Capítulo 19

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Pasaron unos días más desde la humillación de Ámber. A decir verdad, todo va empeorando cada vez más. El miércoles aventó mis útiles por la ventana, el jueves escondió mi ropa de educación física, el viernes me arrojó jugo de arándanos... y así hasta llegar al martes. Por más que haya avisado a los directivos una y otra vez, parece no haber mejoras porque ella cada vez está peor.

Por ahora no ha hecho nada, pero estuve atenta a ella durante toda la hora. Espero que no haya planeado ni una cosa más.

Estaba caminando por los pasillos esperando mi siguiente clase, hasta que alguien toca mi hombro.

—¡Katherine! ¿cómo estás? —me saluda Vanessa, una compañera. Por un momento creí que sería Ámber.

—Bien, ¿y tú? ¿sucede algo?

—Necesito tu ayuda para alcanzar un trofeo que me pidió la profesora en el gimnasio, ¿podrías ayudarme? Está demasiado alto.

—De acuerdo, andando.

Caminamos un poco hasta llegar allí. Las luces estaban apagadas, lo que se me hizo extraño.

—E-el problema es que también está oscuro y no recuerdo dónde está el interruptor. De todas formas sólo debes ayudarme a alcanzar el trofeo.

—Está bien.

—Ven, sígueme.

Hice caso a lo que dijo y la seguí. El gimnasio es un poco aterrador con las luces apagadas. De repente Vanessa se detiene.

—Espérame aquí, ¿sí? Debo hallar las escaleras.

Asentí y me quedé en el centro del gimnasio. No sabía qué hacer y observar a mi alrededor sólo hacia que me asustara más. Pasaron unos minutos y ella no volvía.

—Vanessa, ¿dónde fuiste? ¿necesitas ayuda?

De repente sentí algo caer sobre mí. Era pesado y viscoso, una sensación fría y pegajosa se deslizó por mi cabello y siguió por toda mi ropa, logrando que me dé un escalofrío por mi columna vertebral. Al principio no procesé lo que estaba pasando, mis manos temblorosas tocaron mi cabello y cuerpo y mi estómago se retorció ante el olor repugnante que lo acompañaba.

La sensación era simplemente repulsiva, y un sentimiento de horror se apoderó de mí cuando me di cuenta de que estaba cubierta de una mezcla desconocida de sustancias asquerosas. Náuseas amenazaron con subir mientras luchaba por mantener la compostura.

Las luces se encendieron y me di cuenta que no era la única allí. Las gradas del gimnasio no estaban vacías, sino que eran ocupadas por una buena cantidad de estudiantes. Algunos de mi curso y otros de grados superiores.

Instintivamente, traté de limpiarme, pero cada intento parecía extender la mezcla aún más. La humillación y el enojo me invadieron, y mientras luchaba por librarme de la sustancia pegajosa, la risa triunfante de Ámber resonó en mis oídos.

No pude contenerme más, las lágrimas salieron por sí solas. No podía moverme, mis pies estaban clavados al piso.

—¡Katherine! —gritó Jake. Detrás de él estaban Emma y Maddie.

—Lo lamento, llegamos tarde.

—La vas a pagar muy caro, Vanessa —Le advirtió Emma a la responsable de traerme aquí. Lo dijo con un tono tan serio y aterrador que hizo que me sintiera más nerviosa de lo normal.

Adoptada por... ¿5sos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora