Capítulo 6: Listado incompleto

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A la mañana siguiente, Violeta se encaminó a la biblioteca del barco con una mezcla de emoción y nerviosismo. Las tres listas proporcionadas por el capitán Guix la acompañaban, detallando los grupos de marineros que recibirían sus primeras clases. Con paso firme, la joven se dispuso a cumplir con la tarea encomendada.

Al entrar en el lugar, Violeta respiró hondo para calmar los nervios que aún la acompañaban, y se encontró con un bullicio animado. Los marineros charlaban entre ellos, algunos mostraban ilusión en sus rostros, otros, aún adormilados, paseaban con curiosidad por una biblioteca que, a diferencia de otras partes del barco, rara vez recibía su atención.

La clasificación de los marineros en tres grupos se reveló como una estrategia acertada del capitán. Los dos primeros grupos estaban compuestos por hombres que apenas tenían conocimientos básicos, mientras que el tercero, aunque también principiante, mostraba cierta habilidad con la lectura y la escritura.

La mañana transcurrió entre momentos divertidos y desafiantes. Violeta, con paciencia y entusiasmo, se esforzaba por transmitir los conceptos básicos. Los marineros, aunque toscos en sus habilidades iniciales, se mostraban receptivos y dispuestos a aprender. Hubo risas compartidas, intentos torpes de formar las primeras letras y una camaradería que comenzaba a tejerse entre ellos.

Sin embargo, la ausencia de Chiara no pasó desapercibida para Violeta. La joven marinera, que esperaba encontrar en la tercera clase, brillaba por su ausencia. La preocupación se apoderó de Violeta, pensando en la posibilidad de que Chiara estuviera enferma o que hubiera habido un error en las listas.

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Violeta, después de las clases matutinas, decidió abordar el tema de la ausencia de Chiara directamente con ella. Determinada a aclarar la situación, se encaminó hacia la zona donde solía reunirse la tripulación en sus momentos de descanso. Buscó entre las figuras hasta que avistó a Chiara, que se encontraba de pie junto a la barandilla, observando el horizonte.

- Chiara.- la llamó Violeta, acercándose. - He notado que no has asistido a mis clases esta mañana. ¿Estás bien? ¿Te encuentras enferma?

Chiara se volvió con una sonrisa y negó con la cabeza. 

- No, señorita Márquez, estoy perfectamente. Simplemente he decidido no participar en las clases.

La respuesta tomó a Violeta por sorpresa, y no pudo evitar expresar su indignación. - Pensé que eran obligatorias... ¿Acaso crees que no estoy al nivel para enseñarte?

Chiara soltó una risa ligera, lo que irritó aún más a Violeta. - Oh, no es eso en absoluto, señorita Márquez. Confío plenamente en sus habilidades educativas. Es solo que el capitán Guix me ha asignado otras tareas a bordo, y no participaré en las clases.

La explicación no calmó a Violeta, quien respondió con cierta acritud: - ¿Otras tareas? Sea sincera, ¿no confía en mis habilidades como profesora, verdad?

Chiara, intentando suavizar la situación, le aseguró: - No se equivoque, señorita Márquez. El capitán simplemente me ha asignado diferentes responsabilidades a bordo. No tiene nada que ver con sus habilidades.

Antes de que la conversación pudiera profundizarse más, Chiara se disculpó y dijo que debía atender a sus deberes. - Lo siento si le ha causado algún malestar. Hablemos en otro momento, ahora tenga un buen día.

Con eso, Chiara se retiró, dejando a Violeta con una mezcla de frustración y confusión. La joven profesora se quedó allí, contemplando el horizonte y preguntándose sobre los misterios que rodeaban a Chiara y su papel a bordo del majestuoso barco.

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Violeta, aún intrigada por la situación con Chiara, decidió buscar explicaciones con el capitán Guix. No quería dejar que la incertidumbre y la frustración nublaran su experiencia a bordo.

Con paso decidido, se dirigió al camarote del capitán. Golpeó la puerta y, tras recibir el permiso para entrar, se encontró con el rostro sereno del capitán Guix.

- Capitán Guix,- comenzó Violeta, - necesito entender lo que está sucediendo con Chiara. ¿Por qué no quiere participar en las clases que estoy impartiendo?

Guix la invitó a tomar asiento y, con calma, le respondió: - Señorita Márquez, comprendo que esté intrigada. Chiara tiene sus propias responsabilidades a bordo, y ha decidido no participar en las clases.

Violeta, indignada, exclamó: - ¿No confía en mis habilidades como profesora? ¿Cree que no tengo el nivel suficiente para enseñarle a ella?

Guix levantó la mano para calmarla. - No se altere, Isabel. No tiene nada que ver con sus habilidades. De hecho, fue Chiara quien sugirió la idea de que usted impartiera clases a los marineros.

- ¿Ella sugirió las clases? Pero... pensé que usted...

Guix la interrumpió con una sonrisa comprensiva. - Sí, es cierto que las clases fueron idea de Chiara. Habló tan apasionadamente sobre la importancia de la educación para los marineros que no pude negarme.

La decepción cruzó el rostro de Violeta al darse cuenta de que no fue iniciativa del capitán. Sin embargo, la sorpresa y la curiosidad también se hicieron presentes.

- ¿Pero por qué?- preguntó Violeta. - ¿Cuáles son sus intenciones?

Guix encogió los hombros. - Esa es una pregunta para la que no tengo respuesta. Habló muy bien de usted y de la idea de las clases, pero no profundizó en sus motivos. Tal vez tenga sus razones.

Violeta, sintiéndose confundida, ofreció una disculpa. - Lo siento por mi reacción inicial, capitán. Aprecio que confíe en mis habilidades. Creo que necesito un momento para reflexionar sobre todo esto.

Guix asintió comprensivamente, y Violeta se retiró a su camarote. Mientras reflexionaba sobre la situación, no podía evitar sentirse intrigada y desconcertada por los misterios que rodeaban a Chiara...

Destinos a la deriva / KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora