Capítulo 6 - La Casa de la Luz.

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<<—Dígame usted, señor... ¿Cuál cree usted que es la regla más importante sobre la magia arcana en su experiencia?
—Hablar de reglas en algo que, al principio de su investigación, parecía que no estaba atado por ninguna ley lógica... Es algo muy difícil de realizar —con una soltura en sus palabras, él puso su brazo de acero cuidadosamente sobre el brazo de la silla, en la cual se sentaba en una postura erguida. La mirada del público era palpable, como si fuera un monstruo en sí mismo. ¿Quién no estaría expectante de las palabras sabias del profesor?
—Pero diría que hay una regla para la investigación de tal arte. Comprender que, con cada paso, cada vistazo, cada ladrillo, y cada camino que nosotros trazamos... No es nada.
Es por ello que debemos seguir, infinitamente.
No hay tal definición de 'final', no para mí, por lo menos.
Debemos continuar.
Debemos seguir.
Debemos proseguir hasta lo Absoluto.>>

- Entrevista con el Profesor G., Universidad de Cristal; Ánkaro, Faghant.


—¡Bienvenidos a la Casa de la Luz!

Al abrir la puerta, tanto el pequeño mudkip como el esbelto toxtricity fueron bienvenidos a la casa de la chansey, conocida vulgarmente como la 'Casa de la Curación'.

En los demás distritos, sus habitantes son libres de ir a cualquier doctor cualificado para que sus heridas sean tratadas, por un módico precio, por supuesto; un precio que, no obstante, era como darle un brazo entero al médico para todos los habitantes del Distrito 1.

Es por ello que era entendible que la mayoría de personas que vivían en el primer distrito iban a aquella casa cuan santuario en lo más profundo de un largo laberinto urbano. Un lugar —enmascarado como una humilde posada— en el cual, la dueña trataba a cualquier herido con su magia con total amabilidad.

¿Pierna rota? Volverías a caminar en un santiamén.
¿Fiebre, tos? Desaparecían en dos segundos después del tacto casi angelical de la curadora del Distrito... Por supuesto, todo debía mantenerse en secreto, y aquella chansey se volvió el objeto más preciado y protegido por todos los habitantes. Tan grande era la sobreprotección que tenían los habitantes que, si el nombre de la Casa de la Luz era mencionado fuera del distrito, todo el mundo iría a por aquella persona hasta poder coserle la boca.

...De manera metafórica, o por lo menos eso esperaba Tajo después de escuchar la explicación de Alkrad, mientras que él tomaba un asiento cerca del largo mostrador de madera.

'Todo esto es técnicamente ilegal...' Y eso era cierto, afirmaban los pensamientos del pequeño renacuajo que parecía que se iba a volverse agua por las miradas intranquilas y hostiles de los demás 'comensales' de la posada.

—No te preocupes, Tajo —comentó Alkrad mientras le daba una pequeña palmadita en la cabeza—. Solo son paranoicos, de seguro que les caerás bien después de un tiempo~.

—E..Eso espero... ¿Las heridas todavía te duelen?

—Nope, todo est- —se retorció al sentir la pata del mudkip tocando su brazo que parecía un hueso mordido por un houndoom— ...Vale. Duele. Pero solo un poco.

—Ya lo suponía... —suspiró, y buscó en la pequeña bolsa que traía consigo, el prudente tipo agua sacó un par de bayas aranja que había guardado en el fondo, para después dárselas a Alkrad—. Es por eso que me guardé un par del desayuno, espero que te ayuden a recuperarte.

—Sí que te preparas bien —comentó con una pequeña risa, a la vez que agradecía al mudkip—. Me comeré una, tú deberías comerte la otra. Hoy daremos una pequeña gran caminata para enseñarte todo el lugar~.

Tajo accedió al trato, tomando de la otra baya y comiéndola para recuperar energías. Al ser pequeño, no sentía que las energías se le fuesen muy rápido, en vez, sus pequeñas patas ladeaban de lado a lado para calmar su inquieto cuerpo.

Pokémon Mundo Misterioso: Tempus FugitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora