No me quiere

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Desconozco cuánto rato estuvimos así abrazados. No quería separarme, pero sabía que en algún momento lo tendríamos que hacer de una manera u otra.

Me alejé de él con lentitud, pudiendo notar que una sonrisa adornaba su rostro. Una de sus manos se posó en mi mejilla, esta se sentía fría en comparación al calor de mi cara. No pude evitar contener la respiración cuando lo vi acercarse cada vez más a mí. Cerré los ojos, esperando sentir el tacto de sus labios contra los míos.

Pero eso no sucedió, pues justo en ese preciso momento fuimos interrumpidos por el sonido de la puerta de entrada siendo cerrada y unos pasos resonando en el suelo de madera, dirigiéndose hacia donde nos encontrábamos.

—¡Chicos! —Un animado Clyde hizo acto de presencia, mas su semblante cambió, alzando una ceja en cuanto nos vio sospechosamente de pie el uno al lado del otro, Craig con la mirada desviada y yo, por mi parte, rojo como tomate—. ¿Interrumpo algo?

—No, c-claro que no. —Me apresuré a decir.

—No se preocupen —comentó, esbozando una sonrisa pilla—, pueden seguir con lo suyo, mis labios están sellados —dijo posando su índice sobre su boca para luego guiñar el ojo—. No estoy interesado en esos tontos rumores ni cotilleos que se arman en la escuela acerca de ustedes; tienen todo el derecho del mundo a estar juntos si así lo desean. Espero que los demás pronto entiendan eso.

Y sin más se marchó. Pude oírlo subiendo las escaleras, de seguro rumbo a la habitación que compartía con Craig.

Un incómodo silencio se formó en el ambiente. Tras las palabras de Clyde la vergüenza se había asentado en mi sistema; me ardían las orejas y mis ojos no se atrevían a dirigirse hacia Craig.

—Ese idiota —murmuró entonces y yo lo volteé a ver. Mi sorpresa fue mucha cuando me percaté que se cubría parte del rostro con la mano y que un tenue rosa se había instalado en sus mejillas.

No podía creer lo que estaba presenciando, pero Craig estaba parado a mi lado igual de avergonzado que yo. Jamás habría imaginado que podría verle así.

Era cierto que tenía muchas facetas, y hoy tuve la oportunidad conocer varias de ellas.

—Al menos es bueno saber que Clyde no está de acuerdo con los rumores —comenté con timidez.

—Así es él. —respondió soltando una pequeña risa—. No es de los que se meten en la vida de los demás. Él simplemente vive la suya... Como todos deberían hacer.

—Ojalá todos fueran como él —dije sin meditarlo, apenándome al instante—. C-como sea... Creo que me iré a dar una ducha.

—¿Necesitas que te lleve?

Recordé entonces que el baño estaba en el segundo piso de la cabaña.

—B-bueno, si no es molestia...

—No lo es. —Y con una sonrisa me tomó entre sus brazos, con una de sus manos detrás de mis rodillas, y con la otra en mi espalda, tal y como a una princesa.

—¡O-oye! ¡P-pero así no! —repliqué.

—Yo te llevo, yo escojo la manera.

Hice una mueca con los labios. ¿No se aburría de hacer cosas vergonzosas?

Resignado, me dejé llevar hasta el baño. Una vez allí, finalmente me bajó con sumo cuidado, procurando que no me apoyara mucho en mi pie lesionado.

—Gracias —dije desviando la mirada.

—¿Necesitas ayuda con algo? ¿Para desvestirte? ¿O quizás, para refregarte la espalda? —preguntó con tono burlón.

Y ahí estaba de nuevo su lado molesto.

Pétalos ➳ CryleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora