Mi amor no va a cambiar

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Billie Eilish

Me dirigí al baño y me metí a la ducha, dejando que el agua caliente cayera sobre mi cuerpo. Necesitaba un momento para relajarme y despejar mi mente de todo el caos que había sucedido con Ingrid y Jazmín. Mientras el vapor llenaba el baño, cerré los ojos y dejé que el agua me envolviera, llevándose consigo la tensión acumulada.

El sonido del agua cayendo era reconfortante, y me permití respirar profundamente, intentando soltar el estrés del día. Pensé en la conversación con Ingrid, en su enojo y en la tensión palpable en la casa. A pesar de todo, estaba decidida a encontrar una solución que funcionara para todas nosotras, pero sabía que necesitaría paciencia y comprensión para lograrlo.

Mientras me enjabonaba, reflexioné sobre cómo manejar mejor las emociones de Ingrid y cómo abordar la situación con Jazmín sin causar más fricciones. Este momento de soledad bajo el agua caliente me brindó el espacio para procesar mis propios sentimientos y prepararme para enfrentar los desafíos que se avecinaban. Al final del día, lo que más quería era paz y armonía en nuestra vida, y estaba dispuesta a trabajar para conseguirlo.

Después de salir de la ducha y vestirme con ropa cómoda para la casa, salí del baño y vi a Ingrid en la cama, aparentemente dormida. Me acerqué lentamente para comprobarlo y, al verla profundamente dormida, besé su mejilla con ternura antes de salir de la habitación.

Bajé las escaleras y encontré a Jazmín en la sala. Se veía un poco más tranquila, pero aún parecía preocupada por lo ocurrido.

—¿Estás más calmada? —le pregunté, tratando de romper el hielo.

Jazmín asintió y respondió con un suspiro.

—Me siento muy avergonzada. Tú me estás ayudando y yo te causo este lío.

Le sonreí con empatía, queriendo hacerle saber que no tenía que sentirse culpable.

—No te preocupes. Sabes que eres mi amiga y te ayudaré siempre —le aseguré, queriendo mostrarle mi apoyo.

Jazmín me abrazó con gratitud y luego, con un tono serio, me dijo

—Oye, tengo que ir al hospital. Mi madre me necesita.

—Te acompaño si quieres —ofrecí, queriendo estar allí para ella en ese momento difícil.

Ella negó con la cabeza, con una expresión preocupada.

—No quiero más problemas con tu novia.

Suspiré, entendiendo su preocupación pero también queriendo estar presente para ella.

—No te preocupes por Ingrid, no se va a enojar más. Tú necesitas que alguien te acompañe, y no quiero que vayas sola —dije con firmeza, esperando que aceptara mi apoyo.

Jazmín me miró por un momento, dudando, pero finalmente asintió.

—Está bien, gracias. Me vendrá bien tener a alguien conmigo.

Le sonreí, sintiendo una mezcla de alivio y determinación. Quería estar allí para ella y, al mismo tiempo, manejar la situación con Ingrid de la mejor manera posible. Era un equilibrio delicado, pero estaba dispuesta a hacer lo necesario para apoyar a ambas.

—Vamos en mi auto —le dije, intentando mantener un tono calmado y seguro para tranquilizarla.

—Si no te molesta —respondió Jazmín, aún un poco tensa.

—Claro que no, Jaz. Déjame ir a buscar mi celular y nos vamos. Súbete a mi auto mientras tanto —le indiqué, queriendo que se sintiera cómoda y cuidada en ese momento difícil.

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