5- Vaitiare

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Narcissa se sentó junto a la Dama, evaluando la situación.

Todas sus heridas habían sido curadas, excepto la cicatriz que le surcaba la cara, pero la bruja no daba señales de despertar.

Narcissa se frotó las manos, nerviosa ¿Qué sería de ella? ¿Y de Draco? ¿Y Lucius? ¿Cómo les castigarían por esto? Se sentía desesperada, y deseó que nada de eso estuviera sucediendo.

Pensó en Lucius, encerrado en Azkabán, y lo fácil que sería para el Señor Tenebroso hacer que un dementor le arrancase el alma. Y Draco... podría ordenarle estar en primera línea de batalla, junto a Greyback...

¿Por qué había sido tan estúpida? Tendría que haber entrado ella primero en la habitación ¿Qué iba a hacer ahora? Completamente desesperada, Narcissa rompió a llorar.

***

–Fue culpa de los hechizos protectores que ella misma puso en las paredes –explicó el profesor Flitwick, tras examinar el despacho de la Dama–. Estaban diseñados para aislar la habitación de los hechizos y maldiciones que pudiesen entrar, pero también impedía la salida de estos. La campana protectora hizo rebotar la magia de los petardos, amplificando su potencia.

–¡Estáis intentando excusar a los mocosos! –gritó Alecto–. Mi hermano...

–La Dama podrá decidir qué hacer con ellos cuando despierte –la interrumpió Dumbledore–. No creo que le agrade saber que has tomado decisiones por tu cuenta y a sus espaldas, al igual que hizo tu hermano –incidió.

–Estaría vengando su honor.

–Y por ello, debe ser ella misma la que decida lo que desea hacer.

La mortífaga iba a replicar, pero el conserje Filch se asomó por la puerta de la habitación, buscando a Dumbledore.

–Señor director, una veela acaba de entrar en Hogwarts. Dice que viene de parte del Ministerio.

***

La veela brillaba en el Hall como una estrella en mitad de la noche. Su ropa blanca y vaporosa se agitaba como si la meciese una suave brisa, al igual que su pelo plateado.

Los alumnos la miraban embelesados, mientras que las chicas la fulminaban con la mirada. Ella dijo llamarse Vaitiare, y saludó a Dumbledore con una reverencia.

–¿Qué deseas? –preguntó el director, con cautela.

–He sido enviada por el Ministerio. Me han informado de que tienen problemas a la hora de controlar a su nueva supervisora –su voz era dulce, y su sonrisa luminosa.

–¿Te envía Vóldemort?

–Yo no he dicho eso –se acercó un par de pasos, y habló con aire confidencial–. ¿Sabe? No todos los trabajadores del Ministerio han sido sometidos. Hay otras fuerzas luchando para hacerse con el control.

Dumbledore la miraba fijamente, evaluando su respuesta. Las veelas eran criaturas poderosas y peligrosas.

–¿Cómo han sabido que hay problemas?

–Por las lechuzas que envían los alumnos a sus padres –sonrió ella–. Cuentan cosas bastante preocupantes. Creemos que es nuestro deber ayudar.

–¿Envían a una veela para luchar contra la Dama?

–No será una pelea al uso –ella seguía sonriendo con serenidad, agitando su larga melena por encima de su hombro–. Las de mi especie tenemos poderes fuera de lo común.

–No me cabe la menor duda –Dumbledore aún la evaluaba con atención ¿podía fiarse de ella?–. Cualquier ayuda será bienvenida –dijo al fin, y la sonrisa de ella se ensanchó.

La Dama oscura (Severus x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora