Víctor estaba solo en su apartamento, como todas las noches en Madrid. Recién duchado y antes de disponerse a dormir, revisaba su celular. Había estado hablando con Cristóbal diariamente, y aunque sabía que de alguna manera estaba mal tener tanta cercanía o comunicación con la persona con la que se subiría a un ring, no le importaba.
Cristóbal: ¿Ya comiste algo?
Víctor sonrió leyendo el mensaje. ¿Por qué mierda le encantaba que le preguntara ese tipo de cosas tontas? ¿Qué dirían sus amigos de esto?
Víctor: Comí un montón a la cena, así que estoy satisfecho. ¿Y tú? Dime que también has comido ya.
Se quedó mirando la pantalla. Cristóbal estaba escribiendo.
Cristóbal: Síp, a estas alturas la dieta es más aguantable supongo. :P
Víctor: Eso me hace sentir como una mierda. Perdóname, en serio.
Víctor cerró sus ojos, frustrado. Por su culpa Cristóbal estaba en esa situación. Incluso había hablado con la organización de la velada, y no autorizaron hacer cambios en los pesos, alegando que no sería favorable para Víctor pelear contra alguien muy pesado.
Cristóbal: Tranquilo, me da igual. Yo puedo con todo. 😉
Al leer eso, el español entendió que le debía una disculpa a Cristóbal por su tonto capricho, por lo que no sabía si enviar el mensaje que tenía escrito, hasta que se armó de valor. Se convenció de que no tenía nada de malo, además, tenía un motivo. No era como si quisiera escuchar su voz o algo tan gay como eso.
Víctor: ¿Te puedo llamar?
Víctor dejó caer su celular a un costado de la cama.
Qué vergüenza.
Antes de que pudiera arrepentirse a la expectativa de una respuesta, se percató de que estaba recibiendo una llamada.
Era Cristóbal.
Nervioso se reincorporó rápidamente entre sus sábanas blancas. Tocó la pantalla, contestando.
-Claro que puedes llamarme- Escuchó la voz agitada de Cristóbal. -Hola.
Dios.
-Hola- Víctor saludó de vuelta, sonando tímido involuntariamente. -¿Estás recién follado o algo, tío?- Preguntó divertido, intentando sonar más animado.
-¿En serio me vas a preguntar eso? ¿Para eso me querías llamar?
-No, pero ya me has hecho dudar del motivo- Víctor resopló audiblemente.
-¿Qué motivo?- Cuestionó el chileno. -Y respondiendo a tu pregunta, ya quisiera yo estar así por esa razón, pero no, es porque recién acabé de entrenar y apenas me estoy recuperando- Se justificó y Víctor negó graciosamente, aunque Cristóbal no pudiera verlo.
-¿Entrenamiento? ¿Pero qué hora es allá?- Cuestionó confundido.
-Son las dos de la tarde, me queda mucho por hacer todavía.
-Oh, tiene sentido. Acá son las diez de la noche. Son muchas horas de diferencia.
-¿Ya te vas a dormir?
-En un momento- Asintió Víctor. -Recién duchado y a dormir, que mañana me espera un día que ni te imaginas.
-¿Eso quiere decir que estás desnudo?- Preguntó curioso.
-¿Qué te importa?- Objetó Víctor divertido.
-Quisiera estar allí, digo, a punto de dormir o algo, pero mañana me espera un día de mierda y tengo que preparar mis maletas esta noche.