Capitulo 1

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Narra Ingrid

En ocasiones, reflexiono sobre mi comportamiento posesivo hacia mi novia y reconozco que debería cambiar. Llevamos viviendo juntas dos años, y aunque al principio sus padres no estaban contentos con la decisión, Billie ya era mayor de edad y la decisión de vivir conmigo fue exclusivamente suya, ya que para ese entonces llevábamos tres años de relación. Durante este tiempo, hemos construido una conexión profunda que valoro enormemente, aunque a veces mis inseguridades puedan empañar nuestro amor.

—Amor, solo saldré un rato con mis amigas, no te pongas así —me dijo Billie nuevamente, después de que me enojara por mis celos—. Solo te amo a ti, cariño. ¿Por qué eres tan celosa? No te he dado motivos para que me celes tanto —ella no comprendía cómo me sentía cada vez que la veía cerca de algún hombre o mujer; no entendía que para mí, ella era solo mía.

—Linda, no comprendes lo que siento. Pero si vas a salir, que no sea ni en faldas, ni en shorts, ni en pantalones muy ajustados y mucho menos en blusas cortas —ella puso una expresión en su cara que mostraba que no le gustaba lo que había dicho. Suspiré, sintiendo la tensión entre nosotros mientras intentaba explicar mis preocupaciones de una manera que no la lastimara.

—¿Qué? Ah, siempre con lo mismo —ella empezó a buscar ropa en sus cajones, su frustración palpable en cada movimiento.

—Amor, pero no te enojes —dije tratando de agarrarla, pero ella no me miraba—. Vamos, amor —besé su cuello sabiendo que era su punto de placer y que eso le gustaba, tratando de calmarla con muestras de cariño que sabía que apreciaba.

—No intentes eso, me enoja que siempre seas tan intensa —tomé a Billie de sus mejillas y la besé en un beso largo e intenso, deseando transmitirle con mis acciones lo profundo de mis sentimientos y mi arrepentimiento por mis acciones impulsivas.

Después de ese incidente, me tomé un tiempo para reflexionar sobre cómo mi comportamiento afecta a nuestra relación. Me di cuenta de que mis celos no solo son injustificados, sino que también pueden ser dañinos.No estoy comprometida a intentar cambiar pero lo haré.
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(Narrado por Billie)

Entiendo, aquí tienes el texto alargado con dos secciones adicionales:

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Bajé las escaleras y mi novia fijó su mirada en mí.

—Ese vestido es demasiado provocativo para que salgas con él; cámbiate —dijo, otra vez con la misma insistencia.

—No es así, Ingrid... —intenté replicar, pero no terminé porque...

—¿Ingrid? No me gusta que me llames así —respondió, agarrándome del cuello mientras me besaba—. Ahora ve y cámbiate ese vestido.

Sus besos eran tan convincentes que lograban cambiar mis pensamientos.

—Está bien, amor, buscaré otra cosa. Avísame si vienen a buscarme —dije, dirigiéndome a nuestra habitación para cambiarme.

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—¿Mejor? —le pregunté a Ingrid.

—Sí, mi amor, me gusta más así —respondió, besándome en los labios antes de despedirnos.

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Cuando el coche de mi amiga Mary se detuvo frente a mi casa,y  entre en el ella me tomó las manos y me miró a los ojos mientras se acercaba a mí, lo que me puso incómoda. ¿Por qué mi amiga me tomaría de las manos?

—Oye Mary, ¿puedes no hacer eso? Me pone incómoda —dije, y ella me miró extrañada.

—Pero pensé que yo te gustaba —respondió, y ahora fui yo quien la miró desconcertada.

Sin dar explicaciones, salí del coche.

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Mi novia se veía molesta cuando la vi desde la ventana de mi casa. Estaba frunciendo el ceño, algo que no hacía muy a menudo. Me preocupé al verla así, preguntándome si algo de lo que había dicho o hecho antes la había molestado.

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Decidí abordar el tema con Ingrid más tarde esa noche, cuando estuviéramos a solas. Sentía que algo no estaba bien, y necesitábamos hablar para aclarar cualquier malentendido o preocupación que pudiera estar afectando nuestra relación.

Mientras me preparaba para la cena, reflexioné sobre las últimas interacciones con Mary. Su comportamiento seguía pareciéndome extraño, y me preguntaba si debería confrontarla sobre ello o simplemente dejarlo pasar por ahora.

Claro, aquí tienes el texto alargado al triple:

Tal vez Ingrid no quería hablar. Ella tenía su mirada enojada fija en mí, como si mis palabras preparadas para ella no fueran suficientes. Me quedé parado frente a ella, sintiendo cómo el peso del silencio se volvía cada vez más incómodo entre nosotros. Su expresión severa y su mirada fría me hicieron retroceder mentalmente, reconsiderando cómo abordar la conversación pendiente.

Decidí tomar un respiro antes de intentar de nuevo, buscando las palabras adecuadas que pudieran suavizar su semblante y abrir el camino a una comunicación más abierta. Sin embargo, la tensión en el ambiente era palpable, como un muro invisible que separaba nuestros pensamientos y emociones.

Pensé en los momentos felices que habíamos compartido, las risas compartidas y los gestos de cariño que solían llenar nuestros días. Ahora, todo parecía distante y frío, como si hubiéramos perdido el camino hacia la comprensión mutua.

Finalmente, rompí el silencio con un intento de disculpa, tratando de explicar mis pensamientos y sentimientos de la manera más sincera posible. Mis palabras salieron entrecortadas, temiendo que cada una pudiera ser malinterpretada o empeorar aún más la situación.

Ingrid permaneció en silencio, sus ojos aún mostrando una mezcla de frustración y decepción. Me di cuenta de lo mucho que significaba para mí su entendimiento y apoyo, y cómo la distancia emocional entre nosotros ahora parecía insuperable.

Decidí esperar un poco más, dispuesto a darle el tiempo que necesitara para procesar todo lo que había sido dicho y no dicho. El reloj en la pared marcaba los segundos que se sentían como horas, mientras el peso de nuestras palabras no dichas colmaba el espacio entre nosotras

-Amor yo...- Dije buscando alguna buena excusa.


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