Violeta se despertó sobresaltada, aún atormentada por los ecos de las pesadillas que la habían perseguido durante toda la noche. Le llevó un momento acostumbrarse a la luz de la mañana y recordar que se encontraba en la habitación de Chiara.
Desde su posición, observó a Chiara, cuya imagen dormida parecía angelical: respiración pesada, párpados cerrados y la boca entreabierta.
Aprovechó para contemplarla un poco más, pero sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando Chiara comenzó a moverse y finalmente abrió los ojos. En un intento inconsciente de evitar el posible bochorno, Violeta hizo como si aún estuviera dormida.
Chiara, al notar que Violeta estaba aparentemente dormida, se levantó y empezó a vestirse para el día. Cada movimiento era una danza suave y grácil, y Violeta no pudo evitar la tentación de observar la figura de la muchacha, que parecía esculpida a mano por los dioses. Cuando este pensamiento le vino a la cabeza, volvió a cerrar los ojos avergonzada.
Una vez Chiara acabó de vestirse, se acercó a Violeta y la despertó dulcemente.
- Buenos días, Isabel. ¿Has podido descansar?
Violeta, esforzándose por ocultar los rastros de la incomodidad de la noche anterior, respondió: - Sí, gracias.
Chiara le dirigió una mirada de pena, como si pudiera leer entre líneas la verdad no pronunciada. - Me alegro. Te esperaré en la puerta de tu habitación para que puedas cambiarte a solas.
Violeta asintió, y mientras se preparaba para el día, reflexionó sobre la peculiar situación en la que se encontraba, compartiendo intimidad y momentos con Chiara, una persona que apenas conocía pero que, de alguna manera, le brindaba una sensación reconfortante.
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En el comedor, Chiara tomó la decisión de sentarse por primera vez junto a Omar, Lucas, Paul y Violeta. Cuando ambas tomaron asiento, los tres muchachos rodearon a Violeta con preocupación, conscientes de los eventos de la noche anterior, pues los rumores en aquel barco volaban.
Omar, con la frente fruncida, fue el primero en abordar el tema.
- Isabel, ¿cómo te encuentras?
Paul asintió con seriedad. - No deberías tener que pasar por algo así. Lo siento mucho, Isabel.
Lucas se sumó, expresando su indignación. - Luis es un idiota y un cobarde. Ese tipo debería ser arrojado al mar.
Chiara, al notar la incomodidad de Violeta, le acarició la rodilla por debajo de la pierna en señal de apoyo. El gesto suave transmitía más consuelo de lo que las palabras podrían expresar.
Los tres amigos se unieron en una serie de preguntas, cada uno manifestando su desaprobación y desprecio hacia Luis en cada oración. Violeta, sintiéndose abrumada por la atención y la compasión, se disculpó por no haber sido más precavida, como ellos le habían advertido en el pasado.
- Lo siento, chicos. Debería haber escuchado vuestros consejos y haber sido más cautelosa. Nunca pensé que las cosas podrían llegar a ese punto.
Lucas puso una mano reconfortante en el hombro de Violeta.
- No es tu culpa, Isabel. Nosotros sospechábamos que era mala onda, pero nadie podía esperar que algo así sucediese. Luis es el único responsable de sus acciones.
Omar agregó con determinación: - Estamos aquí para ayudarte en lo que necesites. Y si alguna vez ves a Luis acercándose, avísanos. No permitiremos que te haga daño de nuevo.
- Gracias a todos. Estoy bien, de verdad. Fue un momento difícil, pero el capitán y Chiara estuvieron ahí para ayudarme.
En ese momento Chiara se dio cuenta de algo: no había ni rastro de Luis, y el capitán tampoco estaba presente, por lo que supuso que ambos estarían juntos. Sin dar demasiadas explicaciones, se disculpó y abandonó la mesa.
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Destinos a la deriva / Kivi
FanfictionEn los tumultuosos mares del siglo XVIII, donde la libertad coqueteaba con la traición y los piratas reinaban como soberanos del caos, se forjó un destino inesperado para dos almas dispares: Violeta Hódar y Chiara Oliver.