Felix se subió al auto que lo esperaba, miro por la ventana y lagrimas salieron de sus ojos, si pequeñas gotas que recorrieron sus mejillas en silencio. Molesto las limpio con la manga del pijama, pero fue cuando sintió el olor a madera húmeda de la ropa de Minho. Su corazón comenzó a latir de manera extraña, se toco el pecho intentando calmarlo.
No sabía amar, no sabía que era eso, si bien su "madre" o quien decía serlo, lo trato con cariño, pero no de una manera completamente maternal, lo hizo como si estuviera entrando su mejor guerrero, le enseño a defenderse y sobre todo a soportar golpes, le enseño los idiomas que pudo aprender, le enseño a ser soberbio y arrogante a levantar la cabeza, a jamás doblarla de nuevo. Le repetía que debería hundir a todos los que lo dañaron, ella sabía lo que su esposo hacía, pero no tenía el poder, puesto vivía a la sombra de ese hombre. La amo, si la amo muchísimo, porque le enseño tanto, también le dio besos y abrazos, recordándole lo orgullosa que estaba de él, hasta que la vio partir.
Se sentía como un niño perdido, eso era, un niño perdido, no importaba que fuera mayor, no eso no importaba, puesto sin ella estaba en un vacío, sin un motivo, siempre fue quien lo guiaba, para dar el siguiente paso hacia su "venganza", pero, sin ella, ni siquiera sabía que hacer. Le prometió hundir a todos, incluso a quien amo como su esposo, pero que solo la uso para tener una fachada intachable, pues él tenía otras fijaciones que moralmente era incorrectas. Claro el futuro cambio y ella ya no era necesaria, entonces, la mato.
Se odio a sí mismo por no estar ese día, por no llegar a tiempo, pero incluso aunque hicieron la su poción de un ladrón, sabía bien quien había sido y le prometió en aquel hospital, que no dejaría de vivir con su padre hasta verlo hundido.
El odio, fue su único motivo, no había otra manera en vivir que, odiando, odiándose a sí mismo por débil y castigándose con golpes que comenzó amar y su mente conecto con placer, terminado hundiendo lo poco de cordura que le quedaba.
Aquel día Minho lo trato con amor, con cariño, beso su cuerpo, acobijo su cuerpo herido, no físicamente, mentalmente, lo dejo descansar y le suplico quedarse.
Aquel día Minho lo trato con amor, con cariño, beso su cuerpo, acobijo su cuerpo herido, no físicamente, mentalmente, lo dejo descansar y le suplico quedarse. Nunca supo como responder aquello, aquellas pequeñas acciones, que sin palabras denotaban "cariño", no sabía si Minho lo quería, pero él se sentía amado, amado como nunca lo había hecho y eso lo confundió más, pues los pasos a seguir estaban ahí frente a él, pero también el miedo, eso miedo de que si amas alguien tanto, podrías perderlo.
Como aquella mujer en sus sueños, en los sueños que tenía en aquella celda fría, que lo ayudaba a estar tranquilo y que desapareció poco a poco, hasta jamás aparecer de nuevo en sus sueños, si como aquel compañero de celda, que le hablaba y le decía que guardara en silencio y se portara bien para que no lo lastimaran, un día se lo llevaron y jamás volvió, como aquella hermosa mujer quien fue su "madre", quien estuvo a su lado, a la cual amo hasta que la mataron y lo dejaron de nuevo solo.
No podía amarlo, porque entonces el desaparecería también, mejor así siendo amantes casuales, se permitió ser egoísta un poco, solo un poco, faltaba un mes para que el contrato terminara y así podría dejarlo ir, y todo volvería a la normalidad.
Porque si tan solo no hubiera cruzado en esa "Línea peligrosa", si esa, que divide el sexo del amor, podría haber sido todo fácil, ahora ya estaba cruzada y su corazón dolía.
Tenía que ser fuerte, porque si era débil no lograría hundir a quienes lo lastimaron y no solo a él a muchos inocentes.
Tomó su móvil después de secar sus lagrimas y marco el numero nuevo en su agenda.
—Yunho.— Dijo después de 3 tonos.
—Hola muñequito, ¿Cómo estás?— Respondió el chico en la otra línea.
—Bien, bien, necesito que hagas algo por mi.— En un tono casi de suplica
—Claro, pero todo depende a lo que necesites.— Sonrió detrás del celular.
—Veras, hoy a un evento con invitados de la alta sociedad, si de los estándares más altos.— Sonó un "aja" del otro lado de línea. —Quiero que vengas conmigo, necesito que vayas como mi acompañante.—
—Oh, ya sé, necesitas que vaya y enseñe a todos mi sello, para ver la reacción de los presentes.— Respondió
—Si, te pagare con lo que desees.— Suplicó. —Te daré la ropa que necesitas para el evento.—
—¿Podremos tener sexo?— Un silenció se coloco del lado de Felix.
—Claro, en donde quieras.— Respondió poco convencido.
—Ja, ja, no muñequito, jamás querré tu cuerpo, Dios te conozco desde que tienes 6 años, eso sería como echarme a mi hermano menor, ugh, pero...— Silencio. —Dinero si necesito, le debo a muchas personas por acá, así que si me das el dinero que necesito, iré sin
problemas.— Indicó—Claro, si yo te doy lo que necesito, paso por ti en 2 horas para llevarte la ropa a ir al evento.— El otro afirmo. —Yun, no te drogues mucho.—
—Ja, ja, serán dos porros, lo prometo, es para estar más feliz, ya sabes esos eventos son muy aburridos.— Contesto con ironía. —Te paso la dirección en mensaje, para que vengas a recogerme a mi mansión.—
—Esta bien.— Respondió. —Y Yunho, gracias...
La llamada se finalizó, estaba decidido a seguir hacia el camino que debería tomar, sin importarle nada, aquello que decidió aquel día que fue vendido como un animal.
Destruiría a cada una de aquellas soberbias sonrisas, a cada uno de los que lo tocaron para saber si era lo suficiente para ser comprado, haciéndolo sentirse un animal. Haciendo sentirse una basura, que lo hicieron odiarse.
Quemaría a todos incluso si el tenía que hundirse con ellos en el infierno.
Un infierno que conocía muy bien.
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Línea peligrosa [Minlix]
Fiksi PenggemarFelix es el playboy y modelo más codiciado del país, tiene la fama de acostarse con quien se le venga en gana, nadie se queda a su lado y nadie lo hace doblarse y rogar. Nadie hasta que llega un CEO que lo cambiara todo, uno muy peligroso. Ambos com...