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Hola, soy Lucía y tengo 19 años. Trabajo en una cafetería y hace unos días me pasó algo muy extraño.

Un hombre con muchos tatuajes entró y se sentó en una mesa apartada. Su mirada me atrajo de inmediato, pero también me intimidó.

Era muy fría y dominante. Me hizo una seña para que le llevara un café y me habló con mucha arrogancia. Me molestó su actitud y le pedí a mi amigo Mati que le preparara el café, mientras yo seguía atendiendo a los otros clientes.

Pero no podía dejar de sentir su mirada sobre mí, me ponía nerviosa y me daba escalofríos. Mati me llamó para que le llevara el café al hombre tatuado y yo fui con firmeza. Le di el café, le pregunté si quería algo más y me dijo que no. Cuando me iba a ir, me dijo algo en voz baja que no entendí bien. Luego me fui a recoger los vasos vacíos de las otras mesas y Mati me invitó a ir al parque el sábado.

Me alegré mucho porque Mati me gustaba, era muy guapo y simpático. El hombre tatuado me volvió a llamar y me pidió la cuenta, pero esta vez tenía una mirada diferente. Parecía celoso de Mati y me miraba con deseo. Se levantó y se acercó a mí. Me susurró al oído: "Ten cuidado, cariño". Me quedé sorprendida y confundida, sin saber qué quería decir.

El día terminó y me fui a mi casa a descansar. Me bañé, me puse el pijama y me acosté en la cama. No podía dejar de pensar en el hombre tatuado, era muy atractivo y alto, mucho más que yo. Su voz y su mirada me habían dejado una huella. ¿Qué significaría su advertencia? ¿Volvería a verlo? Sin darme cuenta, me quedé dormida.

LA JODIDA OBSESIÓN DE UN MAFIOSO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora