1- La Dama llega a Hogwarts

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Esta historia tiene lugar durante los primeros meses de la historia del Misterio del Príncipe (HP6) al inicio del curso escolar, y puede ser continuada por la historia canon.

***

Era el sueño más extraño que Harry había tenido jamás, y sin embargo, sentía una extraña familiaridad. Le parecía que ya había estado allí antes, pero no recordaba cuándo.

Al principio, sólo oía el sonido de las olas, calmadas y cercanas, pero cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, pudo adivinar la forma de una alargada playa de fantasía, lisa, alargada, cubierta por arena suave y blanca, bordeada por interminables hileras de palmeras. El agua susurraba, arrastrándose por la arena. Aún no había amanecido, y se respiraba paz y tranquilidad.

Harry no conseguía recordar dónde había visto ese lugar antes, pues él nunca había visitado en persona una playa así. Pero no dejaba de tener esa extraña sensación de haber estado antes allí, aunque quizá con otro cuerpo y otro nombre.

Pero entonces, el susurro del agua se transformó en otra cosa: el siseo de una serpiente, cercano y amenazador. Harry se puso en guardia, intuyendo que estaba en peligro, pero no había nada ni nadie cerca de él.

El agua, antes calmada, se convirtió en una superficie de escamas que se movían, iluminadas por la suave luz de la luna. Las palmeras cayeron al suelo y aumentaron de tamaño, uniéndose entre sí, formando una masa alargada y siseante. La piel de la serpiente era infinita, y parecía rodear el mundo. Harry se vio rodeado por aquel larguísimo cuerpo escamado, sin posibilidad de escapar.

De repente, el círculo se cerró, y Harry sintió cómo el animal le apresaba y le inmovilizaba con un abrazo frío, y se vio atrapado, incapaz de huir o respirar. A lo lejos, oyó los gritos de una mujer, pero no pudo entender sus palabras.

Su ojo izquierdo comenzó a doler, como si le quemara...

***

A varios kilómetros de allí, la mujer abrió los ojos. Era otra vez el mismo sueño, con la playa, el mar y la serpiente. Y aquel insufrible dolor... Pero esta vez había sentido algo diferente, como una presencia junto a ella. Podría jurar que se trataba de un chico...

–¿La señora se encuentra bien? –una elfina la miraba con preocupación, desde los pies de la cama. Sus enormes y redondeados ojos verdes brillaban en contraste con su piel grisácea.

–No es nada, Win –respondió ella, con voz cansada. Hacía varias noches que no lograba dormir, y le estaba pasando factura. Pero haciendo un esfuerzo, se levantó, ignorando el dolor de su cabeza y dejó que Win preparase su ropa.

Aunque no quería hacerlo, se miró en el espejo y gruñó. A pesar de que estaba en mitad de la treintena, su reflejo parecía el de una persona más mayor. Su pelo negro caía en desorden sobre sus hombros, despeinado tras la agitada noche, y sus ojos estaban enmarcados por profundas ojeras.

Pero lo que más destacaba sobre su rostro era la cicatriz que surcaba desde el lado izquierdo de su frente hasta la barbilla. La oscura línea cruzaba su ojo, su mejilla, y casi rozaba la comisura de su labio. Su ojo izquierdo era, por esa razón, de color gris opaco, como una esfera llena de humo, y contrastaba con su ojo sano, el cual parecía sumido en la oscuridad.

Aquella cicatriz era una marca que permitía distinguirla de los demás mortífagos, y hacía que todos la reconocieran. Ella era la Dama, y así era cómo debían referirse a ella.

La Dama se vistió con la ayuda de Win, y comprobó que su túnica negra tapaba desde su cuello hasta sus pies. Recogió su pelo ondulado en un apretado moño, y mirándose en el espejo, fijó sus facciones en una cuidadosa expresión neutra. Debía ocultar a toda costa cualquier asomo de nerviosismo o emoción de su rostro.

La Dama oscura (Severus x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora