Epílogo

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Fue dos días después del cumpleaños número dieciocho de Rubí que los Na recibieron una visita inesperada

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Fue dos días después del cumpleaños número dieciocho de Rubí que los Na recibieron una visita inesperada.

Jaemin paseó su mirada del rostro comprimido en emociones de su hermana mayor, a el irritado de su abuela y finalmente se detuvo en la nerviosa, temblorosa y decidida omega frente a ellos.

No tuvo que pensar en quién era al notar como su hermana había bajado las escaleras de dos en dos, después de que la chica se presentara con su abuela.

Se sintió gratamente relajado de saber que ahora no solamente eran libres de los Na, si no que su hermana era una adulta dentro de lo que cabía.

-¿Qué te trae por aquí? -Intervino primero, las alfas parecían estar en alguna especie de trance o simplemente mordiendo su lengua, no podría adivinarlo.

-Me gustaría recuperar mi relación con mi alfa, no estoy dispuesta a irme sin una respuesta positiva.

La voz de la omega había salido en un chillido, no era para menos cuando tenía tres alfas frente a ella. Jaemin sonrió suavemente transmitiendo amabilidad, así mejorando los nervios de la chica.

-Ya veo...

El chico dirigió la atención a la mayor junto a ellos. Era quien actualmente estaba dándoles techo, alimento y dinero, por lo tanto era su figura de autoridad, de alguna manera.

Su padre se había mudado luego de todo lo pasado, su magullado orgullo alfa no podría soportar estar en el mismo espacio de Jaemin.

La abuela no estaba cómoda con la visita, como cualquier alfa Na los despreciaba. La anciana soltó un suspiro y los observó a todos.

-Bien. No me interesa. Ustedes ya no tienen conexión con la rama de descendientes de la familia principal Na y ella es, en teoría, capaz de tomar decisiones.

Jaemin escuchó un suspiro, no supo si de su hermana, la omega o suyo pero lo dejó en que fue colectivo.

-Abuela... -Exhaló Rubí con lágrimas asomando por sus tupidas pestañas.

-Solo hay una condición. -Cuatro palabras fueron suficientes para mandar escalofríos por las columnas de los jóvenes. -No en mi casa, preferiblemente mantén cualquier aroma a omega fuera de mi nariz.

Con esa advertencia la anciana se retiró, siendo seguida por el rabioso perro que siempre iba pegado a sus faldas. El canino le gruñó a Jaemin y este rápidamente levanto sus piernas al sofa. Ese perro era aterrador.

-Jaemin.

-¿Mhm? -Su atención se dirigió a Rubí, quien estaba frente a él y sorprendentemente mantenía una distancia con la omega.

-¿Estás de acuerdo con esto? Si no es así, realmente lo dejaré. No es mi intención causarte problemas o incomodidades.

El pelinegro miró a su hermana, pensando detenidamente en si era alguna especie de mentira, su expresión se derritió en una mueca de sorpresa, la mirada de su hermana era totalmente sincera.

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