. . . ❪ 𝗲𝗻𝗱 𝗴𝗮𝗺𝗲 ❫
Apolo, dios del sol, la música, la medicina,
la verdad y las profecías, un dios representante de la belleza masculina y el arte, cualquier
persona, criatura o dios caería ante sus pies.
Claro, todos m...
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century xx, 2009 OLIMPO, USA
A Castalia le gustaría decir que después de la batalla del laberinto tendrían un poco de paz.
Pero la guerra había despertado y lo que menos sentirían los héroes, los mortales y dioses sería la paz. Lo sabía por la forma en la que su corazón se encogía y no conseguía calmar su mente plagada de ruegos por ayuda en las noches a pesar de tener a Apolo a su lado.
La guerra iba en contra de su persona, siendo irónico porque su hermano gemelo era la guerra en vida.
Las puertas de su templo se abrieron de par en par y el que hizo acto de presencia fue Apolo. El dios del sol se desplomó en el suelo con su armadura de guerra, chorreando de sangre dorada y ojos azules llorosos. Se quejaba por lo bajo intentando invocar el poder de sanación, pero sus manos temblaban y emitían un brillo verdoso en vez del común dorado que debía surgir.
—¡Apolo!
Castalia corrió hacia su amado con el corazón en la boca, se arrodilló a su lado y lo arrastró hasta su regazo para apoyar su cabeza en sus piernas. Los ojos de Apolo estaban ausentes, al costado de su cabeza había una herida abierta que estaba tardando en sanarse, sus manos temblaban y a pesar de ser un dios, respiraba con dificultad, como si cada respiración le doliera.
—N-no —El dio movió su cabeza de un lado al otro —. El está peor, a-ayúdale, Tifón hizo que nuestro carros se choquen... yo me curaré, soy la medicina, Caramelo.
La diosa de los sentimientos no entendió hasta que vio la entrada de su templo. Ares, su hermano, tenía el rostro irreconocible, sangre dorada por todos lados, su armadura plateada y roja estaba destrozada y le faltaban tres dedos de una sola mano. Los carros divinos de ambos dioses se encontraban hechos añicos a unos pasos más atrás.
