Capítulo 8. La huida.

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El frío viento de las calles de Japón arañaba las mejillas de Rin, obligándole a taparse los mofletes con una fina bufanda que llevaba en el cuello

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El frío viento de las calles de Japón arañaba las mejillas de Rin, obligándole a taparse los mofletes con una fina bufanda que llevaba en el cuello. Apenas sentía la diferencia de estar con o sin la bufanda, pero en ese momento aunque se hubiera tapado con un edredón en plena calle, hubiera sentido el mismo gélido frío que le inundaba. Ese vertiginoso descenso de su temperatura corporal era debido al cúmulo de sentimientos, sentimientos que llevaba encima desde la pasada noche, desde que su cuerpo y el de Haru se tocaron como nunca habían hecho.

Una fuerte determinación (u obcecación) se apoderaba de sus pasos, llevándole hacia su casa, o hacia lo que solía ser su casa con Haru. Decidido a afrontar las cosas como viniesen, decidido a decirle las cosas tal y como eran, decidido a arruinar todo lo que había estado construyendo, aunque lo cierto era que no estaba seguro de poder decírselo, no a la cara, mirándole directamente a los ojos. Las palabras de Lea se repetían una y otra vez en su cabeza, como si de un bucle se tratase, la conversación de apenas diez minutos no se apartaba de él ni por un solo instante. Analizaba lo que había dicho y lo que había dejado de decir, dónde podía haber puesto una coma y donde debía haber puesto un punto, sentía que había dicho más de lo que no debía y menos de lo que debía haber dicho.

« "No sabes lo que estás diciendo, tienes un contrato que no puedes incumplir.- Exclamó Lea, dándole un manotazo al pequeño vaso con alcohol que tenía sobre la mesa. Como respuesta Rin soltó una risita retadora.

»"Tengo más dinero del que nunca me voy a gastar, ¿Crees que no puedo pagarme al mejor abogado que haya en todo Japón? Ese que busque el menor resquicio en nuestro inservible pacto y te haga pagarme a mí una desorbitada suma de dinero por un pequeñísimo incumplimiento." Dijo en tono irónico, él llevaba las riendas de la discusión, cosa que a Lea la hacía sentir como si la quitasen la piel a tiras, odiaba perder el control y en ese momento le odiaba a él.

» "¿Y qué pasa con tu querido Haruka? ¿Te has parado a pensar en lo que le sucederá si tú te vas?" Las garras de Lea tocaron hueso y Rin sintió una fuerte punzada en el pecho. Claro que había pensado en Haru, lo había hecho ¿Verdad? La pregunta de esa aguda escritora logró más de lo que esperaba, le confundió y le dejó más débil; Debía recomponerse cuanto antes.

» "Estará mejor sin mí, además ese no es mi problema." Dijo tratando de sonar firme y de que no se notase que se le resquebrajaba la voz con cada palabra que decía.

» "Muy bien, entonces, tú y yo ya no tenemos nada más que hablar. Ya sabes dónde está la puerta." »

Justo antes de irse escuchó una frase, una frase que ya había escuchado antes «No te le merecerías ni viviendo 100 vidas.» Ya lo sabía, era consciente de eso desde la primera vez que lo vio. Una persona como Haru pocos la merecen a su lado, alguien de apariencia fría pero de interior cálido, como una tarde de verano, como todas las tardes de verano que había pasado a su lado. Pensar en él hacía que se le crease un nudo en la garganta, sacudió la cabeza y trató de apartar de él todos esos pensamientos que lo estaban torturando.

Compañeros de reparto. (Rinharu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora