Desde que Cedric Diggory de la casa Hufflepuff, campeón de Hogwarts murió a manos de Colagusano por órdenes de Lord Voldemort, los hermanos Potter han vivido con cierta paranoia de que en cualquier momento algún mortífago o el mismo Voldemort este detrás de ellos para matarlos.
A cada rato cada vez que algún Potter sale de la casa Dursley tienen que mirar por encima de su hombro para estar seguros.
Y por las noches duermen con un ojo abierto, eso sí es que no les gana el sueño y despiertan después de una horrible pesadilla.
El lado bueno es que el más caluroso en lo que iba de verano llegaba a su fin, y un silencio amodorrante se extendía sobre las grandes y cuadradas casas de Privet Drive.
Los coches, normalmente relucientes, que había aparcados en las entradas de las casas estaban cubiertos de polvo, y las extensiones de césped, que solían ser de un verde esmeralda, estaban resecas y amarillentas porque se había prohibido el uso de mangueras debido a la sequía.
Privados de los habituales pasatiempos de lavar el coche y de cortar el césped, los habitantes de Privet Drive se habían refugiado en el fresco interior de las casas, con las ventanas abiertas de par en par, en el vano intento de atraer una inexistente brisa.
—Toma te traje unos—Matt se acerca a su hermano dándole unos caramelos muggles.
—Gracias—Dijo Harry tomando algunos caramelos.
Ambos hermanos volvieron a tener pesadillas, en el vecindario son conocidos cómo unos chicos problemáticos y los vecinos les daban malas miradas.
Los dos decidieron esconderse detrás de una enorme mata de hortensias,esa noche los transeúntes no podían verlos.
De hecho, sólo habrían podido descubrirlos su tío Vernon o su tía Petunia, si hubieran asomado la cabeza por la ventana del salón y hubieran
mirado hacia el parterre que había debajo.Quizá no estuvieran muy cómodos tumbados sobre la dura y recalentada
tierra, pero al menos en aquel lugar nadie le lanzaba miradas desafiantes ni hacía rechinar los dientes hasta tal punto que no podía oír las noticias, ni lo acribillaba a desagradables preguntas, como había ocurrido cada vez que alguno de los los hermanos habían intentado sentarse en el salón para ver la televisión con sus tíos.Era peor cuando se sentaban en la sala juntos con ellos.
—Me alegro de comprobar que esos dos delincuentes hayan dejado de intentar meterse donde no los llaman. Pero ¿Dónde estarán?—Ambos escucharon la voz de Vernon Dursley.
—No lo sé —Contestó Petunia con indiferencia—En casa no están—Vernon soltó un gruñido.
—Ver las noticias… —Dijo Vernon en tono mordaz—Me gustaría saber qué es lo que se traen esos dos entre manos.
—Vernon...—Petunia quería decir algo pero Vernon siguió hablando
—Como si a los chicos normales les importara lo que dicen en el telediario. Dudley no tiene ni idea de lo que pasa en el mundo, ¡Dudo que sepa siquiera cómo se llama el Primer Ministro! ¡Esos dos andan paranoicos! Además, ni que fueran a decir algo sobre su gente en nuestras noticias…
—¡Vernon! ¡Chissst! —Le advirtió Petunia—¡La ventana está abierta!
—¡Ah, sí!… Lo siento, querida—Los Dursley se quedaron callados.
Los Potter oyeron la cancioncilla que a Matt le parece muy estupida, que anunciaba los cereales Fruit ’n’ Bran mientras observan a la señora Figg, una anciana chiflada amante de los gatos que vivía en el cercano paseo Glicinia y que en ese momento caminaba sin ninguna prisa por la acera.
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Los hermanos Potter y la orden del Fénix.
FanfictionLas tediosas vacaciones de verano en casa de sus tíos todavía no han acabado y Harry y Matt se encuentran más inquietos que nunca. Apenas han tenido noticias de Ron y Hermione, y ambos hermanos presiente que algo extraño está sucediendo en Hogwarts...