No soy una mujer dócil.

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El frio suelo se cernía bajo su débil cuerpo, pero no fue el frio el que la trajo de vuelta, sino el dolor que sintió que le arrancaba cada palpitar del corazón, sus azulados ojos se abrieron con fuerza, irguió la cabeza para observar a los guardias, sin embargo sus ojos se  toparon  con la figura de un desconocido.

Agilizo su mirada sin alertar a nadie de que había recobrado la conciencia,  su mirada se profundizo al intentar buscar una característica conocida, pero aquel ser misterioso llevaba una capa de color plata que escondía muy bien su rostro y se arrastraba hasta el suelo.

-Saben lo que deben hacer, les pague muy bien para que acabaran con su vida- Dione tuvo que tomar toda su fuerza para no cerrar los ojos- ¿Por qué no esta muerta?- el corazón le dio un vuelco al escuchar las ultimas palabras.

-Mi seño...

-Silencio- grito el encapuchado- son idiotas, ella no debe saber quien soy- los verdugos asintieron intimidados por la persona que tenían enfrente.

Dione no pudo evitar preguntarse ¿quien la odiaba tanto como para quererla muerta?- Busquen la manera mas cruel de asesinarla, quiero que sufra.

Una mirada basto para que los dos hombres corrieran en busca de objetos de tortura que utilizaban para que los prisioneros confesaran.- Hagan bien su trabajo y les recompensare- los dos sonrieron con placer, sabían que las recompensas en Asteria eran muy valiosas en especial si lograban deshacerse de alguien como la princesa a la que nadie quería.

Se volvió a encoger cuando sintió la fría vara de metal con picos puntiagudos que podrían arrancarle la piel con un solo toque pasearse por su cuerpo como si estuvieran buscando el mejor lugar para destrozar. El miedo le nublo la mente, pero tan pronto como la niebla apareció un sol resplandeciente la cubrió.

-No moriré como una cobarde- susurro para si misma intentando consolarse con aquellas palabras- Muestra tu rostro y no te escondas como un cobarde- dijo apenas con un hilo de voz, los golpes que los guardias le había propinado con anterioridad la dejaron casi irreconocible.

-No mereces ver mi rostro, de hecho jamás lo mereciste- La boca de Dione se curvo cuando la persona encapuchada le lanzo un golpe con el objeto que estaba en las manos del guardia, la piel de su espalda se abrió haciendo que un fuerte alarido saliera de su garganta.

-Las ratas como tu, no deben tener otro final, mas que este- la vara volvió a darle con mas intensidad en el brazo derecho. Dione escucho un grujido extraño, luego un inmenso dolor le desfiguro el rostro. Su mirada viajo a su brazo temiendo que este hubiera sido arrancado, sin embargo estaba allí pero contorsionado de una forma anormal, la respuesta fue rápida. Sus huesos habían sido rotos.

-Si vas a matarme al menos muestra la cara- su rostro dejo de observar el suelo y se alzo como tantas veces lo había hecho.

Una sonora carcajada se escucho de él desconocido, Dione intento comparar la voz con la de alguien que conociera pero simplemente esa voz nunca la había escuchado, incluso detallo la silueta de aquella persona pero estaba tan bien cubierta que le resultaba imposible saber si era un hombre o una mujer.

-No busques algo en mi para saber quien soy- sujeto fuerte el arma en sus manos y cuando Dione se preparo para sentir otro golpe, el arma cayo cerca de su rostro, un fallo de parte del verdugo le salvo la vida- una posición para cambiar la voz fue suficiente, pero si tanto insistes. Este será mi regalo para ti- llevo sus manos a la capa para quitársela.

-El rey- grito uno de los guardias, aquella persona no llego a quitar la capa que cubría su rostro porque los guardias la sacaron hasta llevarla a un pasadizo- siga recto, encontrara una puerta al final, ábrala y llegara a uno de los pasillos menos concurridos del castillo.

Dione intento pararse, pero apenas y pudo sostener su peso y tras unos segundos cayo al suelo debido a la sangre que estaba bajo sus pies, su sangre.

-Dione- un grito desgarrador se escucho desde la entrada de las mazmorras- mi preciosa reina- Lesath la sostuvo entre sus brazos, pero Dione no tuvo fuerzas para apartarlo, era su culpa que ella estuviera en esa situación y si antes guardaba un recuerdo de infancia dulce de el, ahora lo veía como a un enemigo.

-Déjame- Azazel ignoro su petición y tomo su rostro entre sus manos.

-Afortunadamente tu rostro esta intacto- dijo mientras sobaba una de sus mejillas, Azazael, llevo su mirada hacia el cuerpo de Dione y sonrió. El rostro de la pelirroja se contrajo al verlo sonreír, es que acaso aquella situación le parecía divertida, pensó.

-Tus heridas las trataran los mejores sanadores, no dejare que nadie te toque.

Si antes la situación le parecía irónica, en aquellos momentos estaba a punto de perder la cabeza- Azazel acaso no eres consiente de lo que dices, veme- le exigió, con la voz entrecortada por el dolor.- Es tu culpa que mi cuerpo este así, mi brazo probablemente este roto y tengo golpes que ni siquiera los sanadores serán capaces de curar.

-Mi reina compensare cada golpe de tu cuerpo, te cubriré de joyas, te daré lo que quieras Dione, solo tienes que pedírmelo.

Los ojos de ella se llenaron de lagrimas, por un momento se permitió tener esperanza, mientras Azazel retrocedía impactado por aquel acto, ella nunca había llorado, Dione había sido lastimada muchas veces pero nunca había llorado.

Por un momento ella se permitió tener esperanza -Mi libertad- el negó alejándose.

-Te daré todo menos eso- las delgadas manos de Dione se alzaron para quitarse el cabello del rostro.

-Entonces lárgate no quiero verte, te odio Azazel- Dione levanto su rostro para que la viera, esperando que el reconociera el odio en su mirada.

Los celestinos ojos de Azazel se entrecerraron- Bien- dijo acercándose para tomarla con fuerza del mentón haciendo que su piel se enrojeciera por la presión- te dejare pensarlo bonita y espero que los métodos de Eliot y Nicolas te hagan cambiar de opinión- los labios del Azazel presionaron a los de Dione con posesividad, soltando su mentón para dirigirse a su cabello y evitar que ella pudiera rechazarlo.

Pero ella ya no tenia fuerzas para luchar y dejo que el uniera sus labios con los suyos. Azazel se separo con una sonrisa de complacencia en su rostro mientras observaba el circulo morado que empezaba a formarse en el mentón de Dione.

-Veo que un par de golpes eran lo que necesitabas hermosa- Pero la mirada de la chica no se levanto para mirarlo, sus ojos parecían perdidos, incapaces de luchar- Piénsalo Dione y cuando los guardias regresen solo tienes que comunicarles tu decisión. Solo debes decirles que eres la reina y que deseas ir a tus aposentos, ellos estarán al tanto de esto. Una palabra de tus labios bastara para que esto acabe.

Azazel se acerco depositando un beso en la frente de su "amada". Sintió los labios de su enemigo pero aquel acto solo dejo en ella un pacto de venganza escrito sobre su piel.

Dione escucho el inconfundible sonido de las botas de los guardias impactando contra el suelo, eso solo significaba una cosa, ella tenia el tiempo contado y sus opciones era limitadas: elegir quedarse al lado de Azazel,  dejar que los guardias la asesinaran o escapar, siendo esta opción la menos realista de las tres- Ella tiene una decisión que tomar, asegúrense de que sea la correcta- los guardias entendieron al instante- no me interesa que métodos utilicen, pero no toquen su rostro y mucho menos se les ocurra sobrepasarse, si me entero que la observaron si quiera con ojos de deseo yo mismo se los arrancare.

Los guardias asintieron con el rostro contorsionado al ver el estado de la mujer que yacía en el suelo- asegúrense que cuando vuelva arriba sea igual de dócil.- la observo detallando su imagen, deleitándose en la miseria de Dione.- Nos vemos pronto bonita- Pero esta vez la mirada de Dione si lo observó mientras se alejaba y si en ese momento sus ojos pudieran haberse convertido en armas peligrosas, el rey del Este ya estaría muerto.

-No soy una mujer dócil- susurro, pero nadie alcanzo a escucharla.







Astraea el reino malditoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora