Nunca se había atrevido a vivir tanto tiempo en el mismo lugar, fuera de Hawái. Durante los últimos meses, Hellen había vivido en un pequeño pueblo escocés, alejado de las grandes ciudades, y situado junto al mar. En aquel lugar, la mujer había encontrado un nuevo paraíso.
Los rocosos acantilados tenían una belleza singular, y desde el viejo castillo abandonado se veían unas puestas de sol increíbles. Incluso el mal tiempo le resultaba novedoso, y encontraba belleza en el color gris oscuro de las nubes, el estado embravecido del mar y el sonido de la hierba movida por el viento.
Y por primera vez, ni siquiera Severus tenía queja alguna acerca de la seguridad de aquel lugar. El pueblo estaba habitado solamente por muggles, pero no se hallaba a demasiada distancia de Hosmeade, lo cual resultaba muy conveniente para que él pudiese escaparse sin llamar la atención.
Una tarde, ambos estaban sentados sobre las piedras de las viejas ruinas del castillo, cogidos de la mano, mientras observaban el paisaje crepuscular. Habían tratado de conservar esa costumbre, y siempre que podían, se reunían para ver la puesta de sol juntos.
–He hablado con Kapono. Dice que va a cerrar el local durante un tiempo, para hacer reformas. Me ha preguntado cuándo voy a volver.
–¿Y qué le has dicho?
–Que no lo sabía –Hellen vaciló durante unos segundos–. Creo que intuye que algún día no volveré –Severus la miró de reojo–. Siempre puedo visitarle durante las vacaciones. Al fin y al cabo, todavía tengo mi casa –ella esbozó una sonrisa, dando a entender que la perspectiva, aunque la entristecía, tampoco la desagradaba del todo.
Ambos guardaron silencio durante unos minutos, aún cogidos de la mano. El paisaje silencioso irradiaba paz.
–Casémonos –dijo él de repente. Hellen le miró sorprendida, pues no se lo esperaba.
–¿Hablas en serio?
–Completamente. No necesitamos que el Ministerio lo sepa, podemos hacerlo como los muggles –ella seguía mirándole con incredulidad, pero Severus se mostraba tranquilo y muy seguro. Sabía que no era la confesión más romántica del mundo, pero era completamente sincera.
–No quiero que te vayas, Hellen, quiero poder verte todos los días, y no tener que hablarte por carta. Podrías quedarte permanentemente, en este pueblo, si tanto te gusta. Podríamos comprar una casa. No tendrías que marcharte nunca más. Podríamos... Podríamos tener una vida juntos. Podríamos tener una familia.
Hellen tenía los ojos húmedos, y su corazón latía con fuerza. No se había dado cuenta de cuánto había deseado oír esas palabras. Emocionada, le apretó la mano y sonrió.
–Eso me gustaría –susurró, acercándose a él, para besarle–. Yo tampoco quiero separarme de tí.
Se casaron en Hawái. Hellen quería estar rodeada de la única familia que tenía, y eso incluía al hombre que había sido como un padre para ella. También así pudo despedirse, al menos temporalmente, de sus amigas, y desaparecer sin levantar sospechas.
Siguiendo con lo planeado, compraron una casa en el pequeño pueblo escocés que había enamorado a Hellen, y se dispusieron a crear un nuevo hogar.
Severus y Win rodearon la casa con infinidad de hechizos protectores, teniendo cuidado de no llamar la atención con la magia. Para integrarse en la comunidad muggle, Hellen comenzó a trabajar en la taberna local, y en poco tiempo se había ganado la aceptación de los vecinos.
En unos pocos meses, se convirtió en una lugareña más, y nadie la consideraba una extraña.
Con la mayor presencia de Severus, Win pudo relajar su papel de vigilante, y volver a viajar por el mundo. Cada vez que volvía, venía cargada de extraños objetos y regalos.
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La Dama oscura (Severus x OC)
FanfictionLord Vóldemort ha decidido revelar su arma secreta para ganar la segunda guerra mágica. Se trata de su hija, a quien todos daban por muerta ¿Conseguirá Hogwarts resistir la presencia de tan misterioso personaje?