capítulo 2

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♤♤ Esos ojos  no llevan brillo en la mirada, sino un incendio en el alma ♤♤
                                   
                                      Ivan Inzunza

Autora

Una chica cuya vida fue destruida deambula   con el alma rota por los pasillos de Hiltoms, mientras que sin saberlo anuncia con su llegada el inicio de un gran desastre.

    Y sin hacer más que existir, hacía vibrar el alma de quién la proclamaba el peor de sus demonios.

 
      ♢ Iker Lombardi ♢

Otro día más de encierro, otra mañana sin emociones ni cambios, otro despertar que no promete más que tener que presenciar el color blanco de las paredes y, de todo lo relacionado con este lugar que ya me tiene arto.

    El invierno le da la bienvenida al nuevo día y, yo solo me limíto a observar los copos de nieve caer y, desaparecer en el mar blanco que yace en el suelo,  a través de la ventana con barrotes blancos de mi habitación.

    Ya lo presiento, se que pronto llegará y no puedo evitar sentir cierta ansiedad.

        Pronto entrará a  este lugar que para muchos es un centro de enfermos mentales con tendencia psicópata, personas que no son capaces de controlar su sed de sangre, esos que creen que matar es un arte y no un delito;  el mismo que, no es más que un hogar temporal en el cuál debo de superarme, rodeado de personas que odian y viven esclavisados bajo mi apellido, ya que, la dinastía de este los tienen aquí encerrados.

– Lombardi es hora de salir a tomar el aire – dice uno de los guardias del lugar parado en la puerta de mí habitación con voz autoritaria.

    Desvío mí mirada de la ventana hacia él quién me espera con cara de cansancio, situación  que me hace sonreír, tiene los labios secos,
los párpados caídos y la  esclerótica enrojecida. Bajo los pies del marco de la ventana y me levanto de la silla para caminar a paso relajado en su dirección, fijándome en sus pupilas dilatadas.

Está drogado

     Me  detengo frente a él con las manos metidas debajo de mí grueso abrigo y, este  se alarma al notarlo retrocediendo un paso atrás.

– Las manos – exige que se las muestre.

– Hace frío –  me encojo de hombros.

–Las manos Lombardi –  insiste y, ruedo los ojos ante su cobardía, saco mis manos y se las muestro mientras el repara las cadenas que descansan en mis muñecas.

        Una vez comprobado que estaba encadenado se hace a un lado para que salga de la habitación y, me encamino por el largo pasillo que separa los dormitorios del balcón de recreo; con él atrás siguiéndome a una distancia prudente.

     Hiltoms es un enorme edificio en forma de castillo con varios pisos, en el  primero está la recepción, la enfermería y los dormitorios de los enfermeros y  guardias, tras  estos, se ubican  tres escaleras que se conectan directamente a cada uno de los pisos aledaños, el segundo es el ala de los niños pequeños, diablillos ocultos tras rostros inocentes los cuales, si te descuidas te despedazan vivo, el tercero es el de adolescentes entre los 12 y 18 años y, el cuarto es el de los adultos en donde me encuentro.


      Mientras me adentro en el pasillo un movimiento delante de nosotros capta mi atención, tres personas se aproxíman en dirección contraria a nosotros.

  Y, al notar de quien se trata, todo mí cuerpo se estremece.

        En medio, unos pies descalzos vendados, trayendo a cada lado dos pares de pies más, cubiertos con botas de guardias que lo escoltan, trae un vestido blanco, manchado de sangre por todas partes y, su largo cabello negro cae a los lados de su rostro y desciende por sus hombros hasta la altura de sus caderas, su piel blanca resalta las facciones de su rostro cuando su mirada se encuentra con la mía, tiene pestañas largas y cejas pobladas que combinan con el  poso negro que tiene por ojos.

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