19- La lucha en la caverna

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El mar estaba tranquilo, y las olas bañaban la arena. Los gritos y risas de los niños que jugaban en la orilla sonaban por encima del arrullo rítmico del agua. Unos metros más allá, Hellen se bañaba con el agua por la cintura, mientras jugaba con Eily.

Cogía a la niña en brazos y la lanzaba al aire, para dejarla caer con cuidado sobre el agua. Eily reía y pataleaba con sus pies, salpicando a su alrededor.

Severus las observaba desde debajo de una sombrilla, sonriendo ligeramente ante la risa lejana de la niña. Había sido buena idea regresar a Hawái durante las vacaciones.

Hellen salió del agua y dejó con cuidado a Eily sobre una toalla, antes de envolver a la niña en un albornoz. La piel de la mujer había adquirido un ligero tinte bronceado en los pocos días que llevaban allí, y su pelo caía libremente por encima de sus hombros, goteando.

Él no se cansaba de mirarla, pero de repente, una molestia repentina en el brazo le hizo arrugar la cara.

–Severus ¿qué te ocurre?

–Mi brazo vuelve a escocer –él se frotó el antebrazo por encima de la camisa.

–Eso te pasa por no usar el repelente de mosquitos –Hellen agitó un bote de crema y comenzó a aplicársela por las piernas–. Siempre te confías.

–No creo que sea eso –Severus se arremangó y miró con atención la tenue mancha azulada que cubría su piel. Parecía un moratón.

–¿Cuándo te has golpeado el brazo?

–Creo que me lo hiciste tú anoche –ella le lanzó una mirada sorprendida que rápidamente se transformó en una de picardía.

–No te oí quejarte –le secó el pelo a Eily, sonriendo, pero Severus seguía mirando su brazo, preocupado. Aquella mancha alargada...

–Me recuerda a la Marca –murmuró. Hellen le miró alarmada.

–No bromees con eso.

–No lo hago. Pero la sensación es similar.

Ambos se quedaron en silencio durante unos minutos, mientras Hellen le aplicaba crema a la niña.

–¿Has hablado de esto con Dumbledore?

–Aún no. Quería descartar... Esperaba que fuese otra cosa –ella le miró asustada.

–¿Y si...? ¿Crees que él...? –no se atrevía a formular la pregunta, pero él la entendió.

–No lo sé, pero existe la posibilidad –Severus la miró–. ¿Tú no notas nada?

–Nunca le he buscado –replicó ella, nerviosa–. Si estuviese vivo, podría encontrarme –Hellen abrazó a Eily, preocupada–. ¿Y si vuelve? –susurró–. ¿Qué vamos a hacer?

Severus no respondió. De repente tenía mucho frío, a pesar del calor abrasador del sol.

***

–¿Cuál es el motivo de su visita?

–Queremos reunirnos con el Ministro Fudge.

–¿Tienen cita?

–No nos hace falta –sonrió Dumbledore, pero la secretaria le observó con cara de pocos amigos.

–Informaré de su llegada.

Los magos esperaron, sin muchas esperanzas. Snape estaba tenso, como si esperase un ataque sorpresa, y McGonagall miraba con disimulo a su alrededor. La Dama parecía distraída, pero en realidad estaba explorando con su mente los otros departamentos. Podía sentir a Eily, pero aún no sabía dónde estaba.

La Dama oscura (Severus x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora