REALMENTE TE DESEO

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Estaba en mi habitación aún procesando lo que pasó hace unos minutos. La verdad estaba muy confundida con lo que pasó. Nunca había sentido algo así. Escuché como la puerta se abría y eso me hizo salir de mis pensamientos. Escuché a Max decir: "Hola, bonita. Te quiero comentar algo. La verdad es que después de lo que sucedió hace poco, quiero que veas a tus papás, pero hay una sola condición". Al escuchar a Max decir que me dejaría ver a mis padres, mi corazón se quería salir de felicidad. No sabía cuánto tiempo había estado aquí, pero tenía una condición. La verdad no creía que fuera algo bueno. Entonces le dije: "¿Es de verdad lo que dices? ¿Cuál es la condición?" Le dije con un tono de voz preocupada y le escuché decir: "Quiero que me presentes ante ellos como tu novio y futuro esposo". Al escuchar a Maximiliano decir eso, mi corazón se aceleró. La verdad no sé por qué me gustó que él dijera eso, aunque en mi cabeza sabía que tenía que mantenerme calmada. Todo se volvería parte de un plan. Pero con mucha seriedad le dije: "De acuerdo". Y me acerqué a él y lo abracé.

Pero en ese momento, sentí como su mano se deslizaba por mi espalda y me apretaba contra él. Sentí su aliento en mi oído y me susurró: "No te arrepentirás de esto, mi amor. Te haré muy feliz". Sentí un escalofrío recorrerme el cuerpo y no supe cómo reaccionar. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué me estaba besando el cuello? ¿Por qué me gustaba? Me sentía atrapada entre el miedo y placer de sus besos y manos en mi cuerpo, Dios esté hombre me está poniendo loca hoy. Sus manos bajaron tanto que logró poder una en mi entre pierna hacia qué de mi boca saliera un gemido, al escuchar mi pequeño gemido, lo mire a los ojos y me ruborize, él simplemente dijo: cariño yo se que tú me deceas tanto como yo te deseo, no te preocupes que tus gemidos son música divina para mi.

Provocamos nuestra separación con cada palabra, cada gesto, cada mirada. Era una tormenta de emociones que me arrasaba por dentro, que me hacía temblar y sudar. No podía soportar más esa situación, así que escapé al baño y me eché agua fría en la cara, intentando calmar el fuego que él encendía en mí. Pero era inútil, su imagen seguía grabada en mi mente, sus ojos me perseguían, su voz me llamaba. Era una atracción fatal, un deseo irrefrenable, una pasión sin límites.

Al día siguiente ya era hora para después de tanto tiempo ver mis padres. La verdad es que estaba un poco asustada y no sabía si decirles que este hombre no es nada mío. Mi mente no para de pensar hasta que pude escuchar a Maximiliano entrar a la habitación y decir: "Hola, hermosa. ¿Cómo amaneciste? Hoy es el gran día; hoy verás a tus padres y me presentarás ante ellos. Estoy muy emocionado", dijo.

Yo solo le miraba. En su rostro se podía ver que estaba realmente emocionado por eso. Entonces dije: "Sí, es hoy. Mis papás irán a mi casa", pregunté, y Max respondió: "Sí, ellos irán a tu casa y después los traeremos a la mansión. Así verán que a ti no te falta nada, porque yo, tu hombre, te lo daré todo. Así tenga que cruzar mar, cielo y tierra. Tu felicidad es lo más importante para mí; tu felicidad es la mía", dijo con un tono de voz suave pero serio.

Después de escuchar a Maximiliano decir que él era mi hombre, mi piel se erizó. Nunca antes había escuchado a un hombre decir "yo soy tu hombre". Eso me gustó, pero lo disimulé y me levanté de la cama para ir al baño a ducharme. Una vez en el baño, quité mi ropa y entré a la bañera con el agua caliente. Era perfecta; la espuma en ella me había relajado. Después comencé a tallar mi cuerpo con cuidado para luego salir de la tina.

Una vez salí del baño, pude ver que sobre la cama había una gran caja con un enorme lazo rojo. El lazo parecía haber sido atado con esmero, como si alguien hubiera dedicado tiempo y cuidado a preparar este regalo. La curiosidad me invadió mientras contemplaba la caja, preguntándome qué podría contener.

Caminé hacia la caja, sintiendo la suavidad de la alfombra bajo mis pies descalzos. La madera crujía ligeramente con cada paso, como si la casa también estuviera emocionada por el misterio que se ocultaba en la habitación contigua. La puerta estaba entreabierta, invitándome a descubrir el contenido de la caja.

Con manos temblorosas, levanté la tapa. El aroma a papel nuevo y a algo más dulce llenó el aire. Y allí, cuidadosamente doblado, yacía un vestido blanco. Su tela era suave al tacto, como si estuviera hecha de sueños y promesas. El escote era elegante, dejando espacio para la imaginación, y la falda caía en pliegues gráciles hasta el suelo. ¿Quién podría haber elegido este vestido para mí maximiliano? ¿Realmente está ocasión es muy  especial para él?

Junto al vestido, reposaban unos tacones divinos. Eran altos y estilizados, con tiras delicadas que se cruzaban sobre el empeine. El color plateado brillaba como estrellas en una noche despejada. Imaginé cómo resonarían en el suelo mientras caminaba hacia algún destino desconocido.

Me senté en el borde de la cama, sosteniendo el vestido y los tacones en mis manos. La habitación parecía vibrar con anticipación. Desdoblé la carta con cuidado y comencé a leer.

𝑄𝑢𝑒𝑟𝑖𝑑𝑎 𝐴𝑛𝑛𝑎,

𝐷𝑒𝑠𝑑𝑒 𝑒𝑙 𝑚𝑜𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑒𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑜𝑠 𝑜𝑗𝑜𝑠 𝑠𝑒 𝑒𝑛𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎𝑟𝑜𝑛, 𝑠𝑢𝑝𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑖 𝑣𝑖𝑑𝑎 𝑐𝑎𝑚𝑏𝑖𝑎𝑟𝑖́𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒. 𝑇𝑢 𝑏𝑒𝑙𝑙𝑒𝑧𝑎, 𝑡𝑢 𝑠𝑜𝑛𝑟𝑖𝑠𝑎 𝑦 𝑙𝑎 𝑓𝑜𝑟𝑚𝑎 𝑒𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑖𝑙𝑢𝑚𝑖𝑛𝑎𝑠 𝑐𝑎𝑑𝑎 𝑟𝑖𝑛𝑐𝑜́𝑛 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑚𝑒 ℎ𝑎𝑛 𝑐𝑎𝑢𝑡𝑖𝑣𝑎𝑑𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑙𝑒𝑡𝑜.

𝐶𝑎𝑑𝑎 𝑑𝑖́𝑎 𝑎 𝑡𝑢 𝑙𝑎𝑑𝑜 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑟𝑒𝑔𝑎𝑙𝑜. 𝑀𝑒 ℎ𝑎𝑐𝑒𝑠 𝑠𝑒𝑛𝑡𝑖𝑟 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑙𝑒𝑡𝑜, 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑠𝑖 𝑓𝑖𝑛𝑎𝑙𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 ℎ𝑢𝑏𝑖𝑒𝑟𝑎 𝑒𝑛𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎𝑑𝑜 𝑚𝑖 𝑙𝑢𝑔𝑎𝑟 𝑒𝑛 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑚𝑢𝑛𝑑𝑜. 𝑇𝑢𝑠 𝑟𝑖𝑠𝑎𝑠 𝑠𝑜𝑛 𝑚𝑖 𝑚𝑒𝑙𝑜𝑑𝑖́𝑎 𝑓𝑎𝑣𝑜𝑟𝑖𝑡𝑎, 𝑦 𝑡𝑢𝑠 𝑎𝑏𝑟𝑎𝑧𝑜𝑠 𝑠𝑜𝑛 𝑚𝑖 𝑟𝑒𝑓𝑢𝑔𝑖𝑜 𝑠𝑒𝑔𝑢𝑟𝑜.𝐴𝑛𝑛𝑎, 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒𝑝𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑖 𝑎𝑚𝑜𝑟 𝑝𝑜𝑟 𝑡𝑖 𝑒𝑠 𝑖𝑛𝑚𝑒𝑛𝑠𝑜 𝑦 𝑒𝑡𝑒𝑟𝑛𝑜. 𝑁𝑜 𝑖𝑚𝑝𝑜𝑟𝑡𝑎 𝑞𝑢𝑒́ 𝑜𝑏𝑠𝑡𝑎́𝑐𝑢𝑙𝑜𝑠 𝑒𝑛𝑓𝑟𝑒𝑛𝑡𝑒𝑚𝑜𝑠, 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑟𝑒́ 𝑎 𝑡𝑢 𝑙𝑎𝑑𝑜.
𝑃𝑟𝑜𝑚𝑒𝑡𝑜 𝑐𝑢𝑖𝑑𝑎𝑟𝑡𝑒, 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑒𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑦 𝑎𝑚𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑒𝑛 𝑐𝑎𝑑𝑎 𝑎𝑚𝑎𝑛𝑒𝑐𝑒𝑟 𝑦 𝑒𝑛 𝑐𝑎𝑑𝑎 𝑎𝑡𝑎𝑟𝑑𝑒𝑐𝑒𝑟. 𝐸𝑟𝑒𝑠 𝑚𝑖 𝑠𝑜𝑙 𝑏𝑟𝑖𝑙𝑙𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑒𝑛 𝑙𝑜𝑠 𝑑𝑖́𝑎𝑠 𝑔𝑟𝑖𝑠𝑒𝑠 𝑦 𝑚𝑖 𝑒𝑠𝑡𝑟𝑒𝑙𝑙𝑎 𝑔𝑢𝑖́𝑎 𝑒𝑛 𝑙𝑎𝑠 𝑛𝑜𝑐ℎ𝑒𝑠 𝑜𝑠𝑐𝑢𝑟𝑎𝑠.

𝐺𝑟𝑎𝑐𝑖𝑎𝑠 𝑝𝑜𝑟 𝑠𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑑𝑒 𝑚𝑖 𝑣𝑖𝑑𝑎, 𝐴𝑛𝑛𝑎. 𝐸𝑟𝑒𝑠 𝑚𝑖 𝑡𝑜𝑑𝑜, 𝑚𝑖 𝑟𝑎𝑧𝑜́𝑛 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑠𝑜𝑛𝑟𝑒𝑖́𝑟 𝑦 𝑚𝑖 𝑠𝑢𝑒𝑛̃𝑜 ℎ𝑒𝑐ℎ𝑜 𝑟𝑒𝑎𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑.

𝐶𝑜𝑛 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑚𝑖 𝑎𝑚𝑜𝑟, [𝑀𝑎𝑥𝑖𝑚𝑖𝑙𝑖𝑎𝑛𝑜 ]

No podía creer que Maximiliano escribiera una carta para mí. Mi corazón se aceleró tanto que me hizo sonrojar. Su forma de expresar su amor por mí fue inesperada y conmovedora. A veces, las palabras pueden tener un poder increíble para tocar nuestros corazones y cambiar nuestras vidas. Es un hermoso gesto que atesoro profundamente.

El vestido, los tacones y la carta formaban un enigma, una historia que estaba a punto de desplegarse. Me puse el vestido frente al espejo, imaginando cómo se vería en mí. Los tacones esperaban pacientemente en el suelo, mientras me miraba en el espejo con una gran sonrisa.

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⏰ Última actualización: Feb 28 ⏰

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