con esa familiaridad que no me gusta. Se saludan efusivamente y en ese corto saludo parecen decirse muchas cosas.
Abrazo la cintura de mi esposa cuando deja de compartir cosas con este hombre.

—¿No iban a quedarse hasta mañana, arquitecta?—pregunta su cliente potencial.

—No, era una posibilidad pero no podemos—es determinada—, con la nueva sede en Londres y los nuevos proyectos no tengo mucho tiempo disponible para no ser productiva.

No muestra signos de incomodidad por mi cercanía, se mantiene hablando con su cliente.

—Keiran, no tome mis comentarios mal pero, tu esposa es hermosa y esos ojos hipnóticos no están en ella para pasar desapercibida.

No, no me gusta esto. Milano no espera respuesta, se va.

Acasia me mira y debo darle la razón a Milano.

Tiene tanto poder en ese verde miel que adornan sus ojos, y a quién es mas poderoso que tú.

Hay que hacer algo al respecto.

En Londres ya es tarde cuando el avión aterriza, Acasia baja y Martín la sigue

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En Londres ya es tarde cuando el avión aterriza, Acasia baja y Martín la sigue. Cuando piso el último escalón, Martín ya tiene su tableta en mano y ajustando sus gafas de montura.

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