Metáforas, analogías y alegorías.

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Cada vez que pienso en una metáfora me viene a la mente un antiguo vals del gran Héctor Stamponi, Pedacito de cielo, que empieza con uno de estos recursos retóricos: «La casa tenía la reja pintada de quejas y cantos de amor». Por supuesto que las quejas y los cantos de amor no son un tipo de pintura. En este caso se hace una sustitución de palabras para darle un sentido poético a la frase. De eso se trata la metáfora: sustituir palabras dando sentido poético.

Un ejemplo muy cliché sería usar los hilos de oro para describir el cabello rubio de una mujer: "hilos de oro caían sobre sus hombros».

Las analogías, en cambio, son la sustitución de una palabra por otra. Siguiendo con Pedacito de cielo, hay una descripción que dice: «tus ojos de azúcar quemada…», que representa una analogía perfecta y muy poética también.

Las alegorías son una sucesión de metáforas que sirven para aumentar el sentido poético del texto. Dos ejemplos clásicos serían El Principito, de Saint Exupéry, y La caverna, de José Saramago, escritos casi totalmente como una alegoría.

Para dar un ejemplo sigo con Pedacito de cielo:

"La casa tenía la reja

Pintada de quejas y cantos de amor

La noche llenaba de ojeras

La reja, la hiedra y el viejo balcón".

En estas frases hay dos metáforas que se usan para describir, en este caso, aquella casa donde en otra época se vivió un gran romance. 

La metáforas, analogías y alegorías son un gran recurso para transformar una lectura plana y con descripciones directas y sin gracia, en un texto poético y lleno de matices. Existen muchos clichés: cabellos de oro, que ya lo usé, dientes de perlas, ojos de esmeraldas, etc., que es mejor evitar para no traicionarnos como escritores novatos.

Lo que aprendí escribiendo (Humilde manual de inicio a la escritura )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora