Capitulo #12 "A quickie" (Editado)

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Ingrid.
-Será mejor que corras por tu maldita vida, Sofía. Más te vale que te escondas bien. -Grité con enojo, mi voz resonando en la casa vacía. El descontento me consumía, y la frustración con cada palabra se hacía más evidente. Sentía cómo el calor de mi ira ascendía, ahogando cualquier otro pensamiento.

Sofía, con una astucia que parecía a medias desesperada y a medias calculadora, decidió meterse al cuarto de Fabiola, la dueña de la casa. Fabiola, a pesar de ser una figura maternal del grupo, estaba a menudo atrapada entre el rol de mediadora y el de consejera, a veces sin saber si debía tomar partido o simplemente resolver los conflictos. Era la "mamá" del grupo entre comillas, la que solía resolver nuestros problemas o nuestras peleas con su sabiduría y su paciencia.

-A ver, ¿qué les sucede? ¿Están locas? ¡Son las 6:55 de la mañana y ustedes todavía jugando! -Regañó Fabiola, su tono mezclado con sorpresa y desaprobación. Su mirada era severa, reflejando el cansancio acumulado de muchas mañanas como esta.

-¡Ella me quiere golpear! -Sofía se defendió, su voz temblando mientras señalaba hacia mí con una mezcla de indignación y miedo. Su postura estaba cargada de una desesperada necesidad de que alguien más viera su versión de la historia.

-¿Qué sucede, Ingrid? -El reclamo fue directo hacia mí, y podía sentir cómo el peso de la mirada de Fabiola se volvía más pesado, casi como si esperara una explicación más convincente que la simple rabia de un desacuerdo.

-Ella me puso de mal humor. -Respondí con frialdad, el enojo aún visible en mis palabras. Mi paciencia había llegado al límite, y no estaba dispuesta a suavizar mis quejas. -No mentía con mis palabras, y no iba a disimular la verdad solo para evitar una reprimenda.

-¿Tienes algo más que contarme, Sofía? -Fabiola miró a Sofía con una mirada firme, haciendo que me pusiera aún más nerviosa, a pesar de que la atención estaba sobre ella. La tensión en la habitación era palpable, y el silencio entre las palabras de Fabiola era como una cuerda tensada al borde de romperse.

-Te voy a contar la verdad. Esta mañana no encontré mi celular. Lo busqué en toda la habitación, pero no lo encontré. Y como ayer terminamos el live muy tarde, ni siquiera me di el tiempo de llevar el celular a mi habitación. Hoy por la mañana pensé que el celular estaba en la habitación de Ingrid, y cuando entré ella estaba cogiendo, y se enojó por eso -Terminó Sofía, su voz temblando un poco pero decidida.

-¡Ay, ustedes dos son un caso! -Fabiola parecía decepcionada por el motivo de nuestra pelea, como si esperara algo más significativo que una simple disputa por un celular.

-Es que no era ese el problema. Ella entra a nuestra habitación para buscar su celular solo para luego decir, 'lo dejé en la sala'. -Dije, defendiendo mi punto de vista con frustración. -No es solo el hecho de que haya entrado sin permiso, sino que además nos hace perder el tiempo en una discusión estúpida.

-Bueno, ya que. No sirve de nada que se anden golpeando. -Fabiola nos detuvo con una determinación cansada. -Como niñas pequeñas, ustedes. -Se quejó, su tono reflejando el agotamiento que sentía por tener que intervenir en conflictos tan triviales. Su mirada pasó de una a otra, buscando quizás una solución definitiva o simplemente esperando que nosotros, al menos por un momento, tuviéramos un atisbo de madurez.

Fabiola respiró hondo, intentando calmar el ambiente tenso. -Miren, si no pueden resolver esto por su cuenta, al menos aprendan a mantener la calma. No voy a seguir siendo la intermediaria en cada pelea trivial que tengan. -Su voz era un susurro firme, el tipo de reprimenda que venía con años de experiencia en lidiar con personalidades complicadas. -Así que dejen de lado sus diferencias por un rato y resuelvan esto de manera adulta, por favor.

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