Capítulo 14: Violeta

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- Chicas, os traigo malas noticias. - dijo Noemí con tono apenado. - El único paquete a nombre de una mujer es para una tal "Violeta Hódar".

Chiara frunció el ceño, visiblemente confundida. Estaba segura de que el paquete debería estar allí, en aquel lugar.

Violeta, por su parte, sintió un nudo en el estómago al escuchar el nombre mencionado por Noemí. 

- Violeta Hódar - murmuró para sí misma. Sus manos temblaron ligeramente mientras trataba de aferrarse a su identidad falsa y maldecía mentalmente a su familia por haberla expuesto de esa manera. - Sé que no lo entiendes, pero ese paquete es para mí. - dijo finalmente en voz baja pero firme.

Chiara la miró con atención, tratando de leer entre líneas lo que estaba tratando de decir.

- Definitivamente no lo entiendo, ¿a qué te refieres? 

Violeta inhaló profundamente, sintiendo la presión de la situación. - Te lo explicaré más tarde, pero por favor, confía en mí ahora. Ese paquete es el que venimos buscando. - respondió, buscando los ojos de Chiara en busca de comprensión.

Noemí, mientras tanto, parecía indecisa, pero finalmente dijo con voz apesadumbrada: - Lo siento mucho, pero no puedo entregar un paquete si no estoy segura de que es para la persona adecuada. Tenemos reglas aquí.

Violeta sintió un atisbo de desesperación crecer en su pecho. Suplicó a Noemí, rogándole que hiciera una excepción por ella. 

- Por favor Noemí, ese paquete es importante para mí. - dijo, con los ojos llenos de angustia.

Antes de que la situación se volviera aún más tensa, Chiara intervino con decisión.

- Noemí, sé que tienes que seguir tus protocolos, pero te ruego que confíes en mí. Si hay algún problema, yo misma responderé por Isab... por ella.

Noemí intercaló su mirada de Chiara a Violeta, evaluando la situación. Después de unos momentos de silencio, asintió lentamente. 

- Está bien. - dijo finalmente, entregando el paquete a Violeta. - Confío en ti, Chiara. Pero esto es una excepción, ¿entendido? Espero que sepas lo que estás haciendo.

Chiara asintió con gratitud, mientras Violeta dejaba escapar un suspiro de alivio inmenso al tener el paquete en sus manos. Sabía que había puesto a Chiara en una situación difícil, pero estaba agradecida por su apoyo incondicional.

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El ambiente entre ellas se había vuelto tenso y cargado mientras recorrían de vuelta las estrechas calles del pueblo costero. Violeta se sentía agobiada por la necesidad de explicarse, pero a la vez, se debatía internamente sobre cuánto debía revelarle a Chiara.

Por un lado, no estaba segura de hasta qué punto se le permitía hablar; si el capitán no se había sincerado con Chiara, no sabía si ella tenía la potestad para hacerlo. El capitán, figura de autoridad y protectora para Violeta desde que había abandonado su vida anterior, tenía que tener sus razones para mantener ciertas informaciones en secreto. 

Pero, sobre todo, lo que más la perturbaba era el miedo a que Chiara la viera de otra manera. Hasta ahora, había sido una marinera más a bordo de ese barco, peculiar y distinta, sí, pero al fin y al cabo, una más. Estaba trabajando duro para ganarse el respeto de sus compañeros y adaptarse a sus nuevas labores. Además, se estaba encontrado a sí misma de maneras que nunca había imaginado y estaba disfrutando de la camaradería, el esfuerzo físico y, lo más importante, la posibilidad de ser ella misma. Se sentía libre por primera vez en mucho tiempo, lejos de las expectativas de su familia, las cenas formales, las lecciones de etiqueta, los compromisos sociales...

Destinos a la deriva / KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora