CAPÍTULO XV

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El reloj marcaba la una de la madrugada cuando Víctor finalmente decidió que era hora de descansar. Había estado entrenando hasta tarde, revisando estrategias una y otra vez, pero el agotamiento físico era ahora ineludible. Con un suspiro, apagó la luz de su apartamento y se dejó caer pesadamente sobre la cama, dejando que el silencio de la noche lo rodeara.

El plan de despejarse no había funcionado tanto al parecer, seguía preguntándose porqué Cristóbal no se comunicó ni lo llamó más.

¿Acaso había hecho algo malo?

Sacudió su cabeza.

Apenas había cerrado los ojos cuando un sonido inesperado lo sacó de su semi sueño. Tres golpes rápidos, casi nerviosos, resonaron en la puerta.

Víctor frunció el ceño, incorporándose con rapidez. ¿Quién tocaría a esas horas?

Se acercó a la puerta con una mezcla de curiosidad y alerta, preguntándose si se trataba de algún error o una emergencia. Al abrirla, su sorpresa fue inmediata.

-¿Cristóbal?- Preguntó Víctor con incredulidad, su tono grave pero templado por la confusión. -¿Q-Qué haces aquí?

Su voz normalmente suave y dulce, ahora estaba llena de desconcierto. El frío de la noche parecía filtrarse a través de la puerta abierta.

Cristóbal lo miró, y sintió que lo golpeaba la adrenalina al tener claro que no era una alucinación. En serio estaba parado frente a su puerta, a esa hora, con el rostro tan agotado y perdido. Sintió una mezcla de sorpresa y alarma. Verlo en ese estado despertaba una inquietud en lo más profundo de su pecho.

Víctor parpadeó, como si no creyera lo que estaba viendo. Un nudo se formó en su garganta, y aunque quería preguntar algo más, las palabras parecían atascadas. Había algo en los ojos de Cristóbal que lo desarmaba, una vulnerabilidad que nunca había visto antes en él.

-¿Por qué no llamaste antes? E-Es muy tarde...- Intentó decir algo, logrando sonar como un tonto.

El chileno apenas sostenía la mirada, claramente nervioso. Llevaba puesta una chaqueta ligera, como si hubiera salido apresuradamente, y su cabello café oscuro estaba despeinado, seguramente no había tenido tiempo de preocuparse por su aspecto.

-Lo sé...- Murmuró Cristóbal, sin levantar la vista. -Pero necesitaba verte.

El olor a alcohol no tardó en llegar a Víctor.

Un leve rubor cubría sus mejillas, y sus ojos, parecían cansados, como si el peso de sus pensamientos lo estuviera aplastando.

Víctor se quedó en silencio, sin saber cómo reaccionar. Había algo en la voz de Cristóbal, algo cargado de una vulnerabilidad que no le era familiar.

-Ven, pasa- Dijo tomando a Cristóbal del brazo, percatándose hasta entonces de la maleta que este tenía consigo.

Víctor suspiró con una mezcla de preocupación y ternura, mientras guiaba a Cristóbal como si fuera un niño pequeño hasta la sala. Cristóbal se tambaleaba levemente, sus pasos torpes y vacilantes, y sin decir una palabra, Víctor lo acomodó con cuidado en el sofá, temiendo que pudiera desmoronarse en cualquier momento.

-Víctor... - La voz de Cristóbal sonó arrastrada, con una sonrisa torpe que no alcanzaba sus ojos. -Pensé que... debería venir, no sé...- Sus palabras eran inconexas, y Víctor, por un momento, lo observó tratando de entender qué estaba sucediendo.

En ese instante, la realidad golpeó a Víctor como un cubo de agua fría. Cristóbal estaba borracho. Seguramente había bebido en el avión, o tal vez en el aeropuerto. ¿Cuánto alcohol habría consumido para acabar así, tambaleándose frente a su puerta en mitad de la noche?

-¿Sí?- Víctor se dejó caer a su lado. Apenas había luz en la sala, solo el tenue resplandor de la luna se filtraba a través de la ventana, iluminándolos suavemente.

-Tengo que decirte algo- Murmuró Cristóbal, su voz rota y arrastrada por el alcohol. Víctor frunció el ceño, incapaz de adivinar qué estaba por escuchar. -No puedo más... no puedo seguir pretendiendo, Víctor.

Víctor sintió una punzada en el estómago, sus sentidos se agudizaron.

-¿De qué hablas?- Preguntó suavemente, tratando de mantener la calma.

-Estoy... jodido. No puedo sacarte de mi cabeza...- Cristóbal cerró los ojos con fuerza, como si decirlo lo hiciera real. -Desde hace meses... no sé qué mierda me pasa, pero...- Tragó saliva con dificultad, su pecho subiendo y bajando rápidamente. -No sé si es el alcohol o qué, pero creo que estoy enamorado de ti.

El mundo de Víctor se detuvo. Lo miró boquiabierto, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar. El silencio se volvió insoportable, solo roto por la respiración pesada de Cristóbal.

Antes de que Víctor pudiera reaccionar, Cristóbal se dejó caer hacia atrás en el sofá, sus ojos ya cerrados, demasiado agotado y borracho para seguir.

Víctor se quedó ahí, con el corazón latiendo desbocado, mirando al hombre que yacía dormido en su sofá.

¿Había escuchado bien?

ViruZz vs. ShelaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora