-Ya conchetumare, para weón- Dijo el chileno ya desesperado. Su amigo lo seguía casi asfixiando aún después de hacerlo perder la partida de un videojuego a propósito.
-Bueno bueno, es que sos re tierno cuando te enojas, Shelao- Se burló Martín, a lo que Cristóbal simplemente hizo caso omiso, como a la mayoría de tonterías que su mejor amigo decía o hacía.
Martín, o más conocido como "Coscu", es todo un personaje en redes, y si había algo que amaba, o que por lo menos hacía todo el tiempo, era hablar... Cristóbal obviamente no tenía problema con eso, aun cuando él es todo lo contrario. Martín era el alma de la fiesta, mientras que Cristóbal prefería estar sentado revisando su celular, tomando alguna bebida suave que no contuviera nada extraño, porque claro, odiaba el alcohol o consumir cualquier tipo de droga; además de que tenía un gran físico que cuidar.
Desde el primer acercamiento que ambos tuvieron, Martín había sido un amigo excepcional, de los pocos que había estado en las malas y no únicamente en las buenas. Era ese amigo que logró que Cristóbal saliera de la depresión más fuerte que había experimentado nunca, y para eso le habría casi rogado que se fuera con él a Argentina hasta convencerlo, lo cual era una gran oportunidad para lograr lo que siempre había querido, pues se sentía frustrado de haber tratado siempre de enorgullecer a sus padres haciendo cosas que realmente no le llenaban.
En pocas palabras, justo en el peor momento, llegó Martín a su vida, quien con tanta empatía y amabilidad pudo hacer que superara muchas cosas oscuras de su pasado.
-Me cagaste po weón. Quita- Renegó Cristóbal mientras se levantaba de su silla una vez había apagado su computadora.
-Shelao, despedíte de tu gente al menos, no seas un pelotudo- Martín rió. Se quitó de encima de su amigo y finalmente se dirigió a su setup para hablarle a su audiencia. -Amigos, ¿Este es su ídolo?
-¡Ya, Martín! Para con eso, me largo a entrenar- Se acercó a la cámara del argentino -Lo siento cabros, este conchesumare no me dejó ni despedirme de todos ustedes, les prometo que mañana haré stream y reaccionaremos a lo que ustedes quieran, por ahora tengo que entrenar. Los quiero- Cristóbal dijo rápidamente despidiéndose.
Martín soltó una fuerte carcajada y se puso nuevamente sus audífonos.
-Ni en pedo vas a entrenar, Shelao. Decí la verdad, no seas un virgen- Martín se burló una vez más, a lo que Cristóbal rodó los ojos- Bueno, gente, ya lo perdimos... ¡Qué lindo es el amor!- Dijo un muy apasionado Martín, cuando de pronto sintió a Cristóbal atacarlo por la espalda.
-¡Ya, Marto, deja de fastidiar con lo mismo! Igual mi chica está toda hermosa- Ambos soltaron una carcajada y Martín quería huir de sus brazos, aunque sabía que era imposible con la fuerza que su amigo tenía.
Cristóbal tenía un buen físico, era atlético, alto y además tenía una cara digna de haber ganado un míster universo. Era extremadamente fuerte y eso a Martín parecía encantarle, porque lo mencionaba todo el tiempo a sus amigos o su comunidad. Cristóbal, además, era habilidoso en los deportes, ya que los había practicado desde muy joven, poseyendo gran resistencia, más un espíritu deportista y competitivo naturalmente, a diferencia de Martín, quien amaba cuidar de su físico yendo solo unas cuantas veces al gimnasio semanalmente, tomar el sol por las mañanas y broncearse como a él siempre le gustaba estar.
-Ya acéptalo weón, estás celoso- Cristóbal lo pellizcaba, aunque no tan fuerte como para lastimarlo de más.
-¡Ya Shelao, soltáme weón!- Reía el argentino cubriéndose los pezones.
-Acepta que no te basta con la tula del Momo, conchetumare- Martín se carcajeaba entre los brazos de Cristóbal.
-Cris, ¿ya estás?- Apareció al costado de ellos una figura de una chica alta, de pelo castaño y largo, y Cristóbal inmediatamente soltó a Martín, quien se reincorporó en su silla un tanto incómodo.
Era la novia de Cristóbal, Isabel, quien estaba un tanto extrañada por la tardanza de su novio, con quien tenía un mes de relación. Aunque llevaban poco tiempo juntos, habían demostrado ser compatibles, a pesar de que él era bastante más introvertido que ella, la chica se adaptaba fácilmente a su personalidad tranquila, lo cual hacía que mantuvieran una dinámica sana para su relación; a diferencia de la chica pasada, "la bruja esa" como Martín la llamaba, que vivía inconforme con la forma de ser tan pasiva de Cristóbal, intentaba cambiarlo todo el tiempo y eso evidentemente incomodaba a todo su círculo de amigos.
-Sí, amor. Vamos- Cristóbal se apresuró a tomar su celular y su gorra del mueble. -Nos vemos, Marto- Se despidió de su amigo.
Lo último que Martín vio antes de volver a su realidad, fue a Cristóbal tomando de la mano a su chica y cariñosamente entrelazar sus dedos con esta, para luego esfumarse.
-Claro, a entrenar...- Mencionó para sí mismo fuera de cámara.