004: Tú no eres mi padre.

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Estaba acostada y se oyó la puerta abrirse, me senté para poder observar quién había entrado sin permiso.

—¿Que haces aquí?.—Pregunté mirando el suelo, siempre lo hacia, su mirada hacia que parezca una niña a la cual le tiene miedo a todo.

Se fue acercando a paso lento, estaba atrapada entre la espada y la pared.

—Yo vine porque la puta de Gabriella me necesita.—Dio una risa burlona que me asusto.

Tomó mi barbilla y la intentó levantar, intente resistirme pero el me pasa en fuerza. Lógico.

—Pero ella te quiere aquí, no yo.ㅡNo se me entendió nada, odio llorar frente a la gente. Me hace sentir pequeña.

—Diugh, la puta llora. Nunca cambias ¿Ah?, siempre llorando por todo.—Se acerco a mi, estaba demasiado cerca, casi podía besarme, ¡Que asco!.

—¿¡Que carajos haces Lyiah!? Siempre con mis hombres, búscate uno tú.—Okey, eso dolió. Sus palabras dolieron más que mis cabellos, lo mire y el solo reía.—¿¡Me estas escuchando!? ¡Deja de mirarlo!.

Caí al suelo de culo, me levanté, dolía y dolía mucho. Me tiré a la cama, odio esto. Odio mi vida, no sé que hago mal, pero siempre es mi culpa.

La puerta volvió a abrirse, ¿¡Acaso nadie tiene un poco de respeto hacia mi!?

—¿Q-que mierda haces aquí?.

—A los padres no sé les trata así.—Hablo con aires de superioridad.

Tú no eres MI padre, nunca lo serás.—Susurre enfatizando el mi.

—Sabes perfectamente porque volví, y no es por la puta de Gabriella.—Acarició mi pierna e iba subiendo más arriba, saqué la piernas cerca de el y me puse en posición fetal.—Vamos Lyiah. Ambos sabemos que te gustaba.

—¡Tenía seis años!.—Lloré.—Nunca me gustaría algo así de ti, abusaste de mi, ¿Acaso crees que soy como ella? No, nunca seguiría ese maldito ejemplo. Arruinaste mi vida y nunca te lo voy a perdonar. Nunca.

El río cinicamente y tomo mis piernas con fuerza, grite del dolor que ocasionaba.—Grita todo lo que quieras, Gabriella quizás fue a la esquina.—Quitó mi pantalón dejándome en una camiseta y unos boxers.

—No por favor, ¡Basta!.—Trate de defenderme, era en vano, el tenía mucha más fuerza.

—¿¡Ricardo!?.—Se oyó la voz de Gabriella subir las escaleras.—¿¡Estas aquí!?.

El me soltó rápidamente y salió como sí nada hubieras pasado. Llorando me metí en agua fría y ahí estuve, seguramente media hora.

—Lyiah, ponte algo decente. Iremos a cenar.

—¿Y sí no quiero?.—Trate de ocultar mi voz débil.

Suspiro.—Vas a ir igual, apúrale o iras caminando.

Se escucho la puerta cerrarse, suspire. Cerré el grifo para poder sacarme el agua del pelo. Me vestí y salí afuera, el Mercedes me esperaba.

Subí al auto, tomé mi Samsung que había comprado hace dos meses y agarré mis auriculares.

—Creí decirte algo decente.—Hablo Gabriella, hice como sí no la escuchara, el le acariciaba el hombro y ella reía, quise sacarme los ojos de un tirón al verlos.

Era un restaurante de esos a los que van hombres con trajes muy arreglados y mujeres con vestidos caros.

Nos sentamos en una mesa y apoye mi cabeza en una mano mientras era la invisible del grupo, ¿Que teníamos que esperar?.

—¿Que tenemos que esperar?.—Bufe aburrida.

—A una mujer con su esposo y su hijo.—Me miro mal, negue con la cabeza y puse toda mi atención al teléfono.

Entre a todas mis redes sociales pero parecía que pasaba esa cosa que aparece en el desierto. Es horrible, nadie te habla y sólo sientes... sientes nada, sientes como sí fueras invisible.

Ne llegaron dos mensajes y mi cara se ilumino, ¿Alguien se habra acordado de mi?

"Por ser un cliente de Club Fun le regalamos tres meses de Music gratis. Mande SÍ al 0098, costo final 27$xsemana."

Reí, ¿Quién se acordara de una idiota? Leí el otro y me asusté, me asusté demasiado.

"Se donde estas chiquita, te vigilo las 24 horas del día, hasta se cuando te bañas ;). Suerte."

Salí de la mesa para ir al baño y llorar. Me desahoge, saqué toda la ira, tristeza, todo. Cuando no quedaron lágrimas para llorar.

Abrí el grifo y tomé agua en mis manos para tirarla en mi cara, arreglé mi cabello he hice como sí nada hubiera pasado.

Soy de esas chicas que pueden tener lágrimas en los ojos y seguir insistiendo que todo está bien.

Camine hasta la mesa mientras miraba a las personas, pobre gente. ¿Son así de educadas o sólo lo hacen para dar buena impresión?. Fije mi vista en la mesa y lo vi, vi esa estúpida sonrisa arrogante que tenía en su rostro.

—Y aquí está Lyiah.—Me abrazó Gabriella sonriendo falsamente. Yo no voy a fingir una sonrisa.

—Lyiah nos volvemos a encontrar.—Susurro cerca de mi oído.

Puto.

Te odio.

Ojalá que cuando vayas caminando te caiga un rayo.

bullyingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora