Capitulo #15 "Coming back"( Editado)

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Billie
Estoy realmente cansada, me levanto después de que la alarma suena. El vuelo sale a las 5 AM. Quería regresar ya a mi casa; no es que no me guste estar aquí, estuvo bueno compartir tiempo con las amigas de mi novia, pero a veces sentía que no encajaba en sus conversaciones. Había momentos en que me sentía como una extraña en medio de sus recuerdos y bromas internas, y aunque lo intentaba, no siempre lograba seguir el ritmo.

Son las 3:45. Trato de levantar a mi novia, que duerme como un tronco y no despierta así sea que un camión le pase encima. La observo unos segundos, su rostro pacífico y relajado, y casi me siento culpable de tener que despertarla. Pero el tiempo corre, y tenemos un vuelo que no podemos perder. Me acerco, sacudiéndola suavemente al principio y luego con más insistencia, susurrando su nombre en un intento de no ser demasiado brusca.

Después de intentos innumerables, ella se levanta con mal humor, y me parece divertido; es como un niño cuando lo levantas de su siesta, capaz de hacer berrinches por cualquier cosa. Veo cómo frunce el ceño y refunfuña, y no puedo evitar reírme un poco. Hay algo encantador en su vulnerabilidad matutina.

-¿Y esa cara? -pregunto en son de burla, tratando de aligerar el ambiente.

Ella me saca el dedo del medio para luego retirarse e ir al baño. La veo alejarse, su andar somnoliento y desgarbado, y sonrío con cariño. A pesar de su mal humor, hay algo reconfortante en estas pequeñas rutinas, en conocer cada una de sus reacciones y en encontrar belleza en sus imperfecciones.

-¡Qué grosera! Luego dices que me amas -sigo burlándome, lanzándole un guiño aunque sé que probablemente no lo ve.

Me meto en el baño. Yo ya me había aseado, desperté un poco más temprano, pero no había terminado de recoger mis cosas. El vapor aún flotaba en el aire, una prueba del baño de Ingrid. Reviso el mostrador, asegurándome de que no se me haya olvidado nada importante.

Escucho a Ingrid cantar, por lo que me parece que ya está de mejor humor. Su voz, aunque todavía un poco somnolienta, tiene una dulzura que siempre logra calmarme. Me detengo un momento para escucharla, dejándome envolver por su canto. Es un sonido que siempre me ha fascinado, la manera en que sus notas llenan el espacio y lo transforman.

-¿Ya te calmaste, amor? -le pregunto, tratando de mantener el tono ligero y amoroso.

Ella no me responde, pero sale de la ducha envuelta en la toalla, su cabello mojado cayendo en desorden sobre sus hombros. La observo, notando la forma en que el agua resalta el brillo natural de su piel. Aunque no responde, su mirada tiene un destello juguetón que me hace sonreír.

Mientras ella se seca y se prepara, aprovecho para terminar de empacar mis cosas. Me muevo con rapidez y eficiencia, deseando estar lista para nuestro vuelo. A pesar del cansancio y las prisas, hay una tranquilidad subyacente en nuestra rutina matutina, una especie de danza silenciosa que ambos conocemos bien.

Finalmente, me acerco a ella y, sin decir nada, le doy un suave beso en la mejilla. Es mi manera de decirle que, a pesar de los momentos difíciles, siempre estamos juntas en esto. Ella me mira y sonríe.

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Después de que Ingrid se despidiese de sus amigas y llegáramos al aeropuerto, una gran multitud nos persiguió. Mis fans estaban locos, la energía en el aire era palpable, casi eléctrica, y sentí una ola de presión que me ahogaba. Odiaba ser famosa en estos momentos, odiaba tener que arrastrar a Ingrid en este torbellino de atención que nunca pedí. La cantidad de personas que se arremolinaba a nuestro alrededor me hacía sentir como si estuviera en el centro de un huracán, y la forma en que sus manos y voces se extendían hacia mí me parecía abrumadora. La idea de tener que mantener la compostura mientras intentaba proteger a Ingrid del caos era casi más de lo que podía soportar.

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