Con las palabras de Freen aún en su mente, Becky corría porque aquello que no podrían detener, pisaba sus talones y no se redimía ante el agotamiento físico que a ella la travesaba.
Con el sudor en su frente, en su espalda y pegando su camiseta, con las piernas comenzando a flaquear y los ojos fijos en su hija, a unos metros más adelante y completamente segura, Becky dio un salto a un contenedor de basura y se detuvo un momento a descansar.
- Vamos, Nam, dame la mano- ordenó con la respiración agitada a su mejor amiga, que aún la miraba desde el suelo-
- ¿Si quiera puedes darme un poco de agua antes? O vodka, juro que eso me hidratará mejor ¿no tienes un poco en tu bolso? Allí hay espacio...-
- ¡Ahora, Nam! - la apuró tomando su antebrazo y jalándola con ambos suyo. La arrojó sin cuidado a un lado, boca abajo y la pelinegra permaneció de esa manera hasta recobrar el aliento- ¡no puedo creer el tiempo que nos hiciste desperdiciar! -
- Cállate, soy tu abogada y puedo enviarte a prisión-
- ¿A cuál? - se burló ella y su amiga se puso de pie, deteniéndose a su lado- ya no hay nada. No hay casas, no hay hospitales, no hay animales corriendo y no hay prisiones. Ya no hay hogares para nadie- ambas miraron el camino por dónde habían llegado y notaron lo acertado de esas palabras.
Era el segundo día luego de que gendarmería estableciera cuarentena para todo Bangkok y la noche anterior increíblemente había podido llamar a su mejor amiga, cerciorándose de que el servicio fue viable tan solo por unas horas más. Antes de ser suspendido finalmente.
La había ido a buscar en su automóvil y, hasta ingresar al edificio de Justicia, todo había marchado sin problemas y regresar al coche se había dado igual. Fue cuando atravesó un semáforo emitiendo siempre la señal amarilla que aceleró y se impactó contra otro. A pesar del dolor que apenas rozaba su cadera, habían corrido por más de quinientos metros hasta llegar a donde estaban ahora.
Y desde otros metros más atrás, en el departamento de Naiby, podía asegurar que la mirada de su hija en ellas aún no se despegaba de la ventana. Becky volteó y abandonó el contenedor, observando de reojo a su amiga hacer lo mismo.
- Oye...lamento lo de tu auto- murmuró Nam caminando a su lado-
- No te preocupes. Podré conseguir otro ahora y sin pagar fortunas- bromeó y ambas rieron hasta llegar a un alto alambrado. Lo miraron un momento, detallando por dónde podrían cruzarlo y, cuando la puerta de un edificio rodeándolas se abrió, fue que de un salto lo treparon y cayeron del otro lado en segundos-
- Ese no corre- dijo Nam reposando en sus codos y observando al infectado caminar de una punta a otra-
- Freen dijo que solo los primeros minutos lo hacen. Luego caminan, cuando su cerebro se apaga o algo así-
- Así que Freen también está aquí eh- jugó su amiga pinchándole las costillas y ella frunció el ceño-
- Es mi esposa aún y la madre de mi hija, por supuesto que quiero que esté aquí- dijo al levantarse y retomar la caminata- Y en lo posible que no se vaya-
- Sí, pero continúan con la idea de divorciarse, eso casi ya ni la hace tu esposa- se detuvo con brusquedad y giró a verla. Conocía a Nam, la conocía desde la Universidad cuando, cada año, los departamentos de Seguridad y Justicia agrupan a dos jóvenes de sus áreas y se les asigna un trabajo en conjunto. Desde entonces, la locura y poca seriedad de la pelinegra se contraponían a su carácter e inexplicablemente a ella le agradaba- ¿qué? -
- Es mi esposa. En totalidad, sin nadas de casi y responderé por lo que necesite incluso cuando deje de serlo. Y está aquí porque además es la que acabará con esto, así que te pido que cuides lo que hables delante de Mon ¿crees poder hacerme ese favor? -
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El Ocaso
Hayran KurguZombies, Amor, Familia. Esta historia no es mía, es solo una adaptación sin animo de lucro, solo es diversión. Todos los créditos a su autora. La historia original es Mrs Michele Les dejo el link original para que vayan a darle apoyo. https://m.fa...