6- La playa

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–Niña ¿Qué estás haciendo aquí?

Hellen abrió los ojos, parpadeando al sentir la luz del sol en su cara.

Tras un instante de confusión, recordó dónde estaba. La noche anterior no había tenido fuerzas para buscar un refugio, y a pesar de las protestas de Win, se había acurrucado en el soportal de un pequeño bar que permanecía cerrado muy cerca de la playa. Había dormido más de lo que pretendía, y aquel muggle la había encontrado.

–Ahora mismo me marcho –murmuró, recordando a tiempo que no debía utilizar la magia en público. Sabía que Win estaba cerca, pero prefería evitar una confrontación innecesaria con el muggle.

–Espera, no te estoy echando –protestó el hombre, levantando las manos. La miró de arriba abajo, fijándose en su ropa descolocada y su pelo desordenado–. Pareces muy joven para estar sola ¿cómo te llamas?

–Ya le he dicho que me marcho –insistió ella. No confiaba en él, y prefería alejarse lo antes posible. El hombre se apartó de su camino, y ella se adentró en la playa, sin rumbo fijo.

A pesar de sus planes de libertad, Hellen no sabía qué hacer. Tenía dinero muggle, pero nadie la había preparado para vivir en el mundo exterior.

Tenía hambre, y estaba sucia y sudorosa. Sintiéndose miserable, se sentó en la arena, mirando al mar. La visión seguía siendo paradisíaca, pero eso no calmaba su desazón.

–El muggle está observando a la señorita –susurró Win, invisible a su lado. Hellen miró por encima del hombro. El hombre había abierto las puertas del local, y estaba colocando unas mesas y sillas en la parte exterior. Miraba hacia ella con frecuencia, pensativo.

Hellen le ignoró. Debía pensar cómo proceder.

Creo que debo dejar de utilizar la magia –susurró, abrazándose las rodillas–. Pueden rastrear mi rastro mágico y encontrarme. Si pretendo ser una muggle, podré esconderme de los aurores –Win no dijo nada, pero la joven sabía que la elfina sentía tanta incredulidad como ella por su plan–. No sé cómo viven los muggles, pero tengo que aprender. No puedo dejar... no puedo volver allí.

Las imágenes de la noche de Halloween volvían a su cabeza, haciendo que se estremeciera.

–Win protegerá a la señorita. No dejará que la encuentren.

–Puede que eso no sea suficiente, ellos son muchos, y tú sólo una –Hellen enterró la cara entre sus brazos, abatida.

–Señorita... Win piensa que el muggle quiere ofrecerle comida.

Hellen volvió a mirar hacia el edificio, y comprobó que, efectivamente, el hombre había dejado un plato con comida en la mesa más cercana a la playa, y había vuelto al interior del local.

Gruñó al notar la punzada en su estómago. Tenía mucha hambre.

–¿Podrás vigilarle?

–Win no se apartará de la señorita. Si el muggle intenta hacerla daño, Win lo impedirá.

Luchando contra su recelo, Hellen se acercó lentamente a la mesa. No había rastro del muggle, y sobre el plato esperaban varios trozos de fruta, pan y algo que parecía zumo. Tras obtener el visto bueno de Win, Hellen se abalanzó sobre el plato, devorando su contenido. Con disimulo, le pasó parte de la comida a su compañera.

Unos minutos más tarde, el muggle volvió con otro plato en la mano. El olor a huevos revueltos flotó en el aire.

–¿Te importa que me siente contigo? –con la vista puesta en el plato, Hellen negó con la cabeza.

La Dama oscura (Severus x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora