Capítulo 16: Lana

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Después de charlar animadamente con Omar y disfrutar de un par de tragos más, Violeta sintió un impulso repentino. Había estado tan inmersa en la conversación que había olvidado por completo el paquete que su familia le había enviado.

Con una risa algo torpe debido al alcohol, Violeta se despidió de Omar y se puso de pie, sintiendo el ligero mareo que le producía la bebida. Omar, notando su estado, se ofreció a acompañarla hasta su habitación.

Violeta sonrió agradecida y asintió. 

- Creo que sería una buena idea. - murmuró, sintiéndose un poco avergonzada por su propia torpeza.

Juntos, se dirigieron hacia las escaleras que llevaban a las habitaciones del hostal. La risa y el murmullo de la gente en el bar se desvanecieron a medida que ascendían, mientras Violeta se tambaleaba ligeramente. 

Una vez dentro de su habitación, Violeta se dejó caer pesadamente en la silla junto a la pequeña mesa. Con dedos torpes, buscó en la oscuridad tratando de encontrar el paquete que su familia le había enviado. Sin embargo, su búsqueda resultó infructuosa, y en su estado de embriaguez, no pudo encontrarlo.

Omar, observando su dificultad, prendió una pequeña lámpara de aceite, iluminando la habitación. Al hacerlo, notó el paquete sobre la mesita cercana. Con una sonrisa divertida, lo recogió y se lo ofreció a la muchacha. 

- Aquí está. - dijo, extendiendo el paquete hacia ella.

Omar se sentó en la cama, observándola con una mezcla de preocupación y diversión. 

- ¿Estás segura de que estás bien para abrir eso ahora?

Violeta asintió con determinación, aunque su gesto se deslizaba hacia un lado debido al efecto del alcohol. 

- Sí, necesito saber qué hay dentro. - respondió con voz decidida, aunque un poco arrastrada.

Al retirar el papel de envolver, se encontró con un peluche que había sido su fiel compañero desde la infancia. Una sonrisa nostálgica se dibujó en su rostro al recordar los momentos felices que había compartido con él.

Junto al peluche, encontró un pequeño marco con una foto de su familia, tomada en la acogedora sala de la casa familiar. Observó la imagen con ternura, extrañando a sus seres queridos y deseando poder volver a estar con ellos.

Finalmente, entre los objetos, halló una carta. Con manos temblorosas, deslizó el sobre y sacó la carta con cuidado. Sin embargo, no podía leer claramente las palabras escritas en el papel. Omar le sugirió que lo dejara para leerlo al día siguiente cuando estuviera más sobria.

- ¡Pero quiero leerla ahora! - exclamó con voz entrecortada, mostrando su impaciencia pataleando en el sitio. Entonces, miró a Omar con ojos suplicantes. - ¿Podrías leerla tú por mí? Porfi Omar.

- Sabes que leer en voz alta no es precisamente mi punto fuerte... - admitió con sinceridad, evitando el contacto visual.

Los ojos de Violeta se llenaron de lágrimas al darse cuenta de que no podría leer la carta en ese momento. 

- Pero quiero saber qué dicen, lo necesito. - murmuró, la tristeza resonando en su voz.

Ante el llanto de Violeta, Omar se sintió aún más incómodo. Se acercó a ella y la abrazó suavemente, tratando de consolarla. 

- Lo siento, Isabel. Mañana por la mañana, cuando estés más tranquila, prometo que te ayudaré a leerla.

En ese momento, justo cuando los llantos de Violeta llenaban la habitación, hubo un golpeteo en la puerta. Chiara, acababa de llegar y alarmada por el sonido, llamaba desde afuera con impaciencia. 

Destinos a la deriva / KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora