A Turn of the earth

Capitulo Final

Capítulo 18

Notas:

(Consulte el final del capítulo para obtener notas ).

Texto del capítulo
Epílogo

            Cuando Dean se despierta, es ante un mar de mantas y almohadas envueltos a su alrededor y la línea caliente y firme de un cuerpo contra el suyo, como si fuera un burrito humano real envuelto dentro de otro burrito gigante. Dean gime lastimosamente y se retuerce bajo el calor sofocante, reprimiendo una pequeña sonrisa cuando la pierna de Cas, colocada sobre su cadera, se aprieta para acercarlo más.

            "Cas", dice Dean, retorciéndose para liberar sus extremidades de la momificación. "¿Qué dije sobre los malditos fuertes tipo almohada?"

            Cas no responde por un momento, por tanto tiempo que Dean piensa que todavía podría estar dormido, pero su respuesta llega un momento después, áspero y de mal humor. "Estoy anidando".

            "Sí, literalmente". Dean presiona un beso afectuoso en la frente de Cas mientras Cas husmea bajo su mandíbula, su cálido aliento resoplando en el hueco de su cuello. "¿Es eso una especie de cosa post-ángel?"

            Dean siente a Cas fruncir el ceño contra su cuello. "No."

            "Lo es totalmente".

            Cas se da vuelta, Dean emite un suave gemido de protesta mientras el calor extra del cuerpo desaparece instantáneamente, y después de algunas maniobras, Cas logra desenredarse de los cuatro (en serio, ¿ cuatro ?) juegos de sábanas y se para con una larga y sinuosa estiramiento de sus hombros desnudos. Dean planta su mejilla en el dorso de su mano y observa adormilado, extendiendo su otra mano para agarrar la parte de atrás de los pantalones deportivos de Cas antes de que pueda hacer un movimiento hacia la cocina.

            "Dean", se queja Cas mientras Dean lo gira, pero la protesta no es real, en realidad no.

            Dean tira de él por el cordón de sus pantalones deportivos y le sonríe. "No actúes como si no quisieras esto".

            Cas cede a que Dean lo atraiga con demasiada facilidad, simplemente regresa a la cama y se acurruca encima de Dean con otro gruñido. "No."

            Las manos de Dean bajan hasta el trasero de Cas y lo aprietan. "Así que hazlo".

            "No soy tan fácil, Dean".

            "Dígaselo a la tienda en sus pantalones, comandante".

            Cas muerde ligeramente la bisagra de su mandíbula a modo de amonestación. "Te dije que no me llamaras así".

            "Te encanta", susurra Dean y sonríe en el siguiente beso.

            No han tenido tantos problemas con las plagas de ángeles, no desde que él y Sam protegieron el búnker de forma semipermanente contra ellos; la única vez que los sigilos se rompen es intencionalmente y para permitir que visitantes ocasionales vean a Cas, como Hannah o Inias. . La única vez que Dean dejó el lugar sin vigilancia por accidente, un ángel curioso apareció en la habitación de Dean con Cas sentado en su polla y, bueno.

            No es que no hubiera sido increíble, ver a Cas estoicamente dar órdenes con la polla de Dean metida en su trasero; Dean había estado temblando debajo de él en una histeria silenciosa, el rostro horrorizado del ángel rebelde de alguna manera aumentaba la hilaridad de todo el asunto. El ángel había huido en los primeros dos minutos, con el rostro enrojecido por la mortificación, pero no antes de que Dean le hubiera dado una fuerte y decidida bofetada en el trasero de Cas. Sólo para, ya sabes, reclamar su derecho.

            "Borra esa expresión de tu cara", dice Cas hoscamente; sabe exactamente, por la sonrisa de Dean, en qué está pensando.

            "Tus hermanos podrían sufrir un poco más de cicatrices".

            "Han hecho mucho, pero no creo que se lo merezcan", dice Cas, con una sonrisa de mala gana apareciendo en la comisura de su boca. Aunque puede que reconsideren su intento de reconciliarme con ellos, por así decirlo.

            "El cielo no puede tenerte", dice Dean con un gruñido falso, rodando para sujetar los hombros de Cas al colchón.

            Cas arquea una ceja divertido, sus manos recorriendo los costados de Dean. "Creo que ya sabrán que soy una causa perdida".

            "Oye, ellos se los pierden", dice Dean, bajando los brazos suavemente para quedar apenas sobre Cas, manteniendo sus cuerpos separados por una costura desnuda. "Mi ganancia".

            "O el mío", murmura Cas, demasiado sinceramente. Sube el interior de la muñeca de Dean para besar su palma, luego sube la suave piel de la parte interna de su antebrazo, su boca vaga sobre la piel sensible que una vez había sido marcada por la Marca.

            No es como si él y Cas no tuvieran problemas, piensa Dean, estremeciéndose bajo la sensación fantasmal, ese ardor silencioso en su sangre, debajo de su piel que nunca parece retroceder. Todavía pelean. Dios sabe que todavía están desempacando equipaje, viejo y nuevo. Cas todavía se está recuperando de la falta de gracia y de muchos otros horrores; Dean todavía está luchando contra las pesadillas mientras duerme de la Marca de Caín, de la demoníaca, del purgatorio, del infierno, de todas las demás tonterías que tiene guardadas dentro de él. Los terrores nocturnos son un poco más fáciles de combatir cuando se despierta y Cas lo hace callar en lugar de retorcerse solo en su cama, pero el punto sigue en pie. Es difícil librarse del infierno.

            "¿Qué estás pensando?" Cas murmura, besando el pliegue interno de su codo, pareciendo sentir que sus pensamientos están acelerados.

            "Solo estoy", dice Dean, tragando y cerrando los ojos. "No puedo creer que realmente se nos permita esto. ¿Sabes? Sigo sintiendo que voy a despertar".

            "Yo también", dice Cas, alejándose para mirar a Dean con las cejas juntas. "Pero luego lo hago, y es contigo. Y cada mañana se vuelve un poco más creíble".

            "Sí", respira Dean, pero aún debe verse preocupado porque Cas toca suavemente la línea del ceño entre sus cejas y luego pasa la almohadilla por las arrugas cada vez más profundas en las esquinas de sus ojos.

            "Es nuestro momento de descansar", dice Cas, su voz suave pero firme. "Nos lo merecemos, después de todo".

            "Sí", dice Dean en un susurro, levantando la mandíbula para besar a Cas, con los ojos abiertos. "Hacemos."

            Se quedan en cama el resto del día. El mundo, fuera del búnker, continúa.