. . . ❪ 𝗲𝗻𝗱 𝗴𝗮𝗺𝗲 ❫
Apolo, dios del sol, la música, la medicina,
la verdad y las profecías, un dios representante de la belleza masculina y el arte, cualquier
persona, criatura o dios caería ante sus pies.
Claro, todos m...
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miles de años atrás OLIMPO, GRECIA
Apolo podía parecer un inmaduro e irritante niño mimado y fanfarrón, pero un dios muy capaz e inteligente que si se proponía metas, las cumplía. Era un dios temido, poderoso, atractivo y cualquier adjetivo positivo que consiguieras le quedaba, pero siempre había alguien que dudaba de su capacidad y ahí estaba el para probar lo contrario.
Sin embargo, Apolo sentía que todo se le derrumbaba muy fácil, era un dios poderoso y gracias a aquellos debe soportar la presión y exigencia de su padre y el resto del mundo, era un ser hermoso y por eso debía cumplir con la expectativa, tenía una hermana gemela y, a pesar de que no le molesta, la comparación constante era agotadora. Estaba cansado y estos últimos años desde la guerra de los Gigantes habían sido detonadores para Apolo.
Hera y Ares lo tenían harto persiguiéndolo con una lupa por donde iba o que hacía, Castalia, quien era su refugio más grande, no le hablaba y su hermana, Artemisa, nunca estaba y si estaba no podía atenderlo por ocupaciones. Apolo estaba llegando a su límite. Ni siquiera sus Musas entendían que le sucedía, porque no estaba de humor para nada, ni siquiera para el sexo.
Apolo estaba cansado, enojado y frustrado, habían pasado meses desde la última vez que había escuchado la voz tan dulce, tierna e inocente de Castalia y ya estaba al borde de la locura. La necesitaba a ella, a su caramelito, su voz, su cuerpo, su persona y todo en ella. Estaba dispuesto a ponerse de rodillas, llorando y suplicando sólo por escucharla reír, hablar o gritarle, lo que sea por un mínimo de su atención, si quiera una mirada o un suspiro de enojo, no importaba.
Pero su plan maestro para hacer aras a ella se veía frustrado porque la diosa de la valentía, quien luego de años se había animado a volver al mundo mortal, ahora parecía estar siendo cortejada por un nuevo doctor.
Apolo estaba disgustado. ¡Era el dios de la medicina! sin el los doctores no existirían y Castalia siempre se las ingeniaba para terminar en brazos de uno, haciendo que la sangre del dios del sol hierva.
