Prólogo

141 47 17
                                    

Narrador Autora

4 Años antes

En una gran fortaleza situada entre uno de los bosques mas fríos y sombríos de Alemania, siete hermanos eran obligados por su progenitor a convivir entre personas despiadadas, crueles y desalmadas las cuales enfocaban su existencia en destruir y masacrar a todo aquel que se cruzara en su camino; puesto que toda su vida se les había sido inculcado que el asesinar más que un delito era un arte y karma que muchos merecían y que estaba en sus manos dar .

Por nacer bajo el Yugo de el apellido Lombardi fueron condenados a esta vida y cada uno fue tatuado con un animal que los designa como el legado del Rote Sekte; herencia de familia .

  Ellos eran chicos normales, con una estabilidad emocional decadente debido al poco recibimiento de afecto filial. Fueron procreados por un hombre sin escrúpulos que sólo buscaba herederos para su imperio de sangre en la cama de mujeres de de dudosa reputación pero de indiscutible belleza.

   Los chicos rodaron por las calles sin nombre ni apellido;  ya que sus madres no tenían planeado una vida junto a un bebé y otras perdieron la misma, su padre mucho menos, la mayoría de ellos se criaron por separado a lo bestia y poco a poco fueron templando sus  almas de acero y se tornaron de negro.

    Fueron  huérfanos solitarios, y cuando llegó la hora fueron integrados a la familia a la que pertenecían adecuándose a su tortuoso destino en donde deberían de perder el corazón y convertirse en los mounstros que son ahora.

                          ♧♧♧
17  Abril, 2018
 
La música clásica resuena en los altavoces del estéreo dándole un aire relajado y a la ves siniestro a el enorme sótano de la fortaleza en donde yacen los hermanos .

Mientras tanto, el Lombardi que porta el tatuaje del cuervo aún lado del cuello hace rodar el látex de unos guantes por sus manos cubriéndolas por completo, para luego desinfectar el bisturí que utilizará con alcohol, alternando la vista entre este y el libro que está leyendo.

–Por favor –suplica el hombre a su derecha quien esta acostado y atado a una camilla de metal, su cabeza sujeta firmemente con unos hierros a cada lado que le impiden movilidad .

– Silencio – ordena colocándole el dedo índice en los labios al hombre, sin despegar la vista de el libro que yace a su izquierda, aún lado de los distintos tipos de bisturís, cuchillos y pinzas los cuales tiene alíneados en un orden perfecto –La historia se está poniendo interesante –espeta concentrado en su lectura mientras que la víctima tiembla de terror a su lado.

– Demente –lo insúlta desesperado y el llamado cuervo solo sonríe con el bisturí en mano terminando de leer la última parte de el capítulo del libro que está leyendo.

– Estúpido – suelta negando con la cabeza y desconcertando al hombre a su lado – ¿ Crees qué el muy animal se está dejando engañar por esa astuta mujer ?– pregunta haciendo que el tipo a su lado lo mire con horror cuando con una de sus manos lo obliga a abrir el ojo derecho –ahora relájate que esto dolerá un poco – sonríe ampliamente mientras le hace presión con el bisturí cortando los tejidos que sujetan la esclerótica de su ojos con la piel de sus lagrimales y rostro logrando que surja el líquido rojo carmesí y manche los guantes blancos que le cubren las manos y como gotas gruesas recorran el rostro del chico cayendo  al suelo.

    Los gritos desgarradores de este se mezclan con la melodía de la canción que se reproduce en el estéreo mientras se les son amputados los dos ojos sin ningún tipo de remordimiento por parte de su agresor, quién deja el rostro de su víctima con dos posos negros y vacíos en el lugar en donde deberían de reposar sus ojos, portándose como un víl cuervo quién por naturaleza se los arranca sin piedad a una de sus presas.

SálvameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora