Destinos a la deriva / Kivi

Capítulo 1: Destinos Entrelazados

En los tumultuosos mares del siglo XVIII, donde la libertad coqueteaba con la traición y los piratas reinaban como soberanos del caos, se forjó un destino inesperado para dos almas dispares: Violeta Hódar y Chiara Oliver.

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Violeta Hódar, una pelirroja de ojos chocolate, representaba la cúspide de la sociedad española. Su familia, dueña de un exitoso negocio de exportaciones, mantenía importantes conexiones tanto dentro como fuera del país. Sin embargo, la sombra de la corrupción amenazaba con oscurecer el resplandor de su estatus. Un entramado de intrigas y prácticas cuestionables salpicó al próspero negocio familiar, poniendo en peligro la reputación de los Hódar.

A sus 21 años, Violeta observaba impotente cómo la polémica amenazaba con socavar la riqueza que durante generaciones había sustentado a su familia. Ante la presión mediática y para proporcionarle una lección sobre las duras realidades de la vida, su padre tomó una decisión drástica: enviar a su hija más joven lejos del escándalo. Así, la envió a trabajar en un barco de mercancías que surcaba los mares, un mundo ajeno a la opulencia y a la comodidad a la que estaba acostumbrada.

El majestuoso barco, en apariencia un simple transportador de bienes, se convertía en la escena de su nueva realidad. A bordo, Violeta se enfrentaría no solo a las tareas físicas y a las adversidades del entorno marino, sino también a la oportunidad de descubrir su propia fortaleza en medio de las turbulentas olas. Tal vez, además, tendría que enfrentarse a ciertos sentimientos, hasta entonces desconocidos, desencadenando así una revolución emocional en ella.

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En otra realidad, ese mismo navío representaba un lugar seguro para Chiara Oliver, una mujer de melena oscura y ojos que desprendían tonalidades entre el verde y el gris, que irónicamente había hallado su santuario en el constante vaivén de las olas del mar desde su más tierna infancia.

A la temprana edad de trece años, Guix, el líder de la embarcación, la acogió bajo su ala, incorporándola a la tripulación como si reconociera en ella la promesa de un horizonte por explorar. Con el transcurso de los años, aquella niña frágil e indefensa se forjó a base de sudor y lágrimas hasta emerger como una joven esbelta y resuelta, como una joya que se pulía en las profundidades del océano.

A pesar de haber sido inicialmente relegada a funciones básicas en los primeros meses de su travesía, Chiara había ido tejiendo sus hilos en la trama de la tripulación, ascendiendo hasta ser no solo una integrante más, sino la protegida de todos. La conexión entre ellos era tan profunda que le confiaban tareas de suma importancia para sus operaciones, convirtiéndola en la piedra angular de actividades que se deslizaban en las sombras. 

Chiara, en ese microcosmos marino, resonaba como la sinfonía secreta que armonizaba con cada crujido del barco.

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En aquella embarcación de maderas chirriantes, donde los océanos eran testigos mudos de encuentros impredecibles, la historia de Violeta y Chiara apenas comenzaba, envuelta en las olas de secretos, desafíos y la promesa de un amor que florecería entre los mares embravecidos.