La semana transcurrió en medio de las olas y la rutina marina, y Violeta se adaptaba poco a poco a la vida a bordo del majestuoso barco. Un día, mientras estaba ocupada con sus pensamientos en cubierta, un marinero se acercó con la noticia de que el capitán Guix la había solicitado en su camarote. Intrigada, Violeta siguió al marinero por los pasillos del barco hasta llegar a la puerta del camarote del capitán.
- Señorita Márquez, el capitán la espera.-, anunció el marinero, abriendo la puerta para que Violeta entrara.
Guix, con su sombrero de ala ancha, la recibió con una mirada profunda y gesto serio.
- Isabel, por favor, tome asiento.-, invitó, señalando hacia una silla frente a su escritorio.
Violeta, con curiosidad, se sentó y esperó a que el capitán comenzara la conversación. Guix, después de un breve silencio, le habló con solemnidad: - Damas y caballeros de su posición y educación no son algo común en nuestros barcos, pero creo que tiene el potencial de hacer una diferencia significativa a bordo.
Violeta asintió, sin estar completamente segura de qué esperar.
- Como ha notado, la educación formal no es moneda común entre los marineros.-, continuó Guix. - Sin embargo, creo que es hora de cambiar eso. Quisiera ofrecerle un nuevo rol a bordo.
Los ojos de Violeta se abrieron ligeramente ante la inesperada proposición.
- Me gustaría que tomara la responsabilidad de impartir clases a los marineros.-, dijo Guix. - Nuestro objetivo es aumentar el saber general y fomentar un pensamiento crítico entre la tripulación. Enfocaremos las clases en enseñarles a leer y escribir, habilidades que muchos de ellos no han tenido la oportunidad de adquirir.
Violeta, sorprendida pero halagada por la propuesta, respondió: - Capitán Guix, estoy realmente agradecida por esta oportunidad. Será un honor contribuir de esta manera.
Guix sonrió y, extrayendo una llave de uno de los cajones de su escritorio, se la entregó a Violeta. - Esta llave le dará acceso a la biblioteca del barco. Aunque no es muy frecuentada, es un tesoro de conocimiento que ahora queda bajo su cuidado. Tenga precaución, ya que hay pocas copias de las llaves y son difíciles de reemplazar.
Violeta, asintiendo con seriedad, tomó la llave. - Entiendo, capitán. Puedo asegurarle que cuidaré de ella con la mayor responsabilidad.
- Perfecto. También, una vez lleguemos a puerto, le proporcionaré un poco de dinero para que pueda adquirir cualquier material adicional que necesite.-, añadió Guix.
Violeta agradeció nuevamente y se sintió emocionada por el nuevo rol que desempeñaría a bordo. Con la llave en mano y un sentido renovado de propósito, se despidió del camarote del capitán, lista para asumir su nueva responsabilidad educativa en alta mar.
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La tarde se deslizaba lentamente hacia la noche, y Violeta, con la llave de la biblioteca en mano, se encaminó hacia ese rincón especial del navío. Al abrir la puerta, el suave resplandor de una lámpara iluminaba las estanterías repletas de libros antiguos, creando un ambiente sereno. La biblioteca, aunque modesta, era un tesoro escondido entre las olas.
A medida que exploraba las estanterías llenas de libros, Violeta se maravillaba ante la variedad de títulos y temas que la biblioteca ofrecía. La tranquilidad del lugar contrastaba con la actividad frenética de cubierta, y pronto se encontró sumergida en la selección de libros para sus clases.
Las horas pasaron sin que Violeta se diera cuenta, inmersa en la tarea de elaborar un plan educativo. Al estar concentrada en su trabajo, el crepúsculo pintaba tonos dorados en el cielo. La puerta, que juraría haber cerrado con llave, se abrió silenciosamente.
Desde su posición al fondo de la biblioteca, Violeta observó a la recién llegada, oculta tras las estanterías. La figura se movía con determinación, y pronto Violeta identificó a Chiara. La joven marinera, después de dejar un libro en su lugar correspondiente, eligió otro y se instaló en el alféizar de la ventana, donde la luz aún permitía la lectura.
Violeta, intrigada y sin querer interrumpir el momento de Chiara, decidió esperar. La luz dorada de la tarde iluminaba la escena mientras Violeta observaba a la otra mujer absorta en su lectura.
Sin embargo, la curiosidad de Violeta finalmente la impulsó a hablar. - No esperaba encontrarte aquí, Chiara. No sabía que los marineros fueran grandes apasionados de la lectura.-, dijo, sin revelar su presencia.
El comentario pareció ofender a Chiara, quien se giró con sorpresa y respondió: - ¿Realmente creías que todo lo que sabemos hacer es beber sin fondo?
Violeta, sintiéndose mal por su comentario anterior, se apresuró a disculparse. - Lo siento, no quise decir eso. Simplemente no esperaba conocer a alguien con pasión por la lectura aquí.
Chiara rio suavemente.
- No te preocupes, entiendo que no es lo común. Pero tampoco somos tan simples como podrías pensar.
Violeta, aliviada por la respuesta de Chiara, vio cómo la muchacha se acercaba a su mesa.
- Tienes buen gusto.-, dijo Chiara.
Violeta, sorprendida, preguntó: - ¿Por qué lo dices?
- Por este libro.-, Chiara tomó el libro en cuestión, - Lo he leído un par de veces. Es una elección interesante.
Violeta, sorprendida, alcanzó a decir un tímido "Gracias". Se maldijo internamente por no haber sabido decir nada más, sintiéndose avergonzada, ya que no solía ser una persona que se quedaba sin palabras.
Chiara se despidió con el libro bajo el brazo, saliendo de la biblioteca. Antes de desaparecer por completo, se volvió y le deseó a Violeta unas buenas noches. Mientras la puerta se cerraba tras Chiara, Violeta se quedó allí, sintiéndose confundida pero curiosamente alegre, bajo la tenue luz de la lámpara en la biblioteca del barco.
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Destinos a la deriva / Kivi
FanfictionEn los tumultuosos mares del siglo XVIII, donde la libertad coqueteaba con la traición y los piratas reinaban como soberanos del caos, se forjó un destino inesperado para dos almas dispares: Violeta Hódar y Chiara Oliver.