🥀XXIV🥀

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Ya habiendo terminado nuestro rato en el bowling, decidimos ver qué podíamos comer en la calle. Si, hasta Rindou, tenía hambre de comida callejera, con la excusa que no utilizaría demasiado condimento en su comida. 

Vimos un puesto donde habían hot dogs y mirándonos dijimos: "¿por qué no?". Así estábamos cuatro casi adultos, en mitad de calle comiendo como si no hubiera un mañana.

Veía de lejos a Ciel regañando a Ran por derramar un poco de papitas con salsa y a un Ran sorprendido al ver a Ciel colocándole todas las salsas que podía - especialmente la cheddar - en su perro caliente. Reía con cada interacción de esos dos niños, que sin duda, parecían que nosotros eramos sus niñeros. 

Ya yo estando llena, me quedé mirando aquel cielo que se estaba llenando de tantas estrellas y de momento recordé a esos chicos del local. Eran tan familiares.

- ¿En qué tanto piensas, peque? - Rindou llegaba a mi lado y voltee a verlo. Su semblante de notaba un tanto... ¿Preocupado?

- Nada de importancia Rin, solo pensé un poco en mi anterior ciudad y eso.

- ¿En tu antiguo amor?

Ambos reímos por aquello del ese supuesto amor que había dejado en mi pasado. Claramente Baji Keisuke había sido una parte muy importante en mi vida, como mi primer amigo y confidente. Recordaba aquella promesa que nos hicimos ese día que me fuí, pero no creía que se haría realidad en algún momento, éramos niños y las promesas tienden a romperse.

Estábamos en las escaleras que conectaban su piso y el mío. Yo tenía lágrimas en mis ojos, todo estaba pasando tan de repente, muchas situaciones se están uniendo y mi única manera de drenar, era llorando. Mi todo estaba allí para mí, dándome conforte y el cariño que justo necesitaba.

A pesar de que siempre tendía a ser tan tosco, que se comportará un tanto dulce conmigo, me sorprendía. Fui corriendo a buscarlo en cuanto me enteré que tendría que partir de esa ciudad que me había visto crecer, además de darles un adiós a mi escuela, amigos y casa. Sabía que papá estaba buscando lo mejor para nosotros, pero no se me hacía justo soltar la pequeña vida que había construido.

- Tonta, no llores más, o te vas a a poner fea.

- Silencio Keisuke, así no se consuela a una dama.

- Silencio niñita - me dió un toque en mi frente - Recuerda que no te irás para siempre, luego que seas mayor vendrás a visitarnos todas las veces que quieras, recuerda que cuando termines aquel colegio, puede venir aquí a estudiar la universidad. Yo para eso, ya hablaré con tu padre y te quedas con nosotros en lo que consigas tu nueva casa. Solo faltan unos pocos años. ¿Esperarás?

Mire esos ojos miel y me perdí en esa dulce mirada de todos mis días. Me arropé en sus brazos y me sentí libre de llorar.

- Te voy a extrañar tanto Kei.

- Si, si, si, eso dirás tu, pero cuidado con encontrar a alguien que te intente robar el corazón.

Le dí un manotazo y comenzamos a reír.

- ¿Podemos hacer una promesa? - me dijo.

- ¡Claro!

Luego de dar ese pacto, ocurrió nuestro "beso" que selló aquel momento. Después, su madre me entregó aquel álbum de fotos y partí a mi nuevo hogar, Roppongi.

Siempre que menciono ese choque de labios me dan como escalofríos, esa experiencia fue algo que cambio totalmente en mí. Mi yo del futuro, se siente extraña de aquel pico de seis segundos y luego sus palabras que me llevaré hasta el último día.

Ramé 🥀 ~Rindou Haitani~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora