Capítulo 20

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♢Ángel Lombardi♢

  Un hombre decidido y de carácter autoritario siempre conseguirá lo que se propone.

Yo  tomando partida de ese dicho e ganado todos los beneficios de la bien  planificada vida que me e permitido vivir los últimos 20 años.

    Así que, hiendo aún lado  de mis padres (adoptivos) Arturo y Corina de la Cruz, entró al lujoso resinto que resguarda la ostentosa mansión Aiken.

    Porteros nos guían amablemente hacia el interior de la mansión ofreciéndose a guardar nuestros abrigos, en mi caso, la chaqueta  negra que me cubre del frío que azota las calles de Berlín.

   Una vez dentro, ubico  a los altos funcionarios del estado junto a mi objetivo, Artur Aiken, quien será en unas horas nombrado como el actual presidente del país.

   Sin dar rodeos me excuso con mis padres y me encamino en su dirección.

- Buenas noches - saludé cortés a cada uno de los presentes, el futuro presidente palideciendo ante mi presencia. - Señores me permitirían unos minutos con nuestro candidato más prometedor.

- Por supuesto - aceptaron todos con sinónimos de aceptación.

- ¿Se puede saber que haces?...- espetó irritado y yo con expresión calmada reparé a nuestro alrrededor en busca de disimular el tema que abordaríamos.

- Mantenga la compostura candidato - mascullé dedicándole una sonrisa al secretario del estado que nos observaba receloso - No queremos que las personas a nuestro alrrededor se enteren de lo que hablaremos.

- Yo ya le dije a tú padre que no iba a huntarme de sus mierdas. Prometí una presidencia limpia y así será - sentenció haciéndose el digno.

-  Artur esa actitud petulante le quedaría a un hombre sin pie del que cogear, uno que no tiene que perder y usted tiene tres talones de aquiles que pueden hacerlo caer, a menos que, tome el camino correcto,  claro está- le recordé fijando mi vista en sus hijos.

El molesto agente que se cree Sherlock Holmes, la pequeña intelectual que no sale de las cuatro paredes de su mansión sumergida en libros y la  presumida y altanera que se cree dueña del mundo caminando como si tuviera un palo enterrado en el culo.

- Ni se te ocurra ponerle un dedo encima a mis hijos - amenazó.

- Todo está en el camino que decida tomar esta noche - le informé observando como su expresión se comprimió en un debate entre lo moral y lo indebido.

Pero todos sabemos que por  muy dignos que alardemos ser, siempre habrá ese punto de quiebre que nos hará ceder ante la maldad.

- ¿Qué quieren que haga? -preguntó rendido ante el poder.

- En unos días se llevará a cabo una peculiar tradición de los miembros del Rote Sekte y le estaríamos agradecidos si no  tuviéramos ninguna intervención de la autoridad mientras está se efectúa.- le informé

- ¿Tradición? - cuestionó curioso.

- Esa información no es relevante para usted - aclaré mirando hacia sus azules iris.

- ¿Eso es todo? - interrogó cauteloso.

- Por supuesto que es todo señor - su rostro se relajó por un breve instante, antes de que volviera a hablar - Por ahora claro.

- ¿Qué? .

- No pretenda que no sabe de lo que hablo - lo miré con una sonrisa de burla en mis labios - una vez crea pactos con la mafia sólo saldrá con los pies por delante de la cabeza - aclaré tomando un vaso de wiski - ahora si no hay más que decir disfrute de la velada - me despedí buscando el balcón para tomar el aire. Odiaba estas reuniones y más si tenía que portarme en ellas como la  mensajera de Bernardo.

SálvameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora