15- Sentimientos encontrados

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Sólo habían pasado unos días juntos, pero lo habían cambiado todo. Ahora las cartas se sucedían con más frecuencia, y su contenido no era corto ni decepcionante. Win viajaba todo el tiempo, cruzando hasta el otro lado del mundo, tratando de ser discreta y silenciosa, mientras entregaba los mensajes que con tanta expectación se esperaban.

Hellen había caído por completo en el enamoramiento más absoluto. Se sentía feliz a todas horas, y una renovada energía llenaba su pecho y daba un nuevo ritmo a sus pasos.

No podía evitarlo, le amaba. Desconocía cómo y por qué había desarrollado esos sentimientos, pero tampoco quería sentirse de otra manera. Win le había asegurado que no estaba bajo la influencia de ningún hechizo o poción, pero eso tampoco explicaba la repentina aparición y la fuerza de sus emociones. Al fin y al cabo, apenas le conocía. No sabía hasta qué punto podía confiar en él.

Pero cada vez que recordaba los días que habían pasado juntos sonreía como una tonta, y cuando recibía una carta suya, su pecho estallaba de felicidad. Nunca había sentido nada así por nadie, pero no quería que parase. Su nombre y su recuerdo llenaban su mente y su corazón.

Por su parte, Severus también estaba desconcertado. No comprendía qué le había sucedido ¿Por qué se había preocupado tanto al leer su carta? ¿Por qué había ido a verla? ¿Por qué se había quedado en su casa, deseando que el tiempo no pasase tan rápido? ¿Por qué estaba planeando cómo volver a verla? ¿Por qué las cartas nunca parecían suficiente?

Desde que había regresado de Hawái, la imagen de Hellen llenaba todos sus pensamientos y le causaba una inmensa felicidad. Cada vez que cerraba los ojos veía sus ojos y su sonrisa, y podía recordar su olor a sal como si aún tuviese la nariz enterrada en su cuello.

Le costaba muchísimo disimular esa sensación de euforia delante de sus alumnos y de los otros profesores, e incluso Dumbledore le había hecho alguna broma comentando su repentino buen humor.

Pero ¿cómo de profundos y reales eran esos nuevos sentimientos? No podía negar la atracción física que sentía hacia Hellen, pero ¿había algo más?

Sin poder contener la curiosidad, había invocado a su Patronus para resolver sus dudas. Para su desconcierto, la cierva plateada seguía corriendo grácilmente a su alrededor, sin haber cambiado ninguno de sus rasgos.

¿Qué significaba eso? ¿Acaso Lily y Hellen significaban lo mismo para él? ¿Era posible amar de esa manera a dos personas diferentes? ¿O quizá, simplemente, la cierva le representaba a él?

Sus preguntas no tenían fácil respuesta, y no tenía con quién compartir su dilema. Por supuesto, no pensaba hablarle a nadie de Hellen, ni siquiera a Dumbledore, pues temía que descubriesen su verdadera identidad y le hiciesen daño. La idea de que algo malo podía sucederle le causaba una dolorosa desazón en la boca del estómago.

Por el momento, quizá debiese disfrutar de aquella sensación, por efímera que fuese, y dejar de preguntarse por qué el destino le había concedido aquella oportunidad.

Siguieron escribiéndose a lo largo del año, y cuando llegó el verano, Severus volvió a cruzar medio mundo para ir a verla. Esta vez no necesitó alquilar una habitación.

Los meses estivales pasaron sin que se diesen cuenta, y el primer momento en el que su felicidad se vio empañada fue cuando se vieron obligados a despedirse.

Esta vez, la distancia se hizo más dura, y las cartas no conseguían llenar el vacío que sentían. Para su desgracia, se habían enamorado de una persona que vivía al otro lado del mundo.

La Dama oscura (Severus x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora