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Minho se acomodó la camisa, desabrochando los primeros botones, abriéndola porque sentía el calor recorrer su cuerpo, un calor extraño

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Minho se acomodó la camisa, desabrochando los primeros botones, abriéndola porque sentía el calor recorrer su cuerpo, un calor extraño. Subió a su auto y luego prendió un cigarrillo, aspiró el aire y miro el techo, luego se incorporó para comenzar a golpear el volante con fuerza.

—¡Mierda!, ¡Mierda!— Estaba molesto, furioso, pero no entendía si con él o con alguien más, la verdad es que, siempre pensó tener controladas sus emociones, pero esa noche no pudo con eso.

¡Que mierda le importaba si ese modelo de cuarta se revolcaba con esa zorra!- Se gritó a sí mismo por haberse dejado llevar por ¿Celos?, hasta el punto de ir quitarlo de aquella mujer.

Comenzó a manejar para llegar a su mansión donde estaban sus hombres, tipos mal encarados en trajes azul oscuro y un sello distintivo en el pecho, pero no de la revista Lee era otro.

La verdad es que Lee tenía un grupo que podría bien parecerse a la mafia pero aquello estaba alejado de eso, las drogas y los prostíbulos, eran cosas que no le interesaban, tenía si algunas conexiones pero no era algo relacionado con eso, si no era su placer más allá de lo normal. Era prestamista, daba dinero a cambio de propiedades, empresas e incluso personas. Le encantaba ver a los "ricos" arrodillarse pidiendo perdón o clemencia. Se sentía poderoso en el mundo de aquellos falsos.

Bajo de su auto y camino viendo cómo sus hombres doblando su cuerpo en una reverencia de 90 grados mientras pasaba, se quitó el saco y se dobló la camisa.

—Señor.— Pronunció uno de los hombres, mientras él se servía una copa de whisky.

—Dime, Yun.— Tomó su vaso y lo miró.

—Lo encontramos.— Pronunció dándole la carpeta.

Minho tomó la carpeta y miró plasmado en los papeles la cara de ese modelito de cuarta, como él lo llamaba.

—Es el hijo de ella, es seguro, según los análisis de ADN, su padre lo adoptó cuando tenía 10.— Mientras hablaba leía la información. —Bueno, no lo adoptó, lo "compro".—

—¿A qué te refieres?— Preguntó con su voz ronca

—El que ahora dice ser su padre sufre de Efebofilia.— Miró a su jefe que alzaba la ceja dando a entender que no comprendía a lo que se refería. —A diferencia de los pedófilos, que gustan de los niños, a estos les gustan los adolescentes, menores de 18, entre 14 y 17 años, por lo cual asistía a fiestas a comprar "juguetes".—

Hizo una pausa cuando se dio cuenta de la mirada de su jefe, quien se servía un segundo vaso con la mirada oscurecida, sintió el miedo recorrer su columna vertebral.

Se aclaró la garganta y prosiguió.

—Según la información su padre lo sacó de ahí comprándolo, su esposa no podía tener hijos, por lo cual decidió llevarse al chico, la información antes de eso no es claro, no sabemos qué pasó con "Ella", su madre, solo sabemos lo que ahora le he dicho.— Finalizó.

Línea peligrosa [Minlix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora